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El cambio constitucional en Rusia, una oportunidad de sucesión

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Por Samuel Cortés Hamdan

México, 16 Ene (Notimex).- Vladimir Putin podría dejar de ser presidente de Rusia en 2024. El cambio constitucional que el mandatario propuso este 15 de enero, el cual dota al poder legislativo, la Duma, de la capacidad para designar ministros, podría ser la antesala del cierre de la era Putin, estimó el internacionalista Rainer Matos Franco, experto en el estudio de Rusia.

A este hecho se sumó, también el 15 de enero, la renuncia de todo el gabinete, que derivó en el nombramiento de Mijail Mishustin como nuevo primer ministro. Mishustin era director del Servicio Federal de Impuestos y estará en el cargo al menos hasta finales de 2021, cuando la Duma se renueve.

El anuncio de Putin resultó impredecible y sorpresivo, como suele suceder conforme a su estilo, comentó Matos Franco, egresado de El Colegio de México (Colmex), en un análisis de la situación publicado en su Twitter.

“Todo indica que se intensificará el trabajo del partido, de Rusia Unida, de cara a las legislativas del próximo año, si es que la Duma llega a tener mayores facultades (que, insisto, tampoco son gran cosa). Putin sigue depositando todo en el partido”, estimó el doctorante en Historia Global de los Imperios por la Higher School of Economics de San Petersburgo.

“Tengo la impresión de que, como decía, a través de apostarle todo al partido se busca que en la sucesión no se desarticule el mismo. O sea: evitar la atomización de Rusia Unida, cuyo único núcleo es Putin. Y que los ‘cambios’ van hacia allá: repartir poder”, agregó.

Putin podría dejar la presidencia en 2024 o bien estar presente en el poder de manera más simbólica. Por ejemplo, presidiendo la Comisión de Seguridad, evaluó Matos Franco, autor de ‘Historia mínima de Rusia’, que forma parte de la colección del Colmex de historias mínimas.

El doctorante añadió que Serguéi Shoigú podría convertirse en el próximo presidente de Rusia en 2024.

Comprensión sin prejuicios

En entrevista previa con Notimex, Matos Franco estimó que la cobertura periodística mayoritaria en Estados Unidos y Occidente sobre los procesos rusos se construye desde el prejuicio y el desentendimiento, lo que fabrica en el mundo occidental una visión distorsionada del país gobernado por Vladimir Putin.

“Un problema enorme en la información sobre Rusia es esa herencia moralista de la Guerra Fría de querer fijarse en ‘derechos humanos’ con especial ahínco cuando se trata de Rusia, pero dejar de verlos en otros lados donde hay quizás mayores violaciones a ellos”, explicó.

“Es preocupante porque construye una imagen torcida del país. Se han violado más derechos humanos en el último mes en Chile o Bolivia que en el último año en Rusia”, dijo en referencia al golpe de Estado que obligó a Evo Morales a renunciar en noviembre pasado y a la represión sistemática que el presidente Sebastián Piñera ha ejecutado contra ciudadanos chilenos que protestan en las calles en demanda de un nuevo acuerdo social.

Vladimir Putin: factor definitorio

Aunque disminuye su popularidad año con año, la figura más popular del país sigue siendo el presidente Vladimir Putin, seguido en apoyo electoral por el Partido Comunista, que es la primera minoría legislativa, y por el Partido Liberal Democrático, de ultraderecha nacionalista, que en 2018 arrebató al partido de Putin gobernaturas importantes.

“Si bien estos partidos llegan a entenderse con el Kremlin, como es normal en un sistema autoritario de partido hegemónico, la negociación se define a partir del voto, no antes”, explicó Matos Franco.

En el mediano plazo, quizás la tarea más importante del gobierno ruso sea relajar la centralización. “Hacer el sistema menos dependiente de una persona, en términos fiscales, económicos o de simple comprensión del federalismo, porque cuando esa persona ya no esté las lealtades pueden trastocarse, y entonces sí habrá problemas serios”, estimó.

“La periferia se está despoblando a tasas elevadas y los jóvenes se van a vivir a Moscú o San Petersburgo, cuando no al extranjero. Entre ese problema de despoblamiento y descuido regional, la recientemente ampliada edad de jubilación y la mediocridad de la juventud con respecto a generaciones anteriores está el meollo del problema ruso en el largo plazo”.

Escenario mundial: “Rusia está preparada”

Los desafíos planetarios de los próximos 20 años encontrarán a Rusia entre los Estados mejor preparados para afrontarlos, pues es un país que no tiene prejuicios sobre nadie y se basa en una política exterior “abrumadoramente realista, pero generalmente respetuosa (aunque suene extraño) de los asuntos internos de otros países y del derecho internacional”, consideró Matos Franco.

“Las ocupaciones rusas de territorios en Georgia en 2008 y en Ucrania en 2014 deben entenderse como reacciones a los deseos de gobiernos nacionalistas por demostrar a Occidente, y en especial a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que su soberanía no será vulnerada”.

“A Rusia no le interesa restaurar imperios: le interesa que el Imperio atlantista no se siga expandiendo con la OTAN, que es una alianza militar que cada año incorpora nuevos adeptos en detrimento de Rusia, contra la cual fue creada. Al ocupar territorios en Georgia y Ucrania, Rusia impide que estos países se incorporen a la OTAN, pues la alianza requiere que los candidatos a incorporarse no tengan conflictos territoriales. Es una política cuestionable, pero que sirve para preservar el balance de poder, de por sí muy desbalanceado por una OTAN que se expande para cubrir las necesidades de la industria de guerra estadounidense en momentos de recesión internacional”, comentó a Notimex el autor de ‘Limbos rojizos’.

Rusia establece relaciones excelentes con la mayoría de países del mundo, en atención a principios de no intervención en asuntos internos “salvo cuando lo considera estrictamente necesario en su entorno”.

“La diplomacia rusa ha logrado llevarla bien con Estados Unidos, con Turquía, con Israel y con Irán en el conflicto sirio pese a ser el mayor sostén del gobierno de Damasco”.

“Putin está hoy con Erdogan, mañana con Xi Jinping, pasado mañana con algún presidente latinoamericano y al siguiente con Macron. Rusia importa y su papel es muy necesario en la resolución de conflictos. Si hay algún desafío para Rusia no es el de convertirse en un interlocutor más creíble (aunque también hay algo de eso), sino sobre todo mantenerse como un modelo alternativo de diplomacia, profesional, respetuoso y digno”.

En Siria, la labor diplomática rusa ha aportado a mantener el balance entre las partes en conflicto, mientras al mismo tiempo apoya al gobierno de Damasco.

“(Rusia) se ha convertido en el interlocutor por excelencia en esa guerra. Al mismo tiempo, ha logrado disminuir las tensiones con Ucrania, aunque sea un poco, y dejó ver en la nueva reunión del Formato de Normandía el mes pasado que corresponde al gobierno ucraniano determinar la suerte de los territorios en conflicto”, apuntó el estudioso.

En cuanto a la relación con China, el entendimiento entre ambos países históricamente ha sido una constante.

“Hasta mediados del siglo XX las dos eran sociedades que compartían muchos elementos: un territorio gigantesco, una sociedad multicultural y una población básicamente agraria. Eso abonó para que durante siglos fueran poderes aliados en muchos terrenos, lo cual continúa hasta hoy”.

“Tras las revoluciones en ambos países a principios del siglo XX la relación se tornó inmejorable entre Lenin y Sun Yat-sen. Acaso los pocos problemas se dieron precisamente en el siglo XX, en especial en 1969 cuando hubo escaramuzas fronterizas bajo un clima de tensión fuerte porque el maoísmo consideraba al liderazgo postestalinista soviético como revisionista. Quince años después ya eran amigos otra vez, bajo un reformismo común entre Gorbachov y Deng”, añadió el estudioso.