Inicio Análisis político Alejandro López Munguía ¿Y quién mató a Colosio?

¿Y quién mató a Colosio?

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Luis Donaldo Colosio. Internet

¡Y quién mató a Colosio!.

A ningún político le gusta responder esta pregunta que hiere el “alma de México”. De hecho, la mayoría de los oradores lo recuerdan mencionando sus frases más sutiles, omitiendo las frases condenatorias contra el sistema político, que revelan aún, las graves fallas de gobierno que han incrementado los márgenes de la injusticia social. Han transcurridos 23 años y de la verdad, la real, nadie sabe nada.

¿Quién mató a Colosio?, es la pregunta más simple, pero más compleja de responder. La gente tiene una respuesta imaginaria, sin embargo, la cosa tiene fondo.

La respuesta más fácil es la que menciona al entonces Presidente Salinas, y el argumento más sencillo y simple es que “lo molestó con su discurso del 4 de marzo”.

Existen otras opciones, al menos para mí. Repasemos el escenario de aquel entonces: México vivía un momento realmente álgido porque en 1993, el Congreso de los Estados Unidos había aprobado el Tratado de Libre Comercio que catapultaba al país hacia mejores condiciones de vida. En 1994 entró en vigor y con ello, un impulso muy grande a la economía nacional. De hecho, en la actualidad, ante la amenaza de Donald Trump de revisarlo o de echarlo para atrás, múltiples voces de la oposición han atacado al mandatario estadounidense, siendo que en 1993 defenestraron dicho tratado. Luis Donaldo Colosio era el hijo político de Carlos Salinas, el que consolidaría ese gran triunfo político – económico. ¿Por qué deshacerse de él?. ¿Por qué destrozar el nuevo Tratado con Estados Unidos y Canadá?. Salinas no escogió a Zedillo, de hecho Zedillo se fue contra él, porque sintió que no le debía nada. ¿Quién se benefició con la muerte de Colosio?. Esa fue la pregunta que todos se hacían tras un agudo análisis.

También hay otra senda. En 1988 la izquierda en México sufrió su peor derrota. La percepción de una gran parte de la sociedad era que Cuauhtémoc Cárdenas había ganado la elección, y que Manuel Bartlett Díaz había operado “la caída del sistema”, que al reanudarse le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari. Seis años después, Salinas seguiría gobernando bajo el país, ahora con su hijo político, Colosio. Así pensaba la izquierda. En 1988, el clamor de los seguidores de Cárdenas era incendiar el país. Y a punto estuvieron de lograrlo. Pero Cárdenas tomó la decisión de formar el PRD y con ello, dar cauce a esa violenta rebelión en puerta. Alguno de esos pudo haber matado a Colosio. Puede ser.

¿Quién mató a Colosio?, sigue siendo la pregunta que nadie se atreve a responder. En nuestros días abundan las fotos y los mensajes y los videos en las redes sociales sobre el día en el que se recuerda con cariño a un hombre malogrado. Y no sabemos la verdad aún. Los priístas han preferido recordarlo con cariño pero no hacerle justicia.

Quien crea que Mario Aburto fue el único asesino, el que ideó todo y el que ejecutó a Colosio, está en su derecho. Pero no puede haber democracia plena sin que este crimen se resuelva de fondo. Pasaron los desgobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón, y la democracia del cambio simplemente sirvió para dos cosas: para que vivamos espejismos y para acrecentar la pobreza y la injusticia en México. Falló el PAN, cuando el pueblo necesitaba salir de la mediocridad en la que el PRI había sumido al país. A Zedillo nunca le importó Colosio, al PAN menos.

No sabemos quién ideó el crimen, quien lo planeó y quienes los ejecutaron. Lo que sí sabemos es que México ya sabe lo que es que maten a un cuasi Presidente y no pasa nada. Por favor priístas, no me hablan de Colosio, sin antes asumir una postura digna ante su muerte.

Sin duda, Colosio sufre la impunidad que priva en el país. A pesar del cambio y de las grandes transformaciones alcanzadas en estos 23 años de vida nacional.