El ser humano ha evolucionado durante el recorrido su existencia superando distintos desafíos.
Su lucha en primera instancia fue contra las enfermedades y contra él hambre, cuantos hipótesis no existen acerca de este episodio, mismas que suponen un gran triunfo, la muestra es que aquí seguimos.
El siguiente paso lo fue vivir con sus iguales, episodio lleno de tropiezos y con muchos retos, en donde el principal fue ceder la libertad en pro de una igualdad para todos.
Aún si superar el segundo reto, el hombre decidió enfrentarse con sus iguales, convirtiéndose este en el más sangriento de los episodios en los que ha vivido, ya que por él pasaron dos conflagraciones mundiales, cuyo resultado no dio vencedores ni vencidos, solo transformó la forma en que se distribuía el poder.
No han pasado muchos años desde aquellos acontecimientos, tampoco han sido resueltos todos los desafíos, aún encontramos hambre y por lo que toca a la igualdad; pues parece demorarse más de lo esperado.
No conformes con eso, el ser humano pretende entrar de nueva cuenta a un juego de poder, en el que seguramente la regla será: Una vez iniciado el juego, solo se termina cuando se acabe todo.
A eso se reduce el desafío, ese del que hablo, ese que puede acabar con todo, ese que puede destruir lo conocido y aquello por conocerce, ese al que mueven la obscuridad y la maldad.
Y si aún pudiéramos seguir, claro si ya no hubiere desafío, ¿cómo deberemos de vivir?
