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Editorial

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La corrupción es uno de los principales obstáculo del desarrollo. Va de la mano con la impunidad y la simulación. Es en la corrupción donde se encuentra el verdadero problema de nuestro país. Y es que no se trata de definir a los corruptos como rateros, sino como sinverguenzas.

La verguenza es la capacidad que tiene el ser humano para contenerse frente a la oportunidad de obtener un beneficio a costa del erario o del bien tercero. Es la esencia de los derechos humanos y la facultad para hacer el bien.

México ha tenido verdaderos gobiernos sinverguenzas y en su actuación está cifrada nuestro estancamiento.

A México le duel la falta de decencia de muchos de sus gobernantes, que toleran el corporativismo, el monopolio, el sindicalismo voraz, el autoritarismo, y los múltiples negocios al amparo del poder público. Es en el tráfico de influencias en donde transitan los diversos intereses que minan el crecimiento y el desarrollo nacional.

Anta la nueva calificación internacional que situa a México en el lugar 89 de paises corruptos, alejado tremendamente de los primeros lugares de no corrupción, nos entristece y enoja, pues no es justo que teniendo todo para ser una nación sobresaliente tengamos que vivir con la pena de ser cada día más corruptos por culpta de un sistema político lleno de intereses y trampas.

México no crece porque en gran medida los inversionistas desconfían de la integridad del gobierno. No se desarrolla porque no logra avanza en su lucha contra la marginación, fenómeno que abona a la pobreza y nos sume en la mediocridad. La falta de integridad y la pérdida de los valores está ocasionando que nos hundamos ante los ojos del mundo.

Como nación estamos situados entre los menos competitivos, los más corruptos, los de menos crecimiento, los de mayor pobreza.

¿Es esto suficiente o queremos más?

¿Qué tenemos que hacer los mexicanos para sacudirnos este signo de ineficacia?. ¿Qué clase de gobierno necesitamos los mexicanos para salir adelante?.

México tiene todo para ser un país potencia y solo logra ser uno del  montón, dice ser demócrata y no logra sacar sus reformas de fondo estructurales, dice ser valeroso y no logra vencer al sindicato de la educación que tiene sumido en la mediocridad a nuestro sistema educativo, dice ser el gobierno del empleo y solo produce desolación y tristeza, abandono y hartazgo.

Corrupción, en ella esta la clave de nuestro fracaso como nación. No hay de otra, la evidencia está en los hechos. Somos el país 89 entre los más corruptos.