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Árbol chileno da esperanzas de nuevas vacunas, si alcanzan los suministros

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CASABLANCA, Chile, 6 oct (Reuters) – En un polvoriento camino agrícola de una región vinícola chilena, detrás de un portón de madera encadenado, los expertos forestales cuidan una plantación de árboles jóvenes cuya corteza promete potentes vacunas.

Los quillay, técnicamente conocidos como Quillaja saponaria, son árboles nativos de hoja perenne usados por mucho tiempo por indígenas mapuches para fabricar jabón y medicinas.

En los últimos años, también se han usados para fabricar una exitosa vacuna contra el herpes zóster y la primera vacuna mundial contra la malaria, así como agentes espumantes para productos de las industrias alimentaria, de bebidas y minera.

Ahora, dos moléculas de saponina, elaboradas a partir de la corteza de ramas de los árboles más viejos de los bosques de Chile, se usan para una vacuna contra el COVID-19 desarrollada por el fabricante de medicamentos Novavax.

Los insumos se utilizan para fabricar el adyuvante, una sustancia que refuerza el sistema inmunitario.

En los próximos dos años, Novavax, con sede en Maryland, tiene previsto producir miles de millones de dosis de la vacuna, en su mayoría destinadas a países de ingreso bajo y medio, lo que le convertiría en uno de los mayores proveedores de vacunas contra el coronavirus.

Sin datos fiables sobre cuántos quillay sanos quedan en el país sudamericano, los expertos y responsables de la industria están divididos sobre la rapidez con que se agotará la oferta de árboles viejos debido a la creciente demanda.

No obstante, casi todos coinciden en que las industrias que dependen de los extractos de quillay tendrán que cambiar en algún momento a árboles cultivados en plantaciones o a una alternativa de laboratorio.

Un análisis de Reuters de datos de exportación del proveedor de datos comerciales ImportGenius muestra que la oferta de árboles viejos está bajo creciente presión. Las exportaciones de productos de quillay se triplicaron hasta superar las 3.600 toneladas anuales en la década anterior a la pandemia.

Ricardo San Martín, que desarrolló el proceso de poda y extracción que creó la industria moderna del árbol, dijo que los productores deben trabajar de inmediato para fabricar insumos con ejemplares más jóvenes, cultivados en plantaciones.

“Mi estimación hace cuatro años era que nos dirigíamos hacia el límite de la sostenibilidad”, dijo.

San Martín dijo que se esforzó durante la pandemia en el sótano de su cabaña frente al mar en Sea Ranch, California, para perfeccionar un proceso que podría ayudar a producir saponinas desde hojas y pequeñas ramas para maximizar el rendimiento.

“Estoy trabajando como si esto tuviera que hacerse ayer”, dijo San Martín, que también patrocina un proyecto en el que los drones contarían los árboles de quillay en bosques remotos y de difícil acceso, para determinar cuántos quedan.

Los productores de quillay y sus clientes dicen que la cosecha puede continuar por ahora sin diezmar el suministro de árboles más viejos.

“Seguimos vigilando la situación en Chile, en estrecha colaboración con nuestro proveedor, pero en este momento confiamos en nuestro suministro”, dijo Novavax en una declaración a Reuters. La compañía también dijo que confía en que se priorizarán usos como “las vacunas que salvan vidas”.

La empresa de extractos de plantas del desierto Desert King International, que gestiona la plantación de Casablanca, es el único proveedor de extractos de quillay de Novavax y el mayor exportador del árbol en Chile.

El gerente de la firma en Chile, Andrés González, dijo a Reuters que se prevé producir suficiente extracto de quillay de los árboles más viejos para hacer hasta 4.400 millones de dosis de vacunas en 2022.

Con los nuevos suministros de bosques nativos de propiedad privada tienen suficiente materia prima para satisfacer la demanda para el resto de este año y parte del próximo, agregó.

González dijo que la empresa, en la que San Martín es consultor, ha construido una nueva planta de producción y tiene capacidad para abastecer a otras farmacéuticas interesadas, todo ello sin dañar los bosques.

Reconoció, sin embargo, que “en algún momento estos bosques nativos llegarán a su fin”. “Queremos empezar a tener plantaciones muy productivas y estamos trabajando en ello”, dijo.

Se necesita un volumen relativamente pequeño de extracto de quillay para fabricar las vacunas -algo menos de un miligramo por dosis-, pero la oferta se ve desbordada por la demanda de otras industrias.

Los productos de quillay se utilizan, por ejemplo, como aditivo natural en la alimentación animal, como biopesticida y como agente para reducir la contaminación en la minería.

Los árboles de quillay crecen individualmente fuera de Chile, pero éste es el único país en el que el quillay maduro se extrae de los bosques en grandes cantidades.

COMPONENTE ESCURRIDIZO

El adyuvante de Novavax, conocido como Matrix-M, contiene dos moléculas clave de saponina. Una de ellas, llamada QS-21, es de más difícil acceso porque se encuentra principalmente en árboles de al menos 10 años.

Entre las grandes farmacéuticas, sólo GlaxoSmithKline y Novavax han apostado fuerte por la QS-21, un ingrediente farmacéutico relativamente nuevo.

La exitosa vacuna de GSK contra el herpes zóster, Shingrix, y otras prometedoras vacunas experimentales contienen QS-21 suministrado por Desert King. En un comunicado, GSK afirmó que no tiene “ningún reto específico relacionado con el suministro sostenible” de QS-21.

El adyuvante a base de quillay usado en Shingrix también forma parte de la primera vacuna contra la malaria del mundo: Mosquirix. Pese a su baja eficacia, fue aprobada por los reguladores europeos en 2015 y recomendada para su introducción piloto por la OMS en 2016 debido a su extrema necesidad.

Ningún otro fabricante de vacunas contra el COVID-19 confía en los extractos de corteza de quillay. Algunos desarrollan alternativas sintéticas, pero podrían tardar años en ser aprobadas. Cambiar los ingredientes de cualquier vacuna existente requeriría nuevos estudios clínicos para demostrar que el producto es seguro y eficaz.

La farmacéutica Agenus, con sede en Massachusetts, dejó de vender la QS-21 derivada de la corteza hace varios años para centrarse a tiempo completo en intentar cultivarla a partir de células vegetales de quillay en un laboratorio.

“La escasez de QS-21 es un problema desde hace tiempo”, afirma Jason Paragas, vicepresidente de iniciativas estratégicas y exploración del crecimiento de Agenus. “Lo vimos antes del COVID, y tomamos la dura decisión de que teníamos que cambiar”.

Paragas dijo que es demasiado pronto para decir cuándo podría estar lista una alternativa.

El empresario Gastón Salinas dijo que su startup Botanical Solution, con sede en Davis (California), ya puede producir QS-21 a partir de tejido de quillay, empezando por las semillas en el laboratorio, y aspira a producir eventualmente el producto químico a gran escala para abastecer a las farmacéuticas.

“No se puede permitir sobreexplotar el bosque nativo chileno por el deseo de desarrollar vacunas modernas. Hay que encontrar otras formas de desarrollar los productos, aunque se trate de algo tan importante”, dijo.

UN OJO HACIA EL FUTURO

Tras la puerta de la plantación de Desert King, cuidadosamente vigilada, los jardineros atienden los árboles jóvenes con fertilizantes y abundante agua. Fueron clonados a partir de primos adultos cuya corteza gris polvorienta era especialmente rica en saponinas.

Si todo va bien, la plantación podría producir para un cliente en dos o tres años, según el director de desarrollo empresarial de Desert King, Damian Hiley. No quiso revelar el nombre de la empresa.

Desert King tiene la vista puesta en futuras vacunas, algunas ya en marcha.

A inicios de 2020, por ejemplo, GSK concedió la licencia de una vacuna experimental contra la tuberculosis que contiene el adyuvante QS-21 de GSK al Instituto de Investigación Médica Bill y Melinda Gates. Ha mostrado resultados prometedores en un ensayo de fase media.

Y en abril, investigadores de la Universidad de Oxford anunciaron que una nueva vacuna contra la malaria, que contiene el adyuvante Matrix-M de Novavax, parecía ser muy eficaz en un ensayo con 450 niños de Burkina Faso.

Gustavo Cruz, investigador de la Universidad de Chile que trabajó con San Martín para industrializar la producción de quillay, dijo que en general confía en los productores para gestionar la oferta y la demanda. Le preocupan más otras amenazas, concretamente la sequía y los incendios.

“Los árboles acaban rebrotando”, dijo, “pero llega un momento en que ya no lo hacen”, destacó.