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¿Todos por México?

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El PRI decidió lanzar a un simpatizante como su candidato a la presidencia de la república, José Antonio Meade de quién ya hemos hablado antes, una apuesta arriesgada, pero a estas alturas del partido, ¿Qué más puede perder el Revolucionario Institucional?, si hay una gran posibilidad que no puedan refrendar la presidencia.

Pero sabemos muy bien, y la historia así lo confirma, que nunca debemos subestimar al oponente, pues podrían darnos una buena sorpresa, además, conocemos muy bien a lo que nos enfrentamos, el PRI es uno de los partidos más importantes de México y para mantener el poder está dispuesto a todo.

Lo anterior, bien lo sabía el Maquío cuando dijo que no iba a competir contra un partido político, sino que iba a enfrentarse a una maquinaria del poder que se reservaba para sí, todas las ventajas y todos los recursos de la administración pública. Esa maquinaria está compuesta de instrumentos poco ortodoxos para ganar elecciones, en el catálogo podemos ver entrega de despensas, tarjetas de supermercado, cobertores, dinero en efectivo, compra de votos, infundir miedo, y su instrumento más poderoso, el fraude electoral. En la era de las redes sociales, estos instrumentos pueden ver inhibidos sus efectos, o por lo menos, ya no se ocultarían en las sombras siendo su existencia un “rumor” a voces.

Sin embargo, el PRI no podía confiarse de su maquinaria pesada, entonces decidió apostarle a una coalición, para esto, se unió con el depredador Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que se caracteriza por cometer delitos electorales, y el oportunista Partido de la Nueva Alianza (PANAL), que tuvo como lideresa a la sindicalista Elba Esther Gordillo, sí, esa que cometió uno de los delitos más reprochables para una democracia, secuestrar a la educación.

El 15 de diciembre del 2017, PRI-PVEM-PANAL se registraron ante el INE como la coalición Meade ciudadano por México, pero el Instituto rechazó el nombre porque consideró que no respetaba la igualdad de condiciones para los aspirantes en la campaña interna, el Revolucionario mostró su inconformidad, pero prefirió no impugnar, posteriormente cambió el nombre de la coalición a Todos por México.

¿Meade, la mejor opción? Si nos basamos en su currículum, sin dudar podemos responder que sí, pero la historia nacional e internacional lo demuestra, que un extenso currículum no garantiza un buen ejercicio en el gobierno.

A Meade se le atribuye el gasolinazo, y al PRI todos los males que atravesamos. Si este último pensó que, por postular a un ciudadano sin militancia política, ibamos a olvidar todos sus errores, está muy equivocado. Si en algún momento consideró que esa era la estrategia perfecta para dividir al PAN, también se equivocó, (éste se dividió solito, pero de eso hablaremos en otro momento), solamente pudo tener el respaldo de aquellos que eran “incondicionales” a Calderón. Ernesto Cordero, Gil Zuarth, y Javier Lozano (De quién también ya hablamos en “El Chapulín Colozano”).

Hoy, Meade a pesar de jactarse de ser un ciudadano sin militancia política, ya es considerado un priista e incluso hasta títere, poco le duró el gusto de ser un ciudadano por México.

Meade Kuribreña representa la continuidad de un sexenio que ha sido desastroso, que ha resultado ser ineficiente para afrontar los grandes retos presentes en la agenda nacional. De ser una carta fuerte y el posible bote salvavidas del Revolucionario Institucional, pasó a ser una campaña que se cae a pedazos, y no es culpa de él, sino del partido que lo postuló, y de los otros dos partidos, con menor inferencia, que lo respaldan.

No niego que, probablemente, José Antonio tenga buenas intenciones, y es un hecho que tiene la preparación suficiente para asumir cualquier cargo en el gobierno federal, el problema es que quemó todas sus fichas, esas que le daban el título de ciudadano sin militancia política, al abanderar las causas del PRI, esas mismas que tienen harto al pueblo mexicano, especialmente a los jóvenes. Porque cabe recordar que no somos PRIennials, somos millenials y tenemos memoria.