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Alcohol y sueño: ¿Cómo influye?

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Después de tomarnos uno o dos vinos sentimos que nos desinhibimos, que recuperamos la alegría perdida por algo triste que nos ha sucedido, tenemos más ganas de hablar hasta con gente que no conocemos y la risa se vuelve más fácil y contagiosa. Por todo esto, podría parecer que el alcohol es una sustancia estimulante, pero esto solo es así en sus primeras fases. 

Incluso en estos momentos estas sensaciones positivas no se producen porque el alcohol realmente nos anime. En realidad, nos relaja. Nos relaja para ser capaces de perder la timidez, para poder soltarnos y reírnos a carcajadas, para relativizar problemas y darles menos importancia. Pero quién no sabe que, si esas dos copas de vino se convierten en unas cuantas más, el alcohol se trasforma en lo que realmente es: una sustancia depresora que hace que, después de una juerga, lo primero que quieres hacer cuando llegas a casa es meterte en la cama y dormir a pierna suelta.

Por lo tanto, el alcohol es un inductor del sueño, lo que no quiere decir que sea un buen remedio para dormir. Los efectos del alcohol sobre el sueño no son los mismos en personas no alcohólicas que en personas que sí lo son, ni sus consecuencias son iguales para quienes sufren de insomnio que para quienes duermen como un tronco. Veamos las diferencias.

SUEÑO EN PERSONAS NO ALCOHÓLICAS

En personas que no tienen una adicción al alcohol, este ayuda a rápidamente y durante las primeras horas se experimenta un sueño muy profundo. Pero pasado este tiempo, es común que aparezcan desvelos durante la noche y que se produzca un sueño fragmentado. Por lo tanto, la calidad del sueño no es buena y, en realidad se duerme, pero no se descansa. 

Además, si se ha consumido más de lo prudente, a la mañana siguiente el despertar no es precisamente agradable. Dolor de cabeza, malestar de estómago y posiblemente diarrea, abatimiento general, mareos, sudoración, sequedad de boca y muchas veces arrepentimiento por habernos pasado de la raya. Es decir… resaca. Por lo tanto, el alcohol tiene sus cosas buenas, pero está claro que no funciona para dormir mejor.

SUEÑO EN PERSONAS ALCOHÓLICAS

En este caso, la frecuencia con la que se bebe y las cantidades que se ingieren afectan al sueño de una manera mucho más negativa. En la adicción al alcohol los despertares nocturnos se producen muchas más noches y las mañanas de resacas no son una excepción, sino la regla. Esto hace que la calidad del descanso en el alcoholismo sea nefasta, lo que deriva en un constante estado de apatía y embotamiento que les impide tener energía para llevar a cabo su trabajo o responsabilizarse de su familia. Esta sensación de “no valgo para nada” les tienta a beber más, y vuelta a empezar.

Además, como los alcohólicos y las alcohólicas se han acostumbrado a dormir “gracias” a los efectos del alcohol, cuando intentan luchar contra su adicción suelen tener muchas dificultades para conciliar el sueño, por lo que es muy común que sufran recaídas. Por esto, este gran esfuerzo suele ser más eficaz con ayuda profesional y una medicación controlada para dormir durante los primeros meses de abstinencia.

Como vemos, el alcohol no es una buena solución para dormir de manera saludable, pero facilita conciliar el sueño. Esto es una trampa sobre todo para personas que sufren de insomnio, porque no pocas de ellas empiezan recurriendo a la bebida de noche en noche y luego este parche a corto plazo se convierte en una adicción de la que es difícil salir.

En resumen, si tienes problemas de sueño no recurras al alcohol, porque no solucionarás tu problema, sino que se hará más grande.

Si es algo temporal, hay otros remedios que no tienen efectos secundarios, como la valeriana, la melatonina u otros suplementos naturales. Si tu insomnio ya está muy instaurado, plantéate seriamente acudir a una terapia que te ayude de verdad a saber por qué no duermes y a superar tus miedos y ansiedades.