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Sor Juana Inés de la Cruz, conocimiento sin fin

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Por su obra poética, teatral, ensayística, epistolar, sacramental y de muchos otros tipos, Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) es un caso excepcional, pues difícilmente se puede encontrar a alguien que se le iguale en conocimientos y la forma en que los amalgamó para construir una obra consistente, bien estructurada. De esta manera produjo obras de arte que siguen brillando en la actualidad, y su prolija creatividad sigue siendo causa de admiración en el mundo hispano y más allá de él. Sin embargo, aún se desconoce el total de su labor creativa, pues siguen apareciendo originales suyos y hay muchos de los que se tienen referencia, pero no se han hallado, además de que se siguen realizando estudios que actualizan el conocimiento sobre su obra.
Quien asegura lo anterior es Sara Poot Herrera, experta en la obra de la Décima Musa, investigadora y académica egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, doctora en Literatura Hispánica por El Colegio de México y quien se desempeña como profesora en el Department of Spanish and Portuguese de la Universidad de California en Santa Barbara. En 1977 se le reconoció como Mujer del Año por la Mexican American Opportunity Foundation, de Los Ángeles, por sus estudios sobre Sor Juana Inés de la Cruz, además de que es cofundadora de UC-Mexicanistas (Intercampus Research Program).

En charla con Litoral, la especialista destacó que el intelecto de Sor Juana ha sido reconocido como enciclopédico y avanzado para su época, pues por ejemplo siempre se rigió por la idea de equidad, de pensar en el otro. En su primera obra que se hizo pública, un tocotín que se canta en la Catedral Metropolitana, mezcla el español, latín, náhuatl y el lenguaje de los esclavos, y lo hace de una manera conciliatoria, argumentada, como lo propondrá después en su reconocida obra El divino Narciso.

Su vigencia se debe justo porque es un ser prodigioso, una inteligencia privilegiada, poseedora de una capacidad de estudio, de disciplina, de curiosidad. Difícilmente se puede encontrar en la historia de la humanidad otro personaje que haya podido reunir y dominar los conocimientos como ella, pero sobre todo que los haya integrado y darles un discurso perfectamente articulado, con una escritura inteligente en la que conviven las ciencias exactas y humanas, así como las artes, y lo hace de tal manera que lo entendieran entonces y ahora los letrados y los no tanto, muy horizontal.

De la monja jerónima se manejan varias zonas oscuras, situaciones o momentos que se deben aclarar con datos. Por ejemplo, anota, su fecha de nacimiento muchos la sitúan en 1651 en lugar de 1648; también se menciona el origen de su familia, de su padre. Un punto en este sentido que no lo es tanto en realidad, acota, es que fue atacada y hasta vetada por la Iglesia. Ella tuvo el apoyo en general de la institución, sólo de algunos de sus miembros no, y como ejemplo está su arco triunfal Neptuno Alegórico para recibir al nuevo virrey de la Nueva España, Tomás de la Cerda y Aragón, marqués de la Laguna, y a su esposa María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga. No a cualquiera se le hacía un encargo de tal magnitud e importancia y las autoridades eclesiásticas se lo dieron a ella, que tenía apenas 28 años de edad. Igualmente, por esos mismos días se publicaron los impresos explicativos del teatro efímero que integró la monja al que fue su segundo acto público.

La misma obra es, además, prueba de su poder de convencimiento a través de la palabra, del discurso articulado de sus conocimientos, pues en ella pide a los virreyes recién llegados que se haga algo para acabar con las inundaciones y porque se apoye a los artistas de estas tierras. De nuevo su intervención, mediar por los otros.

A lo anterior se suma que en los últimos años se han encontrado cartas de la época de diferentes lugares y personalidades de la Iglesia que le manifiestan su apoyo, entonces “tal vez se ha abusado en esa idea de que se fue la Iglesia contra ella”.

La obra de la Décima Musa es inmensa y sigue creciendo con los descubrimientos de manuscritos que se han hecho en los últimos años, entre poemas, villancicos, obras teatrales, ensayos, epístolas, oraciones religiosas, misterios y demás, y seguramente crecerá más, por lo que no se tiene el número exacto al que asciende, por lo que es una oportunidad emprender un proyecto al respecto, que reúna todo lo que se conocer de ella dentro y fuera del país. Tal plan puede dar como resultado, además, hacer una Sor Juana ciudadana, cerca de la gente, lo que es factible porque su obra en general la puede entender los letrados y los no letrados.

Pero sin duda un homenaje que se puede a la autora es seguir leyéndola, intentar nuevas líneas de investigación a partir de lo que hasta ahora se ha encontrado de ella, y no repetir lo ya trabajado. Hay textos que no publicó, como el tratado de música que le hizo a la virreina, que se sabe tenía como título Caracol, y no se sabe dónde quedó, menciona la especialista al aventurar otras líneas de investigación: ¿cómo vieron a Sor Juana sus contemporáneos?, ¿cómo ella los vio o cómo se vio a sí misma?, o tal vez hacer una novela histórica.