Inicio Análisis político Columnista MPV Buscan a Jesús de Nazaret. No está aquí; ha resucitado

Buscan a Jesús de Nazaret. No está aquí; ha resucitado

1311

HOMILÍA

DOMINGO DE PASCUA

DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Ciclo B

Hch 10, 34. 37-43; 1 Cor 5, 6-8; Mc 16, 1-7 o en la tarde Lc 24, 13-35.

“Buscan a Jesús de Nazaret. No está aquí; ha resucitado” (Mc 16, 6).

Ki’ olal lake’ex ka t’ane’ex ich maya,  kin tsik te’ex ya’ab ki’imak óolal te’ Pascua’. U T’aan Yuumtsil te’ Ma’alob Péektsil dsíibta’an tumen Ki’ilich Marcos, ko’onex ilik bix le ko’olelo’obo’,  chu’upo’ob  yaakunaj yeetel ma’alob óol ku’ucho’ob tuux mukan Cristo.

Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo como siempre afectuosamente, deseándoles muchas felicidades en este día de Pascua: ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado!

Como cada año, en la Vigilia Pascual tuvimos la bendición del fuego nuevo y entramos a nuestros respectivos templos en tinieblas, siguiendo la luz del Cirio Pascual, signo de Cristo resucitado; luego ya con nuestras velas encendidas con el mismo fuego, escuchamos la proclamación del Pregón Pascual, es decir, el anuncio gozoso de la resurrección del Salvador.

Después escuchamos las lecturas del Antiguo testamento con su respectivo salmo responsorial, que fueron un breve resumen del origen de la creación del mundo; del hombre y la mujer; de la vocación de Abraham; de la historia del pueblo Israelita y su éxodo de Egipto; y de la historia de los profetas de Israel, quienes llamaron al pueblo a la fidelidad a Dios, prometiendo finalmente Dios que rociaría al pueblo con un agua pura y les daría un corazón nuevo.

Llenos de júbilo entonamos el cántico del “Gloria”, para luego escuchar el pasaje de la Carta de san Pablo a los Romanos donde nos dice que todos nosotros, en el bautismo hemos muerto y resucitado con Cristo (cfr. Rm 6, 3-11). De inmediato entonamos solemnemente el cántico del “Aleluya”, que habíamos callado durante toda la Cuaresma, combinándolo con el salmo 117 con el cual proclamamos que la Diestra del Señor hizo prodigios. Así nos dispusimos para escuchar la proclamación del santo evangelio según san Marcos, con el episodio de la Resurrección del Señor.

Durante las misas de este domingo, quienes asistan a ellas, escucharán como primera lectura un pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles donde san Pedro da testimonio de la resurrección de Jesús, diciendo: “Nosotros hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos” (Hch 10, 41). Este libro de los Hechos de los Apóstoles trata del nacimiento de la Iglesia y de los tiempos apostólicos, siguiendo el ministerio de Pedro, luego el de los diáconos Esteban y Felipe; y después el resto del libro da seguimiento a la actividad evangelizadora de san Pablo. Durante toda la cincuentena pascual no escucharemos textos del Antiguo Testamento, para resaltar que en Cristo todo es nuevo.

Como segunda lectura escucharán un pasaje de san Pablo a los colosenses, donde se nos invita a vivir de acuerdo a nuestra condición de resucitados con Cristo (cfr. Col 3, 1-4). El Evangelio que se escucha durante el domingo es según san Juan, pero también puede proclamarse el mismo texto evangélico de la Vigilia según san Marcos.

Por otro lado, quienes asistan a la santa misa el domingo al atardecer seguramente escucharán el relato según san Lucas, donde se narra el vibrante episodio de los discípulos de Emaús, a quienes el Resucitado se les manifiesta como un caminante que los acompaña, los escucha y los instruye, para luego partir el pan con ellos.

Retomemos de nuevo la celebración de la Vigilia Pascual. Nos situamos después de la liturgia de la Palabra, en el momento de la liturgia bautismal. Muchas personas fueron bautizadas en diferentes parroquias de Yucatán y del mundo, para nacer a una vida nueva con Cristo resucitado. Y todos los demás asistentes renovando nuestras promesas bautismales, fuimos rociados con el agua lustral. Luego la santa misa continuó como de costumbre.

Ahora tomemos el santo evangelio según san Marcos, correspondiente a este año 2018 según su ciclo litúrgico. En cuanto a las mujeres que van al sepulcro, notemos en primer lugar, que observaron el reposo sabático y por eso no habían terminado de embalsamar el cuerpo de Jesús. En esto vemos su religiosidad y respeto a la ley de Israel. Ellas son María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé. Compraron perfumes para esta obra de caridad de embalsamar el cuerpo de su Señor. En este gesto notamos la generosidad que suscita Dios en los corazones de tantos y tantas que como benefactores sirven a las construcciones de los templos, a su mantenimiento y a todos los costos de la liturgia, la catequesis y la obra evangelizadora. De igual modo vemos la generosidad de aquellos que por inspiración divina, invierten sus propios recursos para apoyar a los pobres, los migrantes, los presos, los enfermos, etc., buscando restaurarlos en su dignidad de hijos de Dios. La autenticidad de la religiosidad se prueba y se comprueba en la generosidad para servir a Cristo en su templo material y en el templo espiritual de cada hermano en necesidad.

Fueron muy de madrugada del primer día de la semana, pues tenían prisa de cumplir con su deber de amor, un amor tan grande como para vencer el temor que tenía paralizados a los Apóstoles, por miedo a los soldados romanos. No cabe duda que el amor da un valor que supera el temor. Por el camino iban pensando quién podría ayudarles a remover la roca que tapaba la entrada del sepulcro. Así debe ser cuando emprendamos una obra buena, no paralizarnos por los obstáculos, sino ponernos en camino esperando encontrar más adelante el auxilio para resolver la dificultad. Hay quienes prevén tanto los posibles problemas que mejor no se lanzan a hacer nada. Ellas se sorprendieron de que al llegar encontraron que la piedra ya había sido retirada.

Al entrar al sepulcro vieron a un joven vestido con túnica blanca, sentado en el lado derecho, y ellas se llenaron de miedo. El joven les invitó a no espantarse y les dio la buena noticia de la resurrección de Jesús; les dio además la indicación de ir con los discípulos y con Pedro, para informarles de la noticia y decirles que vayan a Galilea porque allá lo verán. Fijémonos bien que el joven distingue entre los discípulos y Pedro, pues Pedro era reconocido como cabeza del grupo apostólico. Además, Marcos cuando escribió su evangelio, era colaborador directo del apóstol Pedro en la comunidad de Roma.

Es curioso que san Marcos no diga que aquel joven vestido de blanco fuera un ángel, aunque de hecho lo era. Este año nos estamos preparando para el próximo Sínodo de los Obispos que se realizará en Roma el mes de octubre, el cual tendrá como tema a los jóvenes, el modo como la Iglesia debe acompañarlos en su camino de fe y en el discernimiento de su vocación. Ya hubo un pre-sínodo que arrojó ideas muy importantes para llevarlas al próximo Sínodo, y que contó con la participación de trescientos jóvenes de distintos lugares del mundo, de donde llevaron las inquietudes juveniles a los obispos ahí reunidos. Oremos por la realización de este Sínodo.

Alguien podría pensar que los jóvenes de hoy andan muy mal en su modo de pensar y de actuar. Yo les digo que en esta semana hubieron cientos de adolescentes y jóvenes, que en lugar de vacacionar se encerraron en la experiencia de la llamada “Pascua Juvenil”; otros cientos más, a lo largo y ancho de nuestro Estado de Yucatán, se fueron de misión para compartir su fe al lado de los pobres en una experiencia de mutuo enriquecimiento. Muchos más aún, se quedaron en su parroquia y vivieron su Semana Santa entre ministerios de coros, representaciones de viacrucis, etc.

De entre todos los demás que no tuvieron estas vivencias religiosas, tal vez por experiencias negativas o por no haber tenido alguien que les propiciara su encuentro con Jesús, encontramos tantos y tantos jóvenes que aún siguen teniendo y poniendo en práctica altos valores humanos. De modo que un joven de hoy, es una buena y hasta excelente representación, de aquel ángel de nuestro Señor.

En este año de la juventud en México, sigamos pidiendo por los jóvenes de Yucatán con la oración del Papa Francisco por los jóvenes en preparación al Sínodo de los Obispos del 2018:

Señor Jesús, tu Iglesia en camino hacia el Sínodo dirige su mirada a todos los jóvenes del mundo. Te pedimos para que con audacia se hagan cargo de su propia vida, vean las cosas más hermosas y profundas y conserven siempre el corazón libre.

Acompañados por guías sapientes y generosos, ayúdalos a responder a la llamada que Tú diriges a cada uno de ellos, para realizar el propio proyecto de vida y alcanzar la felicidad. Mantén abiertos sus corazones a los grandes sueños y haz que estén atentos al bien de los hermanos.

Como el discípulo amado, estén también ellos al pie de la Cruz para acoger a tu Madre, recibiéndola de ti como un don. Sean testigos de la Resurrección y sepan reconocerte vivo junto a ellos anunciando con alegría que Tú eres el Señor. Amén.

Que tengan todos una feliz semana de la Octava de Pascua. ¡Aleluya! ¡El Señor resucitó! ¡Sea alabado Jesucristo!

+ Gustavo Rodríguez Vega

Arzobispo de Yucatán