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Sexualidad: la recompensa de la espera

Psicóloga Deya Álvarez.

La sexualidad es buena, Dios la creó, es parte de nosotros, pero las relaciones sexuales, deben realizarse sólo dentro del contexto del amor entre esposos, entre varón y mujer, para estar bajo la bendición de quien todo lo planeó e hizo perfecto. ¿Quiénes creemos ser para tratar de negociar con Dios un asunto tan claro y definido como su mandato sobre lo sexual? Es impresionante ver la horda de personas en total desenfreno, que existe hoy en día en nuestra sociedad. Sodoma y Gomorra, se quedan cortas en sus perversiones, y por lo menos, no las grababan y subían a las redes sociales. El mundo actual está al servicio de lo malo, y en cualquier esquina se presenta disfrazada como “buena”, una tentación “pequeña”, que puede conducir al mismo sepulcro, empezando por la propia alma. No se trata de puritanismo, ni de religiosidad, sino de una verdad revelada. Son millones las insinuaciones por doquier para ingresar al mundo de lo sexual, y desde pequeños. Las fotografías, por lo general sexistas, que acompañan la publicidad de cualquier índole, en especial, de bebidas embriagantes, artículos de mecánica, y cuestiones relacionadas aunque no se reducen a ello, es no sólo sorprendente sino denigrante. La mujer, no es un objeto, es una persona, y como tal debe ser dignificada, empezando por no prestarse para ello, cayendo en el juego que el mundo propone. Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, no es un juguete, máquina, ni robot, diseñados para el placer por el placer mismo, lo que se conoce como hedonismo. Es el templo donde mora el Espíritu Dios, nuestro espíritu y alma, y merece un total respeto, además de que nos serán pedidas las cuentas por cada acción realizada a su favor o en su contra.

Son muchas las recompensas de guardarse hasta el matrimonio, para ahora sí y con toda la bendición de Dios, darle rienda suelta a la naturaleza, en el contexto y de la forma adecuada. Algunas de ellas son que la dignidad personal se conserva intacta, se evitan embarazos inesperados, múltiples enfermedades venéreas, etc. Si se medita bien, a profundidad sobre el asunto de las relaciones sexuales fuera del contexto del matrimonio, tarde o temprano se llegará a la conclusión de, como decía Salomón, es necedad. ¿Cambiará por cinco minutos de placer volátil y sin frutos que trasciendan, toda una vida eterna?, ¿Tu paz y amor propio, valen cinco minutos, o menos, de ser usada o usar a alguien más para fines egoístas? Toda una vida de auto-respeto, se puede perder en un instante de decisión impulsiva y equivocada. Las consecuencias, pueden durar toda la vida. Así que joven, jovencita, toma consejo en este punto de tu vida, y decídete a cuidarte, valorarte y ver tu cuerpo como Dios lo ve: un templo donde reside lo más valioso que tenemos como seres humanos, al Espíritu Santo habitando en nuestro interior; y lo santo sólo puede estar con lo afín. Así que la forma en que no se contriste y se aparte su presencia de ti, es caminando en obediencia y santidad. Los frutos que obtendrás por caminar en la vida, guiado por la sabiduría de lo alto, son inconmensurables. ¿Por qué hacer lo que en el mundo se promueve como bueno, si tú sabes que es malo?, ¿por qué comportarte como el montón si puedes ser diferente?, y lo eres, sólo es cuestión de asumir tu identidad como hijo de Dios, y representante del reino, para que seas luz en la oscuridad.     

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra… Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí era bueno en gran manera. Génesis 1: 27-28, 31 

A propósito del disfrute de la sexualidad, en la biblia, el “Cantar de los cantares” refleja de manera bella y perfecta, la relación entre un esposo y su amada, que sería literal, la relación de vínculo íntimo de Jesús con su iglesia, su eterna amada… A continuación, un extracto:

Cantares 1, Reina-Valera 1960 (RVR1960)

La esposa y las hijas de Jerusalén

 Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

¡Oh, si él me besara con besos de su boca!
Porque mejores son tus amores que el vino.

A más del olor de tus suaves ungüentos,
Tu nombre es como ungüento derramado;
Por eso las doncellas te aman.

Atráeme; en pos de ti correremos.
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos gozaremos y alegraremos en ti;
Nos acordaremos de tus amores más que del vino;
Con razón te aman.

Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable
Como las tiendas de Cedar,
Como las cortinas de Salomón.

No reparéis en que soy morena,
Porque el sol me miró.
Los hijos de mi madre se airaron contra mí;
Me pusieron a guardar las viñas;
Y mi viña, que era mía, no guardé.

Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,
Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;
Pues ¿por qué había de estar yo como errante
Junto a los rebaños de tus compañeros?

Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,
Ve, sigue las huellas del rebaño,
Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

La esposa y el esposo

A yegua de los carros de Faraón
Te he comparado, amiga mía.

10 Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,
Tu cuello entre los collares.

11 Zarcillos de oro te haremos,
Tachonados de plata.

12 Mientras el rey estaba en su reclinatorio,
Mi nardo dio su olor.

13 Mi amado es para mí un manojito de mirra,
Que reposa entre mis pechos.

14 Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi
Es para mí mi amado.

15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;
He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;
Nuestro lecho es de flores.

17 Las vigas de nuestra casa son de cedro,
Y de ciprés los artesonados.

 

Y ello continuará, por toda la eternidad…