En este caso, de los que esa fatídica noche estuvieron, por azares del destino, en el lugar y momento inadecuados, algunos resultaron heridos, otros encontraron la muerte en el accidente atribuido a errores humanos.
¿Quién fue Juan Camilo Mouriño como para ser ensalzado hoy en los personajes ilustres, como así lo quiere imponer el calderonismo?
No hay que olvidar las críticas que años atrás hicieron los príistas a la benevolencia del sistema político que no mostraba reparo en nombrar calles, edificios, parques, fraccionamientos, avenidas y escuelas, hasta hospitales, con nombre extraídos de la clase política gobernante, en muchas ocasiones, en vida los aludidos.
Juan Camilo Mouriño no aportó nada significativo al país. No encabezo ninguna lucha a favor de la sociedad… solo fue “amigo” del Felipe Calderón, hoy presidente de México. Que si bien era del conocimiento que sería el eventual sucesor en el proyecto transexenal era una cuestión que solo queda en la suposición, ajeno a los hechos concretos y evidentes.
Al comentar esta situación con amigos salió a relucir la frase “el pueblo, pan y circo”, sin embargo difiero de la aplicación de ese principio político. El homenaje luctuoso no le pertenece al pueblo, éste no está llorando y lamentándose de la perdida. Solo Calderón lo llora, se lamenta y desea que no pase desapercibida su perdida y dolor.
¿En dónde está la referencia presidencial a los ciudadanos que murieron y quedaron heridos con cicatrices que nunca se borraran?
Con el silencio y ensalzamiento de “un amigo” nos manda el Presidente el mensaje de qué y quiénes, en mente y realidad, son sus prioridades.
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