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Semana negra de México: parecemos un país enfermo y devastado, dividido y vulnerable

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Del 16 al 20 de enero de 2017 será recordada como una semana negra por las noticias de alto impacto que han sacudido la conciencia del mexicano.

Iniciamos el lunes muy tempranito cuando nos enteramos de una balacera en el antro Blue Parrot de Playa de Carmen, corazón de La Riviera Maya. En el evento, que aún carece de una explicación creíble y precisa, murieron extranjeros y resultaros heridos diversas asistentes de un festival internacional de música electrónica.

Para el martes, pero ahora en Cancún, un grupo de sicarios intentó rescatar a una narcomenudista y ataco a las instalaciones de la Fiscalía General de Quintana Roo. El hecho sembró de duda e incertidumbre a los habitantes de tan importante polo turístico. La inseguridad en la zona turística más importante de la Península de Yucatán fue duramente critica por las redes sociales en la incapacidad del gobierno para actuar en consecuencia.

A media semana la sociedad mexicana se volvió a sacudir cuando se dio a conocer de otra balacera, cometida por un alumno en contra de una maestra y alumnos en un salón de clase. La filtración del video de la cámara de seguridad del colegio permitió darnos cuenta de la crudeza de la situación. Para el caso hasta el presidente tuvo que salir a dar un mensaje.

La violencia la podemos entender en las calles, en las zonas turísticas por delincuencia organizada y lamentablemente la corrupción en los organismos de seguridad que deben proteger a la sociedad. Pero en un salón de clases cambia mucho la situación y la perspectiva.

Todos los casos nos llevan a configurar una profunda crisis de valores y del tejido social en México. Algo más profundo de una crisis económica.

Lo que ha sucedido nos debe doler.

No podemos tolerar que las calles sean presas de la delincuencia organizada, que la sociedad deje de considerar la violencia como la forma de resolver los problemas.

No debemos pasar por alto que la generación de niños, niñas y adolescentes se pierdan en problemas psicológicos por no consolidar en ellos habilidades interrelaciones claras y saludables.

México parece un país enfermo.

Un país que está sufriendo los síntomas del desgaste social en el cual todos somos responsables. Porque la construcción del país no depende solo de las autoridades, sino de todos los ciudadanos que se compromete a buscar la paz y la armonía social.

Pero hemos preferido jugar disparejo y polarizar la sociedad. La discusión no se hace para buscar soluciones, sino para dividir a los grupos sociales. No se quiere construir, sino destruir.

Lo que está pasando entonces es el fruto que estamos cosechando.

Lo malo es que las noticias no terminaron en los acontecimientos negativos reseñados, sino que viene amenazas en lo externo con la asunción a la presidencia de Donald Trump y su obsesión contra nuestro país.

Hoy tiene el nuevo presidente Donald Trump las condiciones para asentar golpes a nuestra economía y estado de ánimo de los mexicanos.

Si seguimos divididos, ni seguimos polarizando sin encontrar los puntos coincidentes para encontrar las mejores estrategias para enfrentar los retos, los problemas serán mayúsculos.

Y tendremos más semanas negras de aquí en adelante.