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Los mexicanos hemos olvidado para qué sirvió la revolución

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Los Mexicanos hemos olvidado para qué emprendimos en 1910 la gran Revolución…Hemos olvidado para qué se hizo, para qué sirvió.

Hoy que celebramos un aniversario más de la Revolución Mexicana, debemos recordar que no es solo motivo para un puente vacacional, o para organizar un desfile escolar, o de dependencias institucionales; sino que hubo un gran movimiento social que dejó cerca de un millón de mexicanos muertos, en el que se jugaba el destino de una nación libre, soberana y justa.

De 1910 a 1922, México se enfrascó en una cruenta lucha por la libertad, la democracia y la justicia social. Venía de sacudirse democráticamente la dictadura del General Porfirio Díaz que bajo el lema “orden y progreso”, condujo al país hacia una modernidad a la que la mayor parte de los mexicanos no podían acceder. En medio de esa condición de injusticias, se incubó la lucha por un México justo. Y con todo y que los revolucionarios se traicionaron entre sí, el país logró consumar su propósito.

Tras la revolución, México se consolidó como república, basada en un sistema fuerte sostenida por instituciones que le han dado al país, orden, viabilidad, sustentabilidad, modernidad y progreso. Una república que con el paso de los años ha avanzado en materia democrática, aunque aún queda mucho por avanzar en el respeto de los derechos humanos para todos. México sin duda es un país donde el Estado de Derecho motiva los esfuerzos cotidianos de todo el sistema, y significa una demanda permanente de los ciudadanos.

México es, gracias a la Revolución, una nación líder en todo el mundo, por su cultura, por su vida institucional, por su gastronomía, por sus recursos naturales, por su industria, por su idioma y dialectos, por su raza, por su carácter, por su talento musical, por su generosidad y sobre todo, por su espíritu de lucha solidaria.

México es todo eso y más… Sin embargo, el país atraviesa por un conflicto permanente pues el sistema político se ha corrompido; y el problema es que el pueblo mexicano ha dejado de luchar contra ese mal endémico.

Hoy que celebramos la gran revolución social de México del siglo XX, debemos recordar lo que somos, lo que fuimos y también, pensar en lo que deseamos llegar a ser.

A pesar de esa gran Revolución, a México le sigue doliendo su gran corrupción, su gran injusticia, su enorme desigualdad social, su dantesca lucha criminal, a México también le duele no poder vencer los prejuicios que impiden proveer a todos los ciudadanos de sus derechos humanos.

A México le duele la forma en la que es gobernado por una mayoría de grupos políticos que piden el voto para saciar su vergonzosa ambición de poder y de dinero. Le duele la impunidad y la venganza. Le duele la sin razón y el cinismo de una clase política que en su mayoría usa al pueblo y a los más desprotegidos para saciar su sed de poder.

México navega por un mar infestado de tiburones, el país está preso de intereses económicos que lo secuestran y lo manipulan. México está siendo saqueado por la delincuencia organizada desde el poder. Con pesar hoy nos enteramos que el país tuvo gobernadores que desviaron más de 100 mil millones de pesos para su peculio. Y no pasa nada.

Las cosas están mal en la nación. Mal porque el campo dejó de producir los alimentos que los mexicanos consumen. Ahora es más barato comprarlos que producirlos. Estamos infestados de comercios de comida chatarra y de tiendas de conveniencia, cuyas ganancias no se quedan en el país. ¡Qué le pasa a México!.

A 106 años de haber iniciado la gran Revolución, México ha vuelto a quedar postrado ante las injusticias sociales. Los pobres en México rebasan la cifra de 50 millones, y los que viven en extrema pobreza, son más de 11 millones de mexicanos. En contraste, el 1% de la población concentra el 43% de la riqueza en México. Sí, las condiciones son parecidas a aquellas épocas.

La reflexión nos debe conducir a tomar una actitud responsable, pero decidida, firme, frente a esta deplorable condición social, agravada por los intereses políticos, económicos y sociales de aquellos que ven al país como botín.

El 20 de noviembre como dije, no solo es ocasión para desfilar, descansar y aprovechar el buen fin.