Inicio Análisis político Enrique Vidales Ripoll La defensa de la diversidad no debe atentar contra derechos de terceros

La defensa de la diversidad no debe atentar contra derechos de terceros

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De este modo, condeno que se pretenda elevar, en primera instancia la unión de personas homosexuales a matrimonio. No por negar el derecho a ejercer esa preferencia sexual y la búsqueda de equidad, que no es lo mismo que igualdad, en los derechos. Sin más bien, en la precisión de que un matrimonio abre otras posibilidades jurídicas en cuanto a los derechos y obligaciones. De tal manera que las ya definidas uniones de convivencia, pacto social u otras figuras que les garantice certidumbre con respecto a determinados derechos patrimoniales, sucesorios, e inclusive, de salud y seguridad social, son entendibles en la lucha por su reconocimiento.

Sin embargo, con la figura jurídica del matrimonio que lo iguala a condiciones, situación y circunstancia social que ha imperado por miles de años, desde que la humanidad decide vivir en sociedad como un pilar de la misma, es caer una falacia y error. Es atentar contra principios que hemos reconocido, inclusive en sociedades tan liberales como fueron los griegos, cultura cuna del pensamiento occidental, donde aún con la consabida y consentida práctica homosexual, no dejaron de darle un lugar importante a la familia, surgida del matrimonio, como una institución fundamental de su sociedad, por poner un ejemplo.

Lo peor es el intento de querer la adopción, como si el tener hijo fuese un derecho de la familia para ser está plena en sus supuestas funciones. Cuando no se considerado en el análisis y propuesta que es el niño o niña, producto de una familia, los depositorios del derechos de vivir y contar con una familia que les permite su crianza, sobrevivencia y educación en la sociedad. No es requisito fundamental de la familia el que si no tiene hijos, deja de serlo por ese hecho. La figura de la adopción es el derecho del niño, de aquel que por ciertas circunstancias de la vida no puede estar en un familia, siendo la sociedad quien debe garantizarles esa posibilidad.

No sabemos que implicaciones pueda tener la crianza de un niño en una pareja declarada homosexual. La sociedad, aún con este paso a una supuesta equidad de derechos no está preparada para afrontar nuevos estados de familia que le son ajenas a la realidad. Se que algunos sostendrán que hay muchas hijos que son educados por madres, e inclusive, padres solteros y no ha pasado nada. Así como también de hijos que terminan homosexuales en matrimonios muy heterosexuales, como también, muy conservadores. Lo maravilloso de la conducta humana es la misma diversidad que puede tomar cuando ejercemos nuestra voluntad y libertad, precisamente lo que están luchando. Pero ésta queda opacada cuando no respetamos la decisión o derecho de los demás, como ahora, en un contrasentido provocan en la lucha por la "equidad" una violación los derechos de los terceros como son los niños o niñas.

Me pongo en un punto medio, en una situación donde tenemos que reconocer los derechos de todos, de cada una de las partes, en una justa y moral medida. Donde todos salgamos ganando como sociedad, en el respeto y dignidad de cada uno, sin interferir en los derechos y obligaciones de los otros. Si la diversidad ha llegado creo que podemos vivir dentro de ella, pero sin que las decisiones de uno afecten a otros, como en este caso, lo es aceptar la adopción en lo que por naturaleza de especie están imposibilitados a tener hijos. No por ello se alteran sus derechos y obligaciones en la decisión de hacer una vida juntos.