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El derecho de mandar a “ching… a su madre” al gobierno

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El día de hoy, muchos medios de comunicación y la interacción con los lectores y usuarios de la red, comentan el considerado desatino y falta de respeto de una joven yucateca en el evento de Andrés Manuel López Obrador en Mérida.
Lo interesante, es que muchos que hoy condenan a la joven, son los mismos que hasta hace un año no bajaban de “pendejo” al ahora ex presidente Enrique Peña Nieto. Pero como se trata ahora de López Obrador, el tema cambia y no se debe permitir que se falte el respeto a la investidura del presidente.
No hay duda de que vivimos una sociedad muy diferente. En gran medida con la expansión de la globalidad y la interconexión transforman las generaciones actuales de jóvenes en sujetos más críticos de la sociedad, tengan o no razón en sus argumentos. Como docente de preparatoria trabajando con jóvenes todos los días, estamos más que expuestos a la crítica, el cuestionamiento respetuoso o no de las nuevas generaciones. ¿De qué nos extrañamos y nos rasgamos las vestiduras cuando hemos permitido tanto “programa basura y obseno” en los canales juveniles que han cultivado esta manera de ser, pensar y actuar en la juventud mexicana?
No me extraña esa manifestación de la chica que demuestra, por el semblante de su rostro, un “encabronamiento” por estar en ese lugar. Quienes fueron darán cuenta de lo engorroso que significó la espera para entrar y el tiempo que se debió aguantar para que llegue el señor cuando todo estuviese “lleno”. Inclusive hubo quienes se retiraron por esos inconvenientes en un horario de comida y de mayor calor por ser más allá del mediodía.
Los que fallaron fueron los “organizadores” del evento. Supongo que el equipo de Joaquín Díaz Mena debe recibir una reprimenda por haber permitido que este ex abrupto hoy sea el tema de discusión. Porque en lugar de estar hablando de los beneficios, es muy claro que el “insulto” al presidente, que tampoco tuvo la capacidad de darse cuenta de lo que sucedía y con ello quedar más en ridículo, es algo que no debió pasar.
No justifico ninguna falta de respeto.
Pero lo entiendo cuando vemos un gobierno que no está cumpliendo la gran expectativa de compromiso adquirida para iniciar desde el primer día de gobierno.
Lo entiendo cuando me entero de la muerte de niños con cáncer y otros pacientes por la falta de servicios médicos y de medicinas que este gobierno, escudado en la lucha contra la corrupción, se ha negado en comprar.
Lo entiendo cuando los residentes médicos denuncian que nos les han pagado por sus servicios, que es mucho menos de lo que se les otorga a los “ninis” por no hacer nada.
Lo entiendo cuando veo la necesidad de pobreza en México y un gobierno prefiere darle varios millones de pesos a otros países para resolver lo que ellos no pudieron hacer.
Lo entiendo cuando percibo a un “presidente achicado” ante el poder y manipulación de los Estados Unidos, empinado a solucionarle su problema migratorio en contra del respeto a nuestros hermanos centroamericanos que son más cercanos culturalmente a nosotros.
Lo entiendo cuando vemos lapidado nuestra economía familiar porque la gasolina no baja como lo prometió iba a suceder desde el primer día de gobierno y, por el contrario, se eliminan los subsidios y terminamos pagando más por un impuesto inhumano y antisocial del cual no hay intención de desaparecer.
Al final…
Si el gobierno tiene el derecho de hacer nuestra vida de la “chingada” ¿por qué nos escandalizamos cuando un ciudadano manda a la “chingada” al gobierno?