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La pintura como una cuestión mística

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Gastón de Gyves habla sobre su niñez en Juchitán y cómo lo influyó en su obra pictórica
Por Cristóbal Torres

México, 25 de abril (Notimex).— Gastón de Gyves es un pintor oaxaqueño oriundo de Juchitán, lugar de donde guarda recuerdos muy felices de su infancia, sobre todo de la convivencia con las bordadoras. En entrevista, recuerda las pláticas que sostenían, “normalmente eran sobre las costumbres del pueblo, los sucesos de la vida cotidiana y sus técnicas de bordado”.

      Aún se reproduce en su memoria la manera como utilizaban las telas, mezclaban los colores y realizaban los dibujos. Una de las cosas que más disfrutaba era ver “cómo dibujaban de un solo trazo los motivos florales que hacían en los bordados”. Para el pintor, la convivencia con las bordadoras de Juchitán “fue una parte muy importante de mi infancia por lo que compartí en ese taller de bordado”.

      Menciona que aquel taller donde creció actualmente ya no existe, “durante el terremoto de 2017, la casa de mis padres (que tenía más de 100 años) se perdió”, sin embargo, aclara que los talleres de bordadoras siguen activos y produciendo; es una de las actividades más longevas y conocidas del Istmo.

      A pesar de la fascinación que le generó aquella experiencia, el artista nunca consideró dedicarse al bordado, “era más una cuestión natural convivir en el lugar donde crecí, con lo que había a mi alrededor; yo lo veía como parte de mi vida cotidiana”. Sin embargo, reconoce que esa influencia afloró años más tarde, “cuando, con la familia, tuvimos que migrar a la Ciudad de México”, apenas él tenía entre 11 y 12 años.

      De Gyves menciona que dedicarse a la pintura “fue una cuestión mística”, pues tuvo ese significado que fundamentó su vida, “cuando tienes un camino a seguir y una vocación, es más una cosmogonía de vida”.

      Añade que en su caso, como hablante del zapoteco en el Istmo, “conservamos todo el pensamiento de la cultura zapoteca; el lenguaje es reflejo de tu pensamiento y es lo que forma el fundamento místico y espiritual de esa parte de ser pintor, es la raíz con la que nací”.

 La escena de su funeral

Su primera obra fue un cuadro donde pintó su propio funeral. Pensó que, si iba dedicar toda su vida a la pintura, lo mejor sería iniciar pintando el final del camino, “pero me proyecté más hacia las costumbres de los funerales de mi tierra, que es muy intensa en cuestión de pérdidas; dibujé la procesión fúnebre, las casas, los músicos que acompañan”. Recuerda que esto fue ya hace décadas atrás, “la debo tener por ahí guardada”.

      Como artista ha tenido la oportunidad de exponer en Bélgica, Suiza y Japón, de este último país recuerda que fue “una experiencia muy intensa” porque descubrió los vasos comunicantes existentes entre la cultura nipona y la mesoamericana, “eran muy parecidas en el sentido de que están muy conectados con la naturaleza”. Cuando se percató de eso, el pintor sintió descubrir una raíz universal que todas las culturas poseen, “aprendí que había una relación muy interesante y universal, era como un hilo conductor en el tiempo y en la distancia”.

      De Gyves anuncia que prepara material para una nueva exposición en Tokio, “pero nadie esperaba esta contingencia; hay que adaptarse a las circunstancias”. Al respecto, aclara que su proceso creativo no se ha visto afectado por la cuarentena, “yo creo que los pintores siempre estamos en cuarentena produciendo la obra dentro del taller; en lo particular, mi proceso creativo no ha sido afectado”.

      Actualmente trabaja en una obra basada en los siete pecados capitales y las tradiciones populares de los pueblos originarios, “estos siete pecados capitales los voy a desarrollar en un formato grande, con técnica de óleo sobre tela”. Aclara que no lo abordará desde un punto de vista religioso, sino “desde la condición humana, son estudios de exploración del origen del ser humano”.

      De Gyves declara que nunca ha tenido la necesidad de depender de apoyos, “afortunadamente, desde el primer cuadro que hice, mi obra ha tenido aceptación en sociedad, que es donde el pintor debe incidir siempre”. Menciona que sólo en una ocasión intentó aplicar para un apoyo del Fonca, “pero soy muy malo para reunir los requisitos, debes tener un equipo de asesores; se me hace muy complicada y compleja”.

      Sin embargo, se manifiesta como un artista a favor de los apoyos, “a mí me gustaría tener apoyo”. Señala que en México existe una paradoja: “hay una gran producción de arte en todos los aspectos; de hecho hoy en día el país es vanguardia a nivel mundial en conceptos estilísticos; sin embargo, se están haciendo acciones para atorar los estímulos”. Añade que sabe de muchos colegas, entre músicos, escritores y jóvenes pintores que necesitan ese tipo de apoyo “porque, si no, se van a ver obligados a frenar su proceso creativo al tener que priorizar la sobrevivencia”.