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El verdadero amor versus personas tóxicas

Cuando de poseer se trata, el amor escapa. La peor cárcel, es estar atrapado en las cadenas de obsesión de otra persona, quien violando el derecho a tu felicidad, cree erróneamente que puede seguir sometiéndote a su voluntad, que de santa no tiene nada. Amores y desamores en esta tierra han existido desde que la humanidad es.

Pero ¿Qué es el amor de verdad y cómo diferenciarlo de la enfermedad, que muchos justifican en nombre del amor que desconocen? El verdadero amor conlleva tres ingredientes fundamentales y uno principal, sin el cual, los otros tres dejan de ser.

El primero de ellos, es la amistad, que podría definirse como un aprecio y valoración genuina de lo que la otra persona es como ser humano, y no de lo que uno quisiera que fuera. Se caracteriza por una confianza absoluta, buena comunicación, lealtad, ser confidentes, reír y llorar juntos, así como aliarse cual equipo para una misma causa, misión, propósito. Los amigos verdaderos, comparten muchas cosas en común, aunque no necesariamente son idénticos en gustos, intereses y/o personalidades, pero aprecian estas diferencias, considerando que les enriquecen, y ayudan a expandir su realidad. Un verdadero amigo (a), es aquel que sabiendo todo de ti, no sólo se queda, te defiende y cubre la espalda, sino que además, aprende a amar tus imperfecciones, ayudándote con amor a mejorar cada día. Te comprende sin juzgarte, se queda a tu lado surfeando juntos cualquier ola, sin importar el tamaño, disfrutando ambos su mutua compañía, pasando el tiempo volando al estar juntos, como si hubiera sido un abrir y cerrar de ojos.

El segundo ingrediente es la pasión, siendo la atracción, la química en el plano físico o corporal, combinada e incrementada a través de la química intelectual y emocional, es pieza clave para que el amor sea tal, y no sólo una bonita amistad tipo hermandad, pero sin gustarse, o verse, como hombre y mujer. Sin pasión, faltará siempre un elemento base. Es por ello que podemos tener amistades que se quedan en ese plano, pero cuando uno se enamora, la atracción física, que no depende de la belleza ya que esta es relativa al ojo de quien la percibe, es básica. Esta pasión, desde mi punto de vista, debe explotarse al máximo sólo dentro del contexto matrimonial, en el cual es válido no sólo disfrutarse en cada detalle el uno al otro, sino hacerlo cada día, de distintas y creativas maneras, pues nunca se deja de aprender. Si a una relación, le falta amistad, y también pasión, las posibilidades de separación aumentarán, y esto es simple: ¿Por qué o para qué estar con alguien en quien no confías, careciendo de un vínculo positivo persona a persona, y que además no te gusta? Esto es sentido común, las más de las veces, el menos común de los sentidos.

Pero ¿Qué pasa si desde la etapa de noviazgo se dan cuenta de que no hay una verdadera amistad, y tampoco una genuina atracción física? La respuesta es: no te cases, pues el divorcio estará siempre a la vuelta de la esquina. Siempre es mejor casarse con quien sea tu mejor amigo o amiga, y además estén enamorados, se gusten, y estén decididos, con convicción en el espíritu y corazón de que esta elección no es sólo por compromiso, comodidad, o presión de una parte de la pareja u otros cercanos a ella, ya que es probable que todo culmine como una crónica de un divorcio anunciado por inmadurez y falta de sabiduría en la elección de un cónyuge incorrecto, con un diseño no compatible ni complementario, y de no decir: “no”, cuando era debido.

Sin embargo, todo en esta vida tiene solución, inclusive la muerte, pues Jesús la venció, permitiendo que las personas que tenemos nuestra fe puesta en Él, seamos libres al conocer la verdad, camino y vida, que Él y sólo Él representa, siendo no una religión, sino una relación lo más importante. Cuando entregamos nuestra vida a Dios, Él nos perdona al arrepentirnos, borrando cualquier pasado, y haciendo todas las cosas nuevas.

Es por ello que si por decisiones precipitadas, inmaduras y/o sin sabiduría que tomaste en el pasado, hoy estás pagando las consecuencias atravesando por un divorcio, no te latigues ni culpabilices de más, ya que esto a veces ocurre, y aunque no es lo deseable, aún si pasara, en Cristo hay siempre nuevas oportunidades. Dios puede restaurar tu corazón, aunque hay relaciones que es mejor dejar en el pasado pues son totalmente insanas desde el punto de vista espiritual, emocional e incluso físico.

Debemos cuidar nuestro corazón, permitir a Dios que lo sane con esa precisión de cirujano infalible que sólo Él tiene, sabiendo de antemano que muchas veces lo que pedimos, no es lo que necesitamos, así que nuestra oración debe ser siempre: Padre, dame en tu perfecta voluntad lo que necesito, y no lo que quiero, aunque si ambos concuerdan, ¡Gloria a Dios! Nuestro Señor, tras realizar la restauración, en un corazón que debe ser manso y humilde en primera instancia, de acorde a su bondad y fidelidad, e infinita misericordia, nos dará una nueva oportunidad de rehacer la vida, y seguir adelante, por un camino que será muy distinto a la primera vez, pues justo ya viviste algo negativo, para aprender y no volver a cometer errores similares.

El único pecado que es imperdonable de acuerdo con la biblia, es la blasfemia al Espíritu Santo, y de ahí en fuera, todos los demás, si son perdonados cuando existe un genuino arrepentimiento, el cual es muy diferente a la culpa. Buscar culpables en nada edifica, pero hacerse responsable de aquello que no estuvo bien, en uno mismo, dejando de señalar al de en frente, así como mejorar aquellas áreas de oportunidad con objetividad detectadas, es fiel reflejo de una sabiduría que proviene de lo alto, y del haber aprendido en verdad, de la experiencia, cuya pregunta principal será ¿para qué a mí? y no ¿por qué a mí?

El tercer ingrediente, es el compromiso, pues sin él, sólo existirían entre las personas llamaradas de petate, amores pasionales con mucha amistad, pero que jamás concretarían en el fin último que es el establecimiento de una familia, basada en el amor verdadero, los valores, y todo lo que ello conlleva de positivo para una sociedad que tanto necesita de esta sana estructura base.

El cimiento de la palabra de Dios, traducida en acciones concretas, cambia vidas. Si somos los mejores amigos, y hay una atracción genuina, el siguiente paso es el compromiso, con la finalidad de hacer equipo ganar-ganar como familia y para siempre. Cuando hay amor de verdad, de ambas partes, el para siempre, sí se cumple. Y el cuarto y último ingrediente, pero sin duda, el primero y fundamental, es Dios en medio y como foco principal de la relación, lo cual asegura el éxito y permanencia de la misma, no sólo en este trayecto terrenal sino en el eterno, aunque en una forma distinta, mismo que se resume en este versículo: “Uno solo puede ser vencido, pero dos presentan resistencia. El cordón de tres hilos no se rompe fácilmente”. Eclesiastés 4:12