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¿Confiar a ciegas?

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El presente análisis, es un comentario del libro de Alejandro López
Munguía titulado "¡Confiar a ciegas? Elecciones 2006 y 2007. Un voto de
conciencia". Después de leer este ensayo y meditar sobre la viabilidad
de las ideas centrales, me propuse escribir algunas líneas de lo que a
mi entender es lo más interesante del análisis, alejándome de intereses
facciosos presento el siguiente comentario. ¿Hasta qué punto un
ciudadano es capaz de razonar su voto?, ¿qué porcentaje de los 68
millones de electores que aparecen en lista nominal razonan su voto?, ¿cómo vota el ciudadano mexicano?

Estas interrogantes desarrolladas a
profundidad nos darían una radiografía de cómo vota el ciudadano
mexicano. Tal vez, parafraseando a Joseph Napolitan, es muy posible
llegar a la conclusión que el elector que no tiene compromisos con
ningún partido político define su preferencia electoral prácticamente
frente a la casilla. Más que confiar a ciegas creo que existe una
miopía de algunas organizaciones políticas y ciudadanas al pretender
seguir confiando en partidos políticos que no representan nuevas formas
de hacer política. Sino, basándonos en la teoría general de sistemas,
son autopoyéticos, es decir, autoreproducen viejas prácticas del pasado
convirtiéndolas en banderas o causas nuevas, sobre todo en nuestro
estado.

Hoy en día, la nueva ley electoral local permite las
candidaturas independientes, hecho innovador que, sin lugar a dudas
beneficiarí a aquellas personas que no se ubiquen como parte de un
partido político. Aquellas que deseen hacer proselitismo desde la
sociedad civil, eso abre una nueva alternativa del ejercicio cotidiano
de la política. Fuera de grupos o bloques parlamentarios, la autonomía
en la toma de decisiones legislativas y sobre todo, la confianza
depositada en la autoridad electa por mandato popular. Pero también,
abrirá la posibilidad a los empresarios para costear su campaña con sus
propios recursos con la certidumbre jurídica de que al terminar el
proceso electoral se les podrá devolver hasta el 50% de lo que erogaron
durante su proselitismo.

Cabe señalar que, las reformas electorales en
nuestro país, han sido producto del fortalecimiento al sistema de
partidos en México. Si recordamos la ley electoral de 1963, con la
creación de los diputados de partido estuvo creada para darle
representatividad a las minorías políticas disminuyendo la sobre
representación que tenía el PRI.

De ahí en adelante, las demás
reformas, como la de 1977 que introdujo una figura nueva de
proporcionalidad al porcentaje de votos emitidos por partido político,
es decir, la figura de representación proporcional. Hoy día, se discute
la viabilidad de eliminar hasta 100 diputados de este mismo sistema.
Alejandro es, bajo el concepto aristotélico un zoom politkon, es decir,
ese animal político que por naturaleza le gusta encabezar o formar
parte de las causas sociales que como individuo lucha para mejorar su
entorno. Quienes lo conocen de tiempo atrás no lo podrán olvidar
encabezando las "retas" de futbol, así como pasando los fines de
semanas en el coro de la iglesia de su colonia, siempre ayudando, y
sobre todo demostrando su capacidad de liderazgo. La confianza
ciudadana es una tarea bastante ardua de poder lograr. En la
actualidad, ya los partidos políticos la tienen cada vez más difícil.
Desde que el ciudadano realiza un voto diferenciado, donde la
preponderancia del candidato rebasa el emblema y logo del partido.
Donde se centran en sufragar por quien es menos malo o más conocido,
los partidos políticos tienen ahí un talón de Aquiles.

Para la próxima
jornada electoral que se avecina, el próximo presidente de la República
no contará con el 50% de la preferencia electoral, es decir, no gozará
de legitimidad democrática o ciudadana. Estamos hablando que votará el
60% de la lista nominal, o sea, 40 millones de electores. Si a eso le
agregamos cómo andan las preferencias electorales hasta el momento,
podemos descifrar que hay un empate técnico de 36% entre Calderón y
López Obrador, es decir 14 millones de votos para ambos. Por eso la
conveniencia de incluir en la próxima reforma electoral, la figura de
la segunda vuelta para encontrar la legitimidad ciudadana. Y por
consiguiente estar a la par con los estándares de cultura política que
tienen otros países que viven bajo un sistema presidencial, como el
caso de Perú.

Alejandro hace un llamado a la ética política. Pero el
problema fundamental es seguir creyendo que los actores resolverán los
principales problemas económicos y políticos del país. Ese es el error
estructural. Se necesitan crear mecanismos de conformación de un
gobierno de coalición que le permita la gobernabilidad al próximo
presidente de Mpexico. Al pasar de un gobierno dividido o un sistema
presidencial acotado durante esta etapa transitoria que vive México, el
desgaste de los actores ha sido profundo y contundente. Las
instituciones han permanecido a pesar de buscar nuevos canales de
ejercicio gubernamental.

En el ámbito legislativo, México necesita
concretar acuerdos pero no apostarle al consenso, puesto que la
negociación tiene un costo social, electoral y político. Es necesario
crear la figura de un jefe del parlamento o un jefe de gabinete que sea
el encargado de cabildear con los grupos parlamentarios y llegar a
legislar en coalición. Aquí estaríamos ante un ejercicio un tanto
similar como el de Angela Merkel en Alemania, donde dos partidos
políticos tradicionalmente opuestos lograron coaligarse y hacer
gobierno. Aquí se privilegió el futuro del Estado y no los intereses de
grupo. Ante tal circunstancia, la reforma de Estado es urgente y debe
estar encaminada hacia un sistema de gobierno de coaliciones ganadoras.
Un gobierno capaz de encontrar la gobernabilidad a través de un sistema
plural, tanto de partidos como de ciudadanos reconocidos por el marco
electoral.

El relevo generacional siempre ha existido, en ciertos
momentos y circunstancias. No me cabe la duda que Alejandro López
Munguía forma parte de el. Los caudillos se han convertido en caciques.
Por qué regresar al pasado, por qué creerle a quienes tuvieron su
oportunidad y la desperdiciaron. En ocasiones creo más conveniente
apostarle al liderazgo joven y comprometido con la sociedad, aunque no
se ganen inmediatamente posiciones políticas, que ser rehén de ciertos
intereses grupales. (F.P.B., Mérida, Yucatán, México, a 20 de junio de
2006).
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