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Puntualiza MiAmbiente sobre la conexión entre naturaleza y COVID-19

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Panamá, 1 May (Notimex).- Alrededor de 60 por ciento de todas las enfermedades infecciosas en humanos y 75 por ciento de las enfermedades infecciosas emergentes son zoonóticas, es decir que son transmitidas por los animales, informó el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) de Panamá.
 Detallaron que las zoonosis que surgieron o reaparecieron recientemente son el ébola, la gripe aviar, el síndrome respiratorio del Oriente Medio (MERS), el virus Nipah, la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika y actualmente el COVID-19; todos vinculados a la actividad humana.
“El brote de ébola en África occidental derivó de la pérdida de bosques que condujo a contactos más cercanos entre la vida silvestre y los asentamientos humanos; la gripe aviar estuvo vinculada a la avicultura intensiva; y el virus Nipah se relacionó con la intensificación de la cría de cerdos y la producción de frutas en Malasia” apuntó MiAmbiente.
Por lo anterior y aunque el origen preciso del brote y su vía de transmisión aún no son confirmados, el Ministerio presentó algunos puntos sobre la conexión humana y el COVID-19. Entre ellos está que la interacción de los humanos o el ganado con la vida silvestre los expone al riesgo de propagación de patógenos potenciales.
Además, señalaron, los impulsores de la aparición de enfermedades zoonóticas son los cambios en el medio ambiente, usualmente como resultado de actividades humanas que provocan alteraciones en el uso del suelo, en el clima, en los animales o huéspedes humanos y en los patógenos, que siempre evolucionan para explotar nuevos huéspedes.
“Por ejemplo, los virus asociados con los murciélagos surgieron debido a la pérdida de sus hábitats a causa de la deforestación y la expansión agrícola. Los murciélagos juegan un papel importante en los ecosistemas al ser polinizadores nocturnos y depredadores de insectos”, destacó MiAmbiente.
Otro de los puntos es que la integridad de los ecosistemas sustenta la salud y el desarrollo humano. Los cambios ambientales inducidos por el hombre modifican la estructura de la población de vida silvestre y reducen la biodiversidad, lo que resulta en nuevas condiciones ambientales que favorecen a los huéspedes, vectores y/o patógenos particulares.
Esta integridad puede ayudar a regular las enfermedades al promover la diversidad de especies para que sea más difícil que un patógeno se extienda, amplifique o domine. Finalmente precisaron que es imposible predecir de dónde vendrá el próximo brote o cuándo será y que la evidencia creciente sugiere que los brotes o enfermedades epidémicas pueden volverse más frecuentes a medida que el clima continúa cambiando.
Nunca antes habían existido tantas oportunidades para que los patógenos pasen de los animales silvestres y domésticos a las personas, comentó la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen.