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A veces la democracia resulta un peligro social

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Puede parecer un título escandaloso o muy arriesgado. Mucho más cuando nos reconocemos inmersos en un proceso de incipiente democracia que esperamos que nos puedan otorgar elementos de libertad para ejercer nuestros derechos. Sin embargo, a “la vuelta de la esquina”,  hay muchos casos que nos hacen suponer, que en no pocas ocasiones, cuando uno no es tan responsable en el ejercicio de los ellos, por los mismos, se cometen muchas injusticias.
Uno de los casos donde se puede constatar lo anterior se da en el seno de las escuelas. De forma más democrática se ha impulsado esquemas de participación ciudadana más abiertos para que los padres de familia, con un objetivo de corresponsabilidad, asuman un papel más trascendental que solo simples receptores de un servicio. La idea ha sido muy clara: educar es una tarea de todos, donde padres y maestros juntos aportan los mejores elementos de decisión para el bien de los educandos.
Sin embargo, la injerencia de padres de familia en procesos internos cada día es mucho más implacable y perjudicial para el proceso educativo mismo. Con la creencia que se tiene la razón, sin pensar en los mejores argumentos para sostener lo anterior, hay muchas ocasiones que los padres de familia desean entrometerse en los procesos de decisión académicos, con exigencias que rayan en lo absurdo, carentes de valores y justificaciones pedagógicas. Lo más irónico, que si aun padre de familia, alguien de la escuela osa cuestionar cómo ellos educan a los hijos, lo primero que defienden es que pasada la puerta de la casa ya nadie se puede entrometer en asuntos que solo a éstos le interesan. Una simple incongruencia.
Recordemos los casos, como aquel de una escuela que hace menos de un año, para la seguridad de los niños para librarlos de peligros de la calle se construyó un muro; pero que fue duramente cuestionado por los padres de familia preocupados por la “seguridad interna” de los niños y de lo mucho que los maestros le podrían hacer a sus vástagos. Éstos no dudaron en acudir hasta la Comisión de Derechos Humanos que atendió e investigó aquel caso. Los medios dieron cuenta de ello, haciendo del caso de interés colectivo cuando la cuestión era muy sencilla: se planeo para la seguridad de los alumnos.
Otro caso lo tenemos en el CAM 14 de Progreso que lo analice en el número 994 de la Revista Peninsular en fecha 18 de julio del presente. Una escuela para alumnos con necesidades educativas especiales que está ubicada en una zona llena de trailers y camiones que sin importarle a la Dirección de Educación Especial la seguridad de dichos alumnos canceló la petición de la mayoría de los padres de familia para cambiar del turno vespertino a matutino. Lo único que pedían y sustentaban con buenos argumentos la MAYORÍA de los padres de familia, como resolutivo de una asamblea, era darle garantías de un menor RIESGO AL TRASLADO EN LAS TARDES POR LOS PELIGROS INMINENTES A QUE LOS ESTUDIANTES PUEDAN SER ATROPELLADOS Y OTRAS COSAS QUE RESULTAN INDECIBLES QUE PODÍAN SER SUSCITADAS POR LA OSCURIDAD. Pero la Profa. Ana María Lugo López prefirió escuchar las voces minoritarias, de solo una madre de familia que se sentía afectada por tener que levantarse más temprano por las mañanas y darle carpetazo a los acuerdos que los padres de familia ya habían tomado.
En ese entonces afirmé por la Profa. Lugo López que “no se deja influir solo porque unos pocos, que sin la experiencia, pero mucho menos sin la razón de la mayoría, buscan imponer un criterio ajeno al interés genuino de quienes buscan el bienestar de los niños.” Evidentemente me equivoque.
¿Acaso fue por miedo o cobardía a que solo una persona le pueda armar un escándalo en medios de comunicación? Aquella madre de familia, después de la votación democrática de una mayoría de padres que inclusive ya había firmado el acta, regresó al plantel con todo y reportero. Este último, inicialmente combatiente, no le quedó más remedio que ante las evidencias del proceso de votación acorde con los principios democráticos, dio la nota, sin escándalos ni suposiciones fuera de la realidad, lo que era el objetivo inicial de la inconforme.
Pero ni así le importó a Lugo López a lo que se cuestiona ¿En dónde está su compromiso de escuchar al “a las nuevas mayorías” para atender un problema que es planteado por más padres de familia que lo que se dicen verdaderamente afectados por hacer el cambio? ¿Cómo define Lugo López la democracia? ¿Lo que digan las minorías? ¿En dónde su capacidad para resolver los problemas de las mayorías?
Queda muy claro: en la educación se debe fomentar la democracia y los valores que la sostienen. Si en las escuelas hay estas distorsiones de la democracia ¿qué podemos esperar de otros espacios sociales?
Porque no solo en educación suceden esos excesos y permisibilidades en el malentendido de la libertad. Los hay en algunos medios de comunicación que en la justificación de sus fines no les importa hacer noticia con la difamación o calumnia. Hoy es tan fácil tirar al ruedo social la desacreditación para sembrar la duda sin importar verificar, ni investigar, solo con supuestos o los dimes o diretes de unos contra otros. Tal pareciera que solo importa tener un supuesto malicioso de alguien a quien quiero hacerle daño para publicarlo.
Bien se dice que la libertad, que es un valor de la democracia, otorgada en mentes que no están preparadas a vivirla con responsabilidad es un peligro. Siendo la libertad un medio imprescindible para la democracia, si las cosas se mantienen de esa manera, entonces ponemos en riesgo a la democracia misma.
AL PUNTO. Un reconocimiento a la escuela Solidaridad, a su directora Profa. Beatriz Eliza Hernández Ávila y cuerpo docente. Conocido el trabajo serio y responsable a favor de la educación en la Colonia Fidel Velázquez. Tanto que una queja, de solo una madre de familia hizo en conocido medio de comunicación sin fundamento, no podrá entorpecer ni manchar el trabajo que todos los días hacen los maestros de esa institución. Eso lo sabe la sociedad, que al final, pone a cada quien en su debido lugar.