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Las muecas de Lila Frías

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Durante la sesión del consejo político del PRI, celebrado el pasado domingo, hubo un momento en el que el Presidente del CEN, Alejandro Moreno “alito”, abrazó a Francisco Torres “Pumba”, Presidente del CDE mientras todos los asistentes aplaudían. En ese preciso instante las cámaras captaron la mueca de desaprobación de la Diputada Lila Frías, que también es Secretaria General del CDE.

El gesto de la legisladora revela el fondo de sus sentimientos hacia el líder estatal. Evidentemente no le agradó que “alito” propiciara un aplauso para él.

La historia entre ellos dos es tormentosa. Torres Rivas jamás estuvo del todo de acuerdo con el hecho de que ella fuera la integrante de su fórmula, pero, al ser recomendada, aseguran, por Jorge Carlos Ramírez Marín, senador y aliado suyo, no tuvo más remedio que “cargar con el petate”.

Lila nunca se ha sentido tomada en cuenta por parte de Torres. De hecho, está relegada por completo.

 

En diciembre pasado, tras la aprobación del presupuesto 2020 del gobernador Mauricio Vila, Lila y los demás diputados priístas pidieron la renuncia públicamente de Torres Rivas, acusándolo de traicionarlos, pues según dijeron, se había comprometido a apoyar el paquete financiero del mandatario panista, pero a la mera hora, organizó una protesta a las puertas del Congreso para mabifestarse contra la propuesta de Vila. Eso “encabronó” a los diputados, que ya habían “amarrado” con el gobernador panista.

Y cuando se esperaba que el domingo pasado, Torres Rivas fuera “ajusticiado” por “alito”, éste lo apapachó, generando las muecas de Lila.

Pero no solo Lila reveló sus verdaderos sentimientos, no, también lo hizo Karla Franco, líder de la CNOP y diputada estatal. A diferencia de Lila, Karla aplaudía mientras su rostro estaba “mimetizado”. Prácticamente estaba “comiendo sapos sin hacer gestos”, como marcan los cánones.

Todo un espectáculo, digno de la hipocresía y sed de venganza que reina en el tricolor yucateco.

De las caras de Rolando Zapata ya ni hablemos, fue insuficiente el escándalo de la batucada para ahogar cualquier indicio de protesta y abucheo en su contra.