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El candidato mesiánico

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Andrés Manuel López Obrador hoy es el precandidato a la presidencia de la república por Morena, aunque a ciencia cierta podemos decir que terminará siendo el candidato, y competirá por tercera vez en las elecciones presidenciales, así como en su tiempo lo hizo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Las encuestas dicen, si decidimos creer en ellas, que, si hoy fuesen las elecciones, el próximo presidente de la república se llamaría Andrés Manuel, ¿cómo no? Después de una campaña de 12 años, cualquiera lo sería. Sin embargo, el efecto AMLO va más allá de una larga campaña, no hace falta analizar minuciosamente para darse cuenta que el motivo por el cual López Obrador crece en la preferencia de los electores, es por el hartazgo de los mismos. Allí está la clave, la gente está harta del sistema.

Obrador no tiene los estudios de Meade, o la retórica de Anaya, pero sí tiene algo que Meade, siendo el “candidato oficial”, y Anaya, siendo la “joven oposición”, no tienen, la confianza de un sector de la población, sector que lo puede poner en la presidencia con un 31%, once puntos arriba de su competidor más cercano, Meade que tiene un 20%, Anaya con 19%, Margarita con 10%, y el Bronco con 2%, claro, si estos últimos llegasen a recolectar todas las firmas que les faltan. (Esto según la encuesta realizada por la revista Forbes).

Hoy, el PAN y el PRI critican duramente a Andrés Manuel diciendo que es un peligro para México, que es un grave error que el llegase a ser presidente, lo cierto es que tanto PRI como PAN le pusieron la presidencia de pechito a AMLO, por lo que hicieron, dejaron de hacer, o simplemente, por lo que prometieron hacer y no hicieron, esto último se le reprocharía más a Acción Nacional.

Personalmente, no comparto la idea de que AMLO sea un Hugo Chávez, o un Nicolás Maduro, de hecho, las comparaciones se me hacen absurdas, principalmente porque considero que Andrés está muy lejos de ser socialista. Tampoco comparto la idea de desplegar una campaña sucia en contra de Obrador, o cualquier otro candidato, pues considero que es una total muestra de inseguridad y de falta de ideas. Una cosa es criticar objetivamente, y otra muy distinta es hablar mal, que lo puede hacer cualquier persona.

También han dicho que López Obrador es populista, bajo mi propia perspectiva yo solamente veo a un candidato, porque hay que decir que muchas veces, sino es que siempre, candidato y populista van tomados de la mano, preguntémosle a Peña con su “Mover a México”, o Calderón con su “Para vivir mejor”, Fox con “El gobierno del cambio”, Zedillo con “Bienestar para la familia”, Salinas y “Solidaridad”, De la Madrid y “La renovación Moral”, etc.

Cabe mencionar que el término “populista”, se usa en sentido negativo refiriéndose a las personas que prometen solucionar problemas de la noche a la mañana, como menciona el financiero.

Con lo previamente plasmado, no es mi intención dar a entender que apoyo a AMLO, que no lo hago, pues sus propuestas están estancadas en un espacio tiempo que no es el actual, otras simplemente me parecen irrealizables, y ridículas, como la de terminar con la corrupción en los primeros días de su gobierno o amnistía a los criminales, también me parece un tipo incongruente, muchas veces incoherente, e intolerante con falta de retórica.

Lo que yo busco es que, sin importar el color que defendamos, si defendemos alguno, debemos mirar con objetividad a todos los candidatos, y saber quién es la mejor opción.

No debemos depositar toda nuestra esperanza en algún candidato que proponga vivir en la gloria, esa que tanto hemos esperado y donde México pertenece, una sola persona no puede cambiar todo un sistema, pero un grupo de personas sí puede hacerlo, entonces tendremos que analizar no solamente al candidato, sino también, a las personas con las cuales se codea. Entonces sabremos quién es el más congruente con sus palabras y acciones. Una vez planteado esto, pregunto, ¿Andrés Manuel lo es?