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Tortuga sin caparazón muestra evidencia más antigua de cáncer de hueso

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Chicago, 7 Feb (Notimex).- Investigadores alemanes y estadunidenses confirmaron el caso más antiguo de cáncer de hueso diagnosticado en una tortuga sin concha que vivió hace unos 240 millones de años en el periodo Triásico, un hallazgo que contribuye a conocer más sobre la evolución de los tetrápodos.

Los científicos presentaron evidencia de un osteosarcoma, un tumor óseo altamente maligno, encontrado en el fémur de una tortuga sin caparazón, Pappochelys rosinae, cuyos restos fósiles fueron descubiertos en 2013 en lo que hoy es el suroeste de Alemania.

Este caso es probablemente el más antiguo conocido de cáncer de huesos que se ha encontrado entre reptiles, aves y mamíferos, y se ajusta al osteosarcoma perióstico actual en los seres humanos, escriben los investigadores en un artículo publicado este jueves en la revista JAMA Oncology.

“Encontrar cáncer en huesos antiguos es un fenómeno bastante raro”, afirma el coautor del estudio, doctor Bruce Rothschild, investigador asociado del Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburg, Pensilvania.

Eso no quiere decir que el cáncer no existía, de hecho era probable que estuviera tan extendido entre los animales antiguos como lo es hoy en día sino que detectarlo en fósiles es todo un reto sin tomar radiografías, explica Rothschild a la revista Live Science, que también dio cuenta de la investigación.

El equipo de investigadores utilizó microscopía y tomografía computarizada para formar una imagen del fémur izquierdo fosilizado del espécimen, que es un antepasado de las tortugas de la actualidad.

Según estudios de otros fósiles hallados previamente, el Pappochelys rosinae tenía solo ocho pulgadas de largo (unos 20 centímetros), tenía costillas de tronco ancho y carecía de caparazón, mientras que las tortugas con concha aparecieron hasta hace unos 205 millones de años, es decir 35 millones de años después.

En su artículo, los científicos explican que descubrieron una masa en una capa del hueso llamada periostio y aunque a veces puede resultar difícil distinguir el cáncer de una infección en huesos antiguos, observaron signos de la enfermedad, en particular en los poros del fémur.

Concluyeron que se trataba de un osteosarcoma perióstico maligno, un tipo de cáncer que ya se había dado a conocer anteriormente en un anfibio triásico, pero este caso de la tortuga es el más antiguo encontrado en un reptil del período Triásico.

Este estudio proporciona evidencia de que el crecimiento de células neoplásicas no reguladas se produjo desde hace millones de años y que el cáncer no es un defecto fisiológico moderno sino una vulnerabilidad que está arraigada profundamente en la historia evolutiva de los vertebrados, afirman los científicos.