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La histórica bajada en el río Paraná complica las exportaciones del agro en Argentina

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Buenos Aires, 30 jul (EFE).- La histórica bajada en el caudal del río Paraná, principal vía de saluda para los granos y derivados de Argentina, acarrea millonarias pérdidas para el sector agroexportador, el mayor aportador de divisas para el país suramericano.

La mayor bajada en el Paraná de los últimos 77 años está complicando seriamente las operaciones de carga de los buques en las terminales portuarias del gran Rosario, en la central provincia de Santa Fe, por donde usualmente sale el 70 % de los granos y el 96 % de los aceites y las harinas que exporta Argentina, uno de los mayores productores y exportadores agrícolas del mundo.

Para no encallar, los buques se ven obligados a emprender el periplo de salida hacia el Atlántico con menos carga.

Algunos, tras cargar lo que pueden en Rosario, completan su carga en los sureños puertos bonaerenses de Bahía Blanca y Quequén, mientras otros evitan la complicada navegación por el Paraná y optan por embarcar directamente en estos dos últimos puertos atlánticos.

En todos los casos, el fenómeno está provocando cambios en la logística con costes que, según confirmaron a Efe fuentes del sector, los terminan pagando los productores agropecuarios.

MILLONARIAS PÉRDIDAS

“La menor carga permitida en los buques y el riesgo de que un barco quede encallado provoca descuentos en los precios de los contratos (de granos y derivados) que son transferidos, finalmente, al productor agropecuario”, dijo a Efe Paulina Lescano, experta en mercados agrícolas.

Según cálculos de la Bolsa de Comercio de Rosario, los mayores costes logísticos, de transporte e industriales que acarrea la bajada del Paraná se traducirán este año en pérdidas económicas por 315 millones de dólares.

El cálculo tiene en cuenta los mayores costos relacionados con la necesidad de ajustar el volumen de carga de los buques y de desplazarse a otros puertos para completar el embarque, entre otros problemas logísticos que afectan también al transporte por barcazas que bajan por los ríos Paraná y Paraguay al gran Rosario desde Paraguay y Bolivia, países que utilizan el Paraná como vía de salida al Atlántico.

“La situación es grave y compleja”, dijeron a Efe fuentes de la Cámara de la Industria Aceitera de Argentina y del Centro de Exportadores de Cereales, que proyectan que, de prolongarse la bajante, las pérdidas ascenderían a 500 millones de dólares para finales de este año.

En el puerto de Bahía Blanca, a unos 750 kilómetros al sur de Rosario, los embarques al exterior van en aumento, principalmente de maíz, cuya cosecha está recién concluyendo en Argentina.

Según datos de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca, la carga de maíz por buque en este puerto registró en el período mayo-junio un incremento del 21 % en relación al promedio histórico.

El fenómeno, además, está alterando los precios: mientras en Rosario la tonelada de maíz cotiza en torno a 190 dólares, en Bahía Blanca, por la mayor demanda en puerto, el valor no para de crecer y ronda los 220 dólares.

PRONÓSTICO NEGATIVO

“El 70 % de las divisas que ingresan a Argentina surge del complejo de la soja, el maíz y el trigo. Si se limita o se traba la vía por donde sale el 80 % de las exportaciones de estos granos y sus derivados, se frena también el ingreso de divisas al país. Realmente es muy preocupante”, advirtió Lescano.

Ante la dramática situación provocada por las escasas lluvias en Brasil que alimentan la cuenca del Paraná, el Gobierno argentino ha declarado ya la emergencia hídrica en siete provincias.

El Instituto Nacional del Agua proyecta que para finales de septiembre el Paraná, a la altura de Santa Fe, podría alcanzar sus niveles más bajos de la historia, superando la marca de 1944.

Según alertó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), a los graves problemas de logística y de acceso al agua de las poblaciones ribereñas, “se suma todo lo productivo propio de los territorios a lo largo de la cuenca”.

De acuerdo con un informe del INTA, algunos de los principales impactos productivos se dan en la ganadería desarrollada en islas, bajos y áreas de ribera afectados por la baja disponibilidad de pastos y agua y en el cultivo de arroz por problemas en la captación de agua en la cuenca.

También se ven afectadas actividades como la apicultura, la pesca y el transporte fluvial de madera.