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Los combates entre los militares birmanos y un bastión rebelde se recrudecen

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Bangkok, 15 may (EFE).- Los combates entre el Ejército birmano y rebeldes del estado Chin (oeste) que se oponen al golpe de Estado del pasado 1 de febrero se han intensificado en los últimos días, con al menos cinco civiles muertos, informó este sábado el autodenominado gobierno de unidad nacional, opuesto a la junta militar.

Dr Sasa, ministro portavoz de este Ejecutivo alternativo a la junta, acusó en un comunicado a los militares de atacar desde hace días a una población de 50.000 civiles de la etnia chin en la ciudad de Mindat con bombardeos, armamento pesado y siete helicópteros de ataque.

“Cinco civiles han sido matados en las últimas 48 horas por estos terroristas y 14 han resultado heridos”, afirmó Dr Sasa, en referencia al Ejército, a quien también acusó de destruir viviendas con los bombardeos aéreos y de arrestar al personal médico que acudía en ayuda de los heridos.

Los combates en la zona se han intensificado a pesar de que este jueves la junta militar declaró la ley marcial en la ciudad de Mindat como respuesta a una serie de ataques perpetrados por el grupo recién formado Fuerza de la Defensa Chin.

Bajo la ley marcial, que desde marzo se aplica en al menos seis barrios de Rangún, las detenidos por cargos como traición, ataques con armas o incitación a la violencia, entre otros cargos, son juzgados en tribunales militares, donde las sentencias son más severas e incluye la pena capital.

Alrededor de 150 rebeldes, calificados como “terroristas” por los militares, asaltaron el miércoles con armas y explosivos de fabricación casera una comisaría y una sucursal del banco propiedad de los militares en Mindat, unos incidentes que se repitieron el jueves y que conforme al diario oficialista New Light of Myanmar terminaron sin víctimas.

Según el diario digital The Irrawaddy, al menos cinco miembros del Ejército han fallecido en los últimos días víctimas del nuevo grupo rebelde del estado Chin.

Varias guerrillas de las minorías étnicas, que representan un tercio de los 53 millones de birmanos, llevan alzadas en armas desde hace décadas para pedir más autonomía o la independencia y algunas han expresado su apoyo al movimiento de desobediencia civil contra la junta militar.

Desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero, los combates se han recrudecido especialmente con las zonas controladas por el Ejército Nacional de Liberación Karen y el Ejército Independiente Kachin.

Al menos 788 personas han perdido la vida desde el sublevamiento por la brutal represión ejercida por las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones en rechazo del mando castrense, según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP), que no incluye en esta estadística los cinco últimos civiles muertos en los enfrentamientos en el estado Chin.

El Ejército birmano dirigido por el general Min Aung Hlaing justifica el golpe de Estado por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, en los que arrasó el partido de Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que cuentan con el aval de los observadores internacionales.