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Las deudas por coronavirus agravan miseria en Malaui y disparan los suicidios

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Un grito de dolor lo despertó en medio de la noche en un tranquilo suburbio de la capital de Malaui. Paul Kaonga se vistió a toda prisa y fue a la casa de al lado.

La familia lloraba desconsolada. Le contó que Kondwani Botha, de 31 años y padre de una niña de dos años, se suicidó con veneno para ratas. Luchaba por mantener a flote la empresa de construcción y cuando llegó la epidemia de coronavirus tuvo que endeudarse.

“Estaba abrumado por problemas financieros y hacía cuanto podía. En el funeral todo el mundo decía que tenía que haber aguantado, porque la crisis nos afecta a todos”, contó el pastor Kaonga a la AFP a su regreso del entierro. Es el tercer suicidio en el barrio en dos semanas.

Unos días más tarde, otro vecino, plagado de deudas, se suicidó. Paul Kaonga culpa a la crisis económica agravada por la pandemia.

“La gente recurre a usureros para salir adelante y pagar a sus empleados”, dice. “Antes de que te des cuenta, debes tanto dinero que no puedes devolverlo”.

Trabajos ocasionales

Malaui ya era uno de los países más pobres del planeta cuando la pandemia de covid-19 golpeó al continente africano, debilitando aún más su economía.

La mitad de sus 19 millones de habitantes viven por debajo del umbral de pobreza y 1,1 millones entró en esta categoría este año, según el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI).

La mayoría de las personas de este pequeño país de África austral se ganan la vida con el comercio callejero y con trabajos ocasionales para los que necesitan desplazarse.

El coronavirus ha obstaculizado “la forma habitual de hacer negocios”, explica el economista Betchani Tchereni, que estima en casi tres millones los malauíes que han perdido parte de sus ingresos este año.

Esto ha causado un número creciente de suicidios, según las últimas cifras de la policía. Entre enero y agosto aumentaron un 57% con respecto al año pasado. La gran mayoría son hombres.

Las disputas familiares, las enfermedades crónicas, la depresión y las deudas vertiginosas son los principales factores, declara a la AFP el portavoz Peter Kalaya.

“Hemos adoptado un enfoque proactivo, concienciando sobre cómo los ciudadanos pueden lidiar con el estrés”, dijo.

Coronadeprimidos

Los médicos y el personal sanitario están alarmados por este ambiente depresivo.

La psicóloga Beatrice Chiphwanya, que tiene un consultorio privado en Blantyre, la capital económica del país, está preocupada por la cantidad de pacientes a los que ha atendido este año por motivos relacionados con las consecuencias de la pandemia.

“Ansiedad, incertidumbres en varios frentes… He recibido a más personas invadidas por pensamientos suicidas. Desgraciadamente en Malaui, pocos tienen acceso a consultas de psicólogos. No es asequible y demasiados pasan al acto”, declara a la AFP.

Las estructuras públicas de salud mental carecen de personal y fondos para tratar a quienes lo necesitan, una tendencia acentuada con la epidemia.

Malaui ha registrado oficialmente 5.900 casos de covid, incluidas 184 muertes.

Al personal psiquiátrico de los hospitales públicos se le pide que ayuden sobre todo en las salas de maternidad y pediatría, desbordadas, reconoce una funcionaria del ministerio de Salud, Immaculate Chamangwana.

Y el coronavirus ha agravado el sufrimiento de las personas psicológicamente frágiles, que son objeto de discriminación o estigmatización, subraya Gerald Namwaza, investigador de la oenegé MentalCare. “En Malaui, y sin duda más generalmente en África, a menudo nos reímos de ellos, los marginamos”, declara a la AFP.

“Estas personas son vulnerables. Entonces cuando les pedimos además que se aíslen por la epidemia, aumenta el riesgo de suicidio: es el doble castigo”.