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Trabajos de baja productividad impulsan el crecimiento del empleo en muchos países de la OCDE

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Paris 26/06/2018 –  El deficiente crecimiento de la productividad laboral sigue distinguiendo a las economías más avanzadas del mundo y arriesga que se comprometan las mejoras en los niveles de vida, señala un nuevo informe de la OCDE. 

En su más reciente Compendio de Indicadores de la Productividad (Compendium of Productivity Indicators) la OCDE afirma que la desaceleración en el crecimiento de la productividad laboral (medida como el valor agregado bruto por hora trabajada) afectó en particular a la manufactura, tanto a las actividades de alta tecnología como computadoras y electrónica, así como a las industrias que requieren niveles de calificación más bajos; y que siguen persistiendo amplias diferencias en los niveles de productividad laboral entre las empresas grandes y las de menor tamaño. 

Y aunque el crecimiento económico en muchos países ha generado un aumento del empleo, sobre todo en Italia, México, España, el Reino Unido y Estados Unidos, la mayoría de los nuevos empleos son en actividades con una productividad relativamente menor. 

El mayor número de empleos de baja productividad también ha deprimido los salarios promedio en toda la economía en general.  Los salarios reales (ajustados por la inflación) disminuyeron entre 2010 y 2016 en Portugal, España y el Reino Unido.  Aunque en algunos países, como Alemania y Estados Unidos, los salarios reales han empezado a subir —si bien a un ritmo lento— a la par del crecimiento de la productividad laboral en los últimos años, en muchos sectores, los salarios siguieron rezagando el crecimiento de la productividad laboral. Este fue el caso en una tercera parte de todos los sectores en Alemania y Estados Unidos. 

“La desconexión a largo plazo entre los salarios y el crecimiento de la productividad que vemos en muchos países de la OCDE también puede estar impulsando desigualdades en los ingresos y la riqueza”, afirmó Martine Durand, Directora de Estadística de la OCDE. “Disminuir el ritmo del crecimiento de la productividad y la gran cantidad de empleos de baja productividad que se crean limitan el alcance de las mejoras en el bienestar material.” 

El porcentaje de los ingresos de la actividad económica que se destina al trabajo a través de los salarios, ha disminuido en la mayoría de los países en los últimos años, pero de manera muy señalada en Hungría, Irlanda, Israel, México, Polonia y Portugal. 

El Compendio muestra que, en 2016, el último año para el que se dispone de datos internacionales comparables, la inversión —un factor importante del crecimiento de la productividad— empezó a repuntar. Sin embargo, las tasas de inversión —en especial en maquinaria y equipo y otros activos tangibles— seguían siendo menores a los niveles anteriores a la crisis en muchos países de la OCDE.  

La inversión en productos con propiedad intelectual, como el software y la Investigación y Desarrollo (I+D), ha aumentado desde antes de la crisis, a menudo a un ritmo más rápido que la inversión en bienes de capital, pero persisten diferencias importantes entre los países. El porcentaje de la inversión total que se destinó a la propiedad intelectual en 2016 varió desde 1.1% en Colombia hasta 30% en Suiza y 56% en Irlanda. 

El Compendio señala que la inversión relativamente sólida en propiedad intelectual, donde los beneficios para las empresas pueden tardar en dar sus frutos, puede actuar como un catalizador para un crecimiento económico más firme en el futuro. 

La OCDE afirma que la productividad, en última instancia, es cuestión de “trabajar en forma más inteligente” en vez de trabajar más duro”. Esto refleja la capacidad de las empresas para fabricar más productos al combinar mejor los insumos a través de nuevas ideas, innovaciones tecnológicas, así como mediante procesos e innovaciones en la organización.

El Compendio, disponible en línea en http://dx.doi.org/10.1787/pdtvy-2018-en, proporciona datos comparativos hasta 2016 sobre todos los aspectos de la productividad para cada país de la OCDE, incluidas las tendencias a largo plazo.