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La tensión religiosa entre hindúes y musulmanes alcanza nuevas cotas en India

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Nueva Delhi, 26 abr (EFE).- La India se encuentra sumida en una escalada de tensión religiosa, con disturbios entre la mayoría hindú y la minoría musulmana durante varias festividades, o controversias como la prohibición del velo islámico en algunas escuelas o la demolición de ciertas edificaciones como castigo por la violencia.

Organizaciones pro derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) han denunciado la creciente discriminación de los musulmanes indios, que achacan al proyecto político abanderado por el partido nacionalista hindú BJP del primer ministro, Narendra Modi.

OLA DE VIOLENCIA

Este mes varias procesiones religiosas para celebrar los nacimientos de los dioses hindúes Ram o Hanuman (la deidad mono) desembocaron en enfrentamientos con la minoría musulmana en al menos seis regiones de la India, incluida la capital Nueva Delhi.

Para el autor y director de Amnistía Internacional en la India, Aakar Patel, los choques van más allá de meros incidentes aislados y muestran un patrón “completamente político” impulsado por organizaciones afines al BJP y su influyente “padre ideológico”, la organización extremista Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS).

“El hecho es que están utilizando estas ocasiones supuestamente religiosas para movilizar a un gran número de personas e ir a los barrios musulmanes”, explicó Patel.

Según el director de AI, “los hindúes insisten en celebrar las llamadas procesiones religiosas blandiendo armas, insultando a musulmanes, y provocando deliberadamente la violencia”.

El fenómeno no es desconocido en la multicultural y multirreligiosa India, pero en los últimos años la tensión ha ido en aumento.

“Estoy muy preocupado, en mi vida he visto esta situación solo una vez, y tengo 52 años. Ocurrió durante la campaña del BJP contra la mezquita Babri”, situada en el estado norteño de Uttar Pradesh sobre el supuesto lugar de nacimiento del dios Ram, explicó Patel.

Una movilización que culminó con la demolición de la mezquita en 1992 por una turba de integristas hindúes y que causó una ola de disturbios en los meses posteriores en los que murieron unas 2.000 personas, en su mayoría musulmanes.

“Lo que es nuevo esta vez es que el Estado está de hecho fomentando la violencia”, lamentó Patel.

La prohibición del velo islámico en escuelas del estado sureño de Karnataka, una controversia creciente sobre el uso de altavoces en mezquitas en la región occidental de Maharashtra o los ataques de grupos extremistas a personas en defensa de las vacas sagradas son, según Patel, otros ejemplos de acoso al amparo del Estado.

ENFRENTAMIENTOS Y POLÍTICA DE EXCAVADORAS

El barrio delhí de Jahangirpuri, uno de los escenarios de la violencia de las últimas semanas, se vio golpeado primero por choques al paso de una procesión en honor a Hanuman frente a una mezquita, y cuatro días después por las excavadoras de la administración local.

Una respuesta de las autoridades del BJP a la violencia, demoliendo supuestas construcciones ilegales, que otros estados han reproducido también y que los medios indios han bautizado ya como “política de excavadoras”, presentada como una revancha contra los supuestos instigadores y que acaba centrándose en los musulmanes.

“Las revueltas son algo terrible, deberíamos vivir en armonía como hacíamos antes, como hermanos. No se puede conseguir nada luchando”, lamentó a Efe Mohammad Ikram en Jahangirpuri, mientras las excavadoras demolían tiendas y la entrada de una mezquita.

Apenas unas calles más lejos, en una zona habitada mayoritariamente por hindúes, Charan Singh condenó a Efe una violencia “que nunca había ocurrido en el barrio”.

Singh, de 27 años, también deploró la presencia de “bengalíes” en la zona, en referencia a los musulmanes supuestamente extranjeros residentes en Jahangirpuri y que han sido señalados como responsables de los choques por grupos nacionalistas hindúes.

“La gente suele tener miedo de venir a esta zona, porque aquí viven un montón de bengalíes (…), la Policía también les teme”, resumió Singh.

BUENOS MUSULMANES, MALOS MUSULMANES

Para la organización conservadora Vishwa Hindu Parishad (VHP), parte de la “familia” de asociaciones hinduistas del RSS al que pertenece el BJP de Modi, la violencia durante las procesiones religiosas nace de la minoría musulmana.

“No ha habido ni un solo líder musulmán o seudosecular que haya condenado el lanzamiento de piedras o el asesinato de policías encargados de la seguridad durante las procesiones”, dijo a Efe Surendra Jain, secretario general de la organización.

El problema para Jain procede de “la mayor parte” de los musulmanes en la India, una comunidad que según el último censo de 2011 asciende a 172 millones y que se identifica con los “invasores” musulmanes que se remontan hasta el siglo XIII.

“Una parte se sienten orgullosos de estar unidos a la India”, aclara.

Jain defendió el paso de estas comitivas religiosas, algunas organizadas por el propio VHP, ante mezquitas y otras zonas habitadas por musulmanes.

“Hay una lógica que dice que puede haber disturbios” durante estas comitivas, o fomentar que ciertos grupos se armen por su seguridad, pero “no apoyo este tipo de argumento”, zanjó.

David Asta Alares