A pesar de los numerosos llamamientos de la comunidad internacional
para poner fin de inmediato a la violencia, ayer continuaron tanto los
bombardeos aéreos israelíes como el lanzamiento de cohetes palestinos
contra suelo de Israel.
La aviación israelí atacó diversos blancos tanto al norte como al sur
de la Franja de Gaza, quedando parcialmente destruido uno de los
mayores símbolos del gobierno central: La Saraia. Se trata de un gran
edificio en el que funcionaban oficinas y la comandancia central del
gobierno de Hamas —que servía antes al gobierno de la Autoridad
Nacional Palestina— y había también una cárcel.
Hasta ayer, Israel destruyó total o parcialmente unos 240 blancos
aprobados por las autoridades. La tarde del domingo, en menos de cuatro
minutos varios aviones de combate inutilizaron completamente 40 túneles
—usados para el contrabando transfronterizo— en la frontera entre la
Franja de Gaza y Egipto.
Testigos citados por la emisora Al-Arabiya indicaron además que los
misiles abrieron un boquete en el muro fronterizo en Rafá, lo que llevó
a cientos de palestinos, niños y mujeres incluidos, a pelearse por
pasar al país vecino. La policía egipcia abrió fuego y contuvo la
estampida, según las fuentes.
El presidente palestino, Mahmud Abbas, responsabilizó en parte a Hamas
de los ataques, pues dijo que había instado a Hamas a dejar de disparar
cohetes hacia Israel para evitar una situación como la actual.
Según Israel, ayer cayeron unos 40 proyectiles en su territorio. Dos de
ellos hicieron blanco en el sur de la ciudad portuaria de Ashdod, a
unos 30 kilómetros de la frontera norte de la Franja. Es el objetivo
más lejano alcanzado por los cohetes palestinos.
