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La segura pérdida de la Presidencia de la República tiene nerviosos a los panistas, por Carlos Sarabia

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Cuentan que en la oficina principal de Megamedia la furia fue mayúscula, porque derrocharon mucha plata en un avión desde donde fotografiarían lo que pensaron sería una protesta espectacular. Las fotos serían distribuidas a todo el país para difamar a Ivonne Ortega y a Angélica Araujo. Les falló porque los meridanos libres no cayeron en el garlito. Coincido con don Luis Hevia Jiménez, el fanatismo panista es peligrosísimo para el progreso de Yucatán y de la patria en general. Por eso llevo ocho años denunciándolo en mis artículos.

Ese fanatismo, lo he dicho también otras veces, tiene su origen en varios factores, al menos en lo que respecta a los panistas vernáculos: 1.- Maniqueísmo exacerbado que les hace creer que ellos y sólo ellos son buenos, honestos y decentes. Viven plenamente seguros que sólo ellos merecen tener el poder. 2.- Del maniqueísmo derivan soberbia, sectarismo e intolerancia. Todas en grado superlativo. La derrota de 2007 fue un shock para los panistas.

Sin proponérselo, pues fue decisión de los electores, los priistas, con su triunfo, lastimaron enormemente el ego blanquiazul. Hasta la fecha no han podido superarlo. Esto dio lugar a un fenómeno complejo: el resentimiento. Paradójico, porque a pesar de que están conscientes que perdieron por su incapacidad y flaqueza, no pueden superar el shock porque esa incapacidad no les permite concretar la venganza que desean. ¿Cuál es esta? Hacer caer a Ivonne (o a Angélica). Recordemos algunos de sus slogans que comprueban mi afirmación: “Fuera Ivonne”, “Ivonne: ¡Renuncia!”; “Juicio Político a Angélica”, etc. Y es que el resentimiento es un sentimiento de mucho rencor.

Podemos definirlo como “odio retenido”, por eso en la antigüedad a los resentidos les llamaban amargados porque “retienen la ira por largo tiempo” (Sto. Tomás de Aquino, I-IIae, cuestión 46, de las especies de iras). El resentimiento es maligno y nefasto porque va acumulándose en las entrañas de la sociedad y de los partidos, y envenena la convivencia. Alerto que es necesario y urgente analizar, reconocer y escudriñar los efectos de las diferencias que nos aquejan en el plano político. El abismo entre panistas y priistas se agranda con los días. Su antagonismo daña irreparablemente nuestra imperfecta democracia. Lo más reprobable, y voy a decirlo con todas sus letras porque es imprescindible, es el camino que ha tomado de un tiempo para acá el Diario de Yucatan.

Quienes conocen los entresijos de la política yucateca saben que este medio tiene mucha culpa en la polarización política negativa que vivimos en Yucatán. Porque no nos hagamos tontos, el PAN yucateco es un satélite del Diario. Lo mismo digo de los numerosos membretes que han surgido y seguirán surgiendo para operar por Acción Nacional: reciben órdenes desde ese periódico. Preocupante, muy dañino para Yucatán, que dicho medio de comunicación escrita, tan influyente; y sus adláteres disfrazados de “luchadores ciudadanos, cívicos, familiares y hasta religiosos, sean promotores del odio, la mentira mediática, la división y el rencor entre la sociedad.

Preocupa que propaguen intolerancia manipulando hechos, y usen la mendacidad y el engaño para sembrar división entre la ciudadania, desconfianza e irrespeto hacia ciudadanos, autoridades y partidos que no sean de su simpatía política. Lo más grave es que no sólo lo hacen desde la versión escrita, sino también desde páginas electrónicas y en medios afines locales y nacionales en los que critican, destruyen, ofenden, agreden, sin proponer jamás soluciones que unan, que sean útiles o constructivas. Esa actitud muestra la baja condición humana de los directivos de dicho periódico y de los “dirigentes” de membretes. No en balde dijo Cristo: “Por sus frutos los conoceréis”.

Quien promueve la polarización, la división, la mentira, el odio, la intolerancia, el irrespeto al prójimo y el sectarismo es un criminal que atenta contra el género humano. Cuando a los medios periodísticos les da por promover el fanatismo, el apasionamiento mal llevado y la obstinación, o cuando en lugar de condenar la violencia, la ponderan, están fallándole a la comunidad. Hago notar a los actores políticos que me lean, que los márgenes de acción para que modifiquemos el estado de la cosas cada día se hacen menores. La división social promovida con frenesí por los panistas comienza a ser muy abrupta y el entorno tan rasposo que su arreglo parece imposible.

La presión acumulada entre las huestes blanquiazules forma ya un denso núcleo explosivo que podría hacer erupción en cualquier momento. Se acercan tiempos electorales. Advierto que las válvulas de contención están sumamente debilitadas o, de plano, se han ido cerrando. La provocación y el posterior zafarrancho en la Glorieta de la México son focos amarillos, el mejor ejemplo de que en un futuro cercano podría darse una crisis peor. No perdamos de vista la radicalización blanquiazul. Midámosla a través de muchos síntomas, frágiles unos, ridículos otros: actos y comportamientos ilícitos encabezados por sus mismos líderes, afiladas difamaciones y calumnias al otro o a todos, protestas y marchas de membretes afines que se niegan a practicar la sensatez y moderación.

Lamentablemente, aquí y en China las agresiones no se devuelven con actos de enternecimiento. Los agravios panistas han saturado los ánimos con veneno, y como sus actitudes se han tornado irracionales, los efectos de los enfrentamientos, las ofensas verbales y las calumnias no se desvanecen en el aire ni se calman con el tiempo. Por el contrario, radicalizan aún más a la sociedad, se alzan y amontonan unas sobre otras formando una envoltura de desconfianza, ira y venganzas en ciernes.

Advierto a los panistas: en la medida que agraven su radicalización, dividiran y dañaran la economía, la cultura, los ámbitos partidistas y el quehacer político en general. Triste que en un estado como Yucatán, el progreso sea obstaculizado por un porcentaje de población, dedicado a atacar al gobierno o a ponerle escollos en todos los niveles. La pérdida de la gubernatura en 2007, las derrotas subsiguientes y la posibilidad (casi seguridad) de perder la presidencia de la República el año próximo, tiene nerviosos a los panistas, lo que ha producido una beligerancia inaudita de sus militantes y dirigentes, azuzados, repito, por el Diario disponible, apellidado “de Yucatán”.- C.A.S.B.- Mérida, Yucatán, 8 de agosto de 2011 [email protected]*Analista político, Ex Regidor municipal