Inicio Análisis político Alejandro López Munguía En Yucatán, ya nadie escucha a nadie…

En Yucatán, ya nadie escucha a nadie…

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En Yucatán, hace tiempo que nadie escucha a nadie

Es una dinámica perversa, enmarcada por vicios, que se desarrolla en Yucatán generando enormes pifias políticas que perjudican a la población severamente. La clase política gobernante: gobierno (en sus tres niveles), partidos políticos, algunas cámaras empresariales, organizaciones sindicales, Congreso del Estado, Poder Judicial, hace mucho que dejaron de escuchar a la gente. Y la gente, hace mucho que dejó de hacerse escuchar. Ya nadie escucha a nadie. Y cada día crece más la desconfianza social hacia la política y hacia las autoridades.

Todo parece circunscribirse a la consecución de metas electorales, a las prebendas políticas, y a los beneficios económicos. La moda es “úsese y tírese”. “Prométase y olvídese”, “alíese y traiciónese”, “empodérese y aprovéchese”.

Lamentablemente abunda la soberbia, en muchos casos la petulancia y la falta de caridad. Claro que también existen los políticos que brillan por sus buenos oficios y linda empatía, son la excepción.

Gobernar es un arte donde el eje es el pueblo, ¿qué piensa el pueblo?, ¿qué desea el pueblo?, ¿qué siente el pueblo?, ¿a qué aspira el pueblo?, ¿cuáles son sus demandas?. Sin embargo, hace mucho que se “gobierna” sin el pueblo, lo que impide que el gobierno se anticipe a los problemas. Con su método de “les voy a decir lo que tienen que hacer para superarse”, dejan de escuchar y de esa forma se van agravando los problemas sociales, económicos y políticos. Éste mal hábito político genera peligrosas consecuencias.

Con preocupación, hoy vemos que los índices de violencia se han incrementado; los despojos de tierras y propiedades también; así como: las violaciones a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, los feminicidios, los atentados a la libertad de expresión, las violaciones a los Derechos Humanos, la negación de los Derechos Humanos, el incremento de los impuestos disfrazados, empresas trasnacionales explotan el agua en perjuicio de los habitantes, granjas contaminan el subsuelo sin que las autoridades se los impida, se han registrado ataques a periodistas desde el poder político, abusos y arbitrariedades contra Profesores, despidos masivos injustificados de trabajadores del gobierno, ataque a manifestantes con granadas lacrimógeno cuando se expresan democráticamente, entre otras linduras que lastiman a los ciudadanos y van en detrimento de la democracia y el desarrollo del estado.

Hay quienes aseguran que los gobernantes no “pierden el tiempo” escuchando a la población, porque no le conceden sabiduría alguna. En el gobierno se inventaron un mecanismo que les ayuda a darle la vuelta al asunto, creando la figura de Consejos Consultivos, en los que integraron a aliados (amigos) que les aprueban todo y les avalan todo. Lo integran empresarios, líderes de la sociedad civil, y funcionarios con los que acuerdan los “grandes beneficios” que disfrutarán los yucatecos. Toman acuerdos en círculo cerrado y se venden al público como la fórmula del éxito. En algún momento rindió frutos, pero, la situación cambió de forma paulatina en la medida en la que se acentuaron las demandas de la población. Asegurar que el Consejo representa a la población y por eso no hay necesidad de escucharla es un grave error. Nada suplanta la voz del pueblo.

No hay que vivir espejismos. Apostarle a la política cupular no da buenos resultados. No agrada al grueso de la población.

Yucatán es una entidad con alto índice de pobreza y de pobreza extrema. De acuerdo con los resultados de la medición de la pobreza 2018 en el informe 2020 del Coneval, el 40.8% de la
población de la entidad vivía en situación de pobreza, es decir, 900,500 personas,
aproximadamente. De este universo, el 34.1% (cerca de 753,400 personas) estaba
en situación de pobreza moderada, mientras que el 6.7% de la población se
encontraba en situación de pobreza extrema (alrededor de 147,100 personas). El
porcentaje de pobreza en Yucatán es 1.1 puntos porcentuales menor que el
porcentaje nacional (41.9%).

En el estado es necesario atender los reclamos, las exigencias, las demandas o ya de perdido, los planteamientos, sugerencias y propuestas que la misma población presenta a la autoridad. No debe darse paso a la cerrazón, a los ciudadanos hay que incorporarlos en la toma de decisiones.

La pobreza en la entidad es una realidad que se agrava con la falta de interés y voluntad política. En el interior del estado la situación es crítica a raíz de la pandemia del Coronavirus, falta de agua potable, mal servicio de luz eléctrica, inseguridad, abusos de la autoridad, el poder adquisitivo de la gente ha venido a menos. No hay recurso suficiente para saciar el hambre y generar producción del campo. La economía, la salud y la seguridad son temas que en verdad impactan en el ánimo de la gente. Pero por encima de estas carencias, está la calidez del gobierno. Sin calidez y atención, el pueblo no responde positivamente, así los programas y apoyos sean los de mejor calidad y de abundancia.

Éste fenómeno – la falta de calidez – está contribuyendo a la destrucción del tejido social, pues lastima la confianza que la ciudadanía tiene hacia el gobierno y sus instituciones. Crea una barrera entre gobierno y el pueblo, que difícilmente se podrá restablecer en el futuro.

Los yucatecos poco pueden hacer ante la cerrazón que se vive en la entidad. Simplemente es una falta de voluntad que asusta, preocupa e irrita, no es lo justo, ni democrática ni políticamente.

En campaña los políticos prometen cercanía y atención inmediata al a ciudadanía, pero una vez que logran el triunfo desaparecen, o se encierran en sus oficinas y nunca están para los ciudadanos. Éstas son prácticas que la gente castigará severamente en las elecciones del 2024. Ya lo vimos en el 2018.

La cerrazón desgasta al político. Le mina las posibilidades. El ciudadano forja una percepción negativa de él. “El gobierno sí trabaja, pero no me escucha”.

Rumbo a las elecciones del 2024, el pueblo yucateco conoce perfectamente a sus gobernantes. No habrá necesidad de que se esfuercen pagando campañas publicitarias y de marketing político para “ensuavizar” y “amabilizar” su rostro. En el 2024 la publicidad no bastará.

Los yucatecos necesitamos escucharnos. Es necesario y urgente volver a hacerlo. Sintonizarnos para sentir empatía. Solidarizarnos para tomar fuerza, apoyarnos para sentirnos unidos.

Calidez y empatía, para volver a escucharnos, entendernos y acompañarnos. Solo así se podrá generar la verdadera unidad y lograrlo todo.