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El Año de la Familia Amoris Laetitia ayudará a la atención pastoral de los hogares

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La Santa Sede presentó este jueves 18 de marzo el Año de la Familia Amoris Laetitia, convocado por el Papa Francisco y que comenzará mañana 19 de marzo, Solemnidad de San José.

En la presentación, el prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Cardenal Kevin J. Farrell, destacó la oportunidad de “dedicar todo un año pastoral a la familia cristiana, porque presentar al mundo el proyecto de Dios sobre la familia es fuente de alegría y esperanza; ¡es, de verdad, una buena noticia!”.

Este año dedicado a la familia, señaló, es muy conveniente en un momento en que “la situación persistente de pandemia a nivel internacional genera preocupación y sufrimiento en todos nosotros”.

Propuso a San José como modelo para las familias, “esposo y padre tan amado que fue elegido por Dios para cuidar de la Sagrada Familia”. “Como él, todo matrimonio debe sentirse amado y elegido por Dios para engendrar, en la carne y en el espíritu, a los hijos de Dios Padre”, afirmó.

Señaló que “la pandemia ha tenido consecuencias muy dolorosas para millones de personas. Pero es precisamente la familia, aunque duramente castigada en muchos aspectos, la que ha mostrado una vez más su rostro de ‘custodia de la vida’, como custodio fue San José”.

“La familia”, aseguró, “sigue siendo para siempre la ‘custodia’ de nuestras relaciones más auténticas y originales, las que nacen en el amor y nos hacen madurar como personas”.

El Cardenal Farrell subrayó que en este año “tenemos la oportunidad de presentar mejor, a todos, la riqueza de la exhortación [Amoris laetitia], que contiene palabras de aliento, de estímulo, de reflexión y, en términos más amplios, contiene sugerencias de caminos pastorales también prácticos, que no debemos dejar caer en el vacío”.

Defendió que “las familias necesitan atención pastoral, necesitan dedicación. En la pastoral ordinaria, de hecho, para muchos temas estamos todavía en una fase inicial: pensemos en el acompañamiento de parejas y familias en crisis, en el apoyo a los que se quedan solos, a las familias pobres, a las familias desestructuradas”.

“Muchas familias necesitan que se les ayude a descubrir en los sufrimientos de la vida el lugar de la presencia de Cristo y de su amor misericordioso. Este año, por tanto, es una oportunidad para acercarse a las familias, para que no se sientan solas ante las dificultades, para caminar con ellas, escucharlas y emprender iniciativas pastorales que las ayuden a cultivar su amor cotidiano”, aseguró.

Recordó que “el Papa Francisco nos exhorta a una renovación pastoral. Y esto también se aplica a la pastoral familiar”.

Un primer aspecto de esta renovación pastoral “es la necesidad de una mayor colaboración. También en el ámbito de la pastoral familiar, la Iglesia debe aprender a compartir las experiencias que han resultado fructíferas a lo largo de los años y que han logrado llevar el anuncio del Evangelio a la vida de los esposos y de las familias”. 

Un segundo aspecto “es el cambio de mentalidad. Me refiero a que hay que pasar de pensar en las familias como meros ‘objetos’ de la pastoral a pensar en ellas como ‘sujetos’ de la pastoral. Las familias están llenas de potencialidades y dones para toda la sociedad y para la Iglesia, por lo que deben ser reconocidas e involucradas activamente como protagonistas en la pastoral ordinaria de las parroquias y diócesis”.

Un tercer aspecto de esta renovación pastoral es “la formación de los formadores”. “Los formadores deben ser capaces de mostrar a las familias cómo la gracia que brota del sacramento del matrimonio puede responder a los retos de la vida práctica, no en abstracto, sino en las circunstancias concretas que se viven en las distintas culturas y zonas geográficas del mundo”.

Por ello, defendió que hacen falta “pastores que acojan la invitación del Papa con generosidad y entusiasmo. Pastores que, como hermanos y padres, estén dispuestos a ayudar a las familias, pero también a aprender de ellas”.

“Comencemos, pues, este año buscando esa actitud de paternidad hacia las familias que aprendemos de San José, una paternidad hecha de acogida, fortaleza, obediencia y trabajo”, propuso. 

Uniones entre personas del mismo sexo

Por otra parte, cuando los periodistas le preguntaron sobre el responsum de la Congregación de la Doctrina de la Fe en la que daba una respuesta negativa a la pregunta de si “la Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo”, el Cardenal Farrell respondió que “la vida pastoral de la Iglesia está abierta a todas las personas”, pero recordó que las bendiciones están reservadas a las parejas casadas de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia.

El Cardenal insistió en la importancia de comprender que “cuando la Iglesia habla sobre el matrimonio habla sobre el matrimonio sacramental. No habla sobre uniones civiles, no habla de otras formas de matrimonios, habla del matrimonio sacramental”.

Explicó que la bendición “llama al sacramento” y por ello sólo pueden recibirla los matrimonios sacramentales.

Eso no significa, repitió, que la Iglesia no pueda acompañar a los homosexuales: “Es esencial y muy importante que siempre abramos nuestros brazos a recibir y acompañar a todas las personas en sus diferentes estados de la vida y en sus diferentes situaciones de vida”.

 

 

 

 

 

 

FUENTE: ACI PRENSA