Inicio Análisis político Alejandro López Munguía ¿Abandonó Mauricio Vila al “gordito Marín”?

¿Abandonó Mauricio Vila al “gordito Marín”?

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¿Abandonó Vila al “gordito Marín”?…

 

Desde el inicio de su aventura, se dijo que Jorge Carlos Ramírez Marín era el “as bajo la manga” del gobernador Mauricio Vila Dosal, para frenar las aspiraciones de Renán Barrera Concha. Esta versión corrió muy fuerte y formó parte de la narrativa que le metió mucha presión a la interna del PAN, para elegir al candidato a la presidencia municipal de Mérida.

 

Parecía que el propio “gordito Marín” promovía la versión e incentivó en el ambiente la idea de que era, disfrazadamente, el “Delfín” del gobernador panista. La visión del priísta siempre apuntó hacia la candidatura al gobierno del estado en el 2024, por eso debía ser el candidato a la presidencia municipal de Mérida. Todo estaba saliendo “a pedir de boca”.

 

A la par, el otrora “prócer” se hizo del PRI y se adueñó de casi todas las candidaturas. Se asoció con Pablo Gamboa Miner y con Francisco “Pumba” Torres para darle a sus allegados las mejores. Y se aseguraron para ellos las más cómodas (aparentemente). De hecho, para Pablo negociaron la candidatura por mayoría del distrito federal número 3 y la plurinominal segura correspondiente a la tercera circunscripción. “Pumba” Torres se agenció la candidatura por mayoría a diputado estatal por el distrito número 1. En esta etapa, luchó abiertamente contra Rolando Zapata, ex gobernador de Yucatán, por el control del partido. El propósito era operar las estructuras territoriales priístas en todo el estado, sin obstáculos.

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Sin embargo, no todo salió bien, pues “el gordito Marín” se llevó serios reveses políticos, como el hecho de no haber colocado a ningún candidato a diputado estatal en la lista de los plurinominales. Pero el golpe más duro que recibió fue cuando “Pumba” Torres se le enfrentó y lo encaró por la candidatura de Luis Borjas, su “consentido”. El resultado fue que Borjas quedó excluido de todo y en su lugar pusieron a otra candidata.

 

En realidad Jorge Carlos nunca pudo unir al partido en torno a su figura. Ni con la incorporación de Pablo Gamboa logró su propósito. El PRI continuó despedazándose por dentro de forma acelerada con la desbandada de militantes a plena luz del día. Y aunque intentó operar con maestría la catástrofe, simplemente no pudo evitar el daño. Los priístas molestos con el agandalle de la cúpula abandonaron al partido sin darle valor a las promesas del “gordito Marín”.

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Ya con candidatos designados oficialmente, Ramírez Marín en mancuerna con Pablo Gamboa, se dedicaron a menospreciarlos, a restregarles el “favor” de ser candidatos y los exprimieron hasta que se cansaron. Los dejaron solos y los abandonaron a su suerte, sin recursos, sin apoyo estructural y sin respaldo político.

 

Durante su campaña, “el gordito Marín” demostró estar inconforme consigo mismo. Su semblante reveló su incomodidad ante la situación. Su campaña jamás levantó y lo peor, perdió hasta el glamour político cuando lo pusieron a bailar como botarga. Los meridanos nos dimos cuenta que todo lo que se había dicho de él había sido un cuento. Que nada era verdad, que en realidad no se equivocó Peña Nieto al apoyar a Rolando Zapata al descartarlo como el candidato a gobernador en el 2018.

 

¿En qué momento se descarriló la campaña de Ramírez Marín?, ¿cuando fue que Mauricio Vila lo abandonó?, estas son dos preguntas claves de su aplastante y contundente derrota. Tal vez Vila nunca lo apoyó de verdad y desde el principio dejó correr la versión que convertía al priísta en su “Delfín” para despistar al enemigo. El gobernador de Yucatán ha crecido mucho en éstas lides y ya es capaz de urdir planes dignos de la escuela de Makiavelo. Existe la hipótesis que indica que el Senador tricolor cayó en la trampa. Ahora fue él la víctima.

 

El pasado domingo 6, el partido del gobernador prácticamente arrasó en todo el estado. En Mérida le dio una paliza al PRI, dejando claro que Mauricio Vila siempre estuvo del lado de Renán Barrera Concha, quien con su triunfo de 2 a 1 sobre la oposición, aplastó toda duda de división o resquebrajamiento en las filas blanquiazules.

 

Lo más penoso, fue ver a los “tres tristes tigres (dos trigres y un pumba)”, anunciar la victoria de Ramírez Marín sobre Renán Barrera por 3 puntos y tragarse el ridículo de quedar como mentirosos y manipuladores. El oso fue vergonzoso. Ni hablar, había que hacer algo, no importaba quedar en vergüenza ante el electorado.

 

Ni “el gordito” ganó, ni Pablo ganó, ni “Pumba” ganó. Así de cruel y verdadero. La gente votó a consciencia. Ellos gritan que hubo fraude, ¿será el mismo que ellos estaban acostumbrados a realizar cuando eran gobierno?. Quizá.

 

Pablo ha perdido con su estrepitosa derrota la oportunidad de ser el próximo candidato a gobernador del PRI. Nunca dejará de ser el “perdedor”. Atrás quedarán sus menosprecios a Rommel y a Oscar Brito, que lo mandó al tercer lugar. Terrible.

 

De Francisco Torres Rivas, analizaremos todos los ángulos en próximo análisis.

 

El “gordito Marín” deja un legado de derrota, de desilusión, de frustración, de fracaso que ni en el PRI se tolera. Definitivamente no es el salvador de nada. Todo él, es derrota y caos, políticamente hablando. Si Vila lo abandonó o no lo abandonó, el tiempo y los hechos, nos lo harán saber. Esas cosas no se pueden ocultar tan fácilmente.