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Sin prestigio ¿para qué te postulas?. El prestigio pesa más que el dinero.

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Sin prestigio no tiene caso que sean candidatos. El prestigio pesa más que el dinero.

Lo más valioso que tiene el ser humano es el prestigio. Sin prestigio, no hay manera de infundir respeto, confianza y certeza. Y vamos viendo que en la proximidad de los comicios para renovar la Cámara de Diputados, el Congreso del Estado, cientos de municipios y varios gobernadores en algunos estados de la república, no se le está dando prioridad al asunto.

Aquí en Yucatán hay mucho político bribón que pretende encaramarse de nuevo en el barco y hacer como que “no pasó nada” y pretenden ungirse como candidatos para tratar de colarse en una diputación o una alcaldía.

Pero eso va a estar muy difícil de que lo logren. Su mala fama los persigue.

Un candidato debe tener prestigio para poder presentarse a las elecciones del 2021. El prestigio importa más que el dinero. Pesa más que el dinero.

Y es que el prestigio es de toda una vida. Se cuida y se forja con buenas acciones. Con buenas conductas, con buenas ideas. Un ser humano que nunca en su vida ha construido nada a favor de la ciudadanía, y que nunca ha trabajado a favor de su comunidad, sino que por el contrario se ha servido de ellas, no puede aspirar a tener el reconocimiento de sus prójimos.

Una palabra proyecta el prestigio de un ser humano: la congruencia. Un ser humano que cumple su palabra, que honra sus compromisos, que habla de frente, que no hace “maniobras” en lo oscurito, que no grilla, que no manipula, se gana el respeto de la gente.

Un ser humano con prestigio ejerce un liderazgo basado en la congruencia de su conducta. Porque sus palabras son respaldadas por su trayectoria. Cuando los demás lo escuchan, le creen y es más factible que se comprometan de corazón. Cuando hay prestigio, no hay necesidad de chantajes, ni de presiones, ni de sobornos, menos de extorsiones.

El que tiene un prestigio cuida todos los aspectos. Hasta los perversos le tienen respeto. Porque no miente, no oculta nada, no juega doble, no pisa a sus amigos.

El que tiene prestigio es honorable, porque se conduce con apego al honor. No lastima a sus seres queridos, menos a sus amigos, menos a sus leales. Habla fuerte, directo y concreto cuando tiene que aclarar puntos y así evita malos entendidos, pero jamás asesta el golpe traicionero.

El que tiene prestigio se gana el amor de sus cercanos y la amabilidad del resto. Porque es generoso, es cordial, es piadoso y es empático. No se esfuerza, su prestigio está basado en la nobleza de su espíritu.

Aquel que basa su prestigio en el servicio a su comunidad, tiene la garantía de que recibirá el respaldo de las mayorías. Por eso, no habrá dinero que lo opaque en campaña política alguna. Cualquiera que sea.

Para ganarle, tendrían que comprar votos a mansalva. Es la única forma, siempre y cuando el INE y el IEPAC, no se hagan de la vista gorda.

Es indispensable tener prestigio para aspirar a ser un ganador en las elecciones, ya sean las del 2021 o las futuras.

Sin prestigio no vale la pena presentarse. ¿Con qué cara esconde el corrupto su riqueza mal habida?, ¿qué argumentos puede dar para pedir una nueva oportunidad?, ¿qué vergüenza puede tener el legislador o el alcalde que ha fallado a sus gobernados para pedirles que les den chance de reelegirse?.

De ninguna manera es factible que el corrupto, el ladrón, el cómplice, el lacayo, el legislador “borrego”, el transa, el doble cara, el que pidió el voto y nunca volvió, etc. Pueda presentarse con éxito en elección alguna.

Y esos que se cambian de partido creyendo que se borran sus “pecados” están muy equivocados.

La gente conoce a todos los que tiene que conocer. Y a los nuevos, los mira con mucha atención.

En la próxima aportación hablaré de la relación prestigio – liderazgo, para complementar la presente.