Me queda claro que no habrá otra celebración más grande que mis ojos habrán visto. Solo queda dejar a los designios de la vida la fortaleza para estar presentes cuando Mérida, nuestra hermosa capital, cumpla los 500 de fundación. Por lo menos, hare el esfuerzo para que ese deseo se me pueda cristalizar. Mientras tanto, aquí continuaremos, desde la trinchera de la opinión aportando un grano en la consolidación de nuestro sistema de vida en todos sus aspectos. México, como Yucatán, y más especialmente Mérida, merecen que cada día salgamos con los ánimos para hacer de ellas motivos de verdadero orgullo.
Hoy le ha tocado a mi país, a cada uno de quienes lo conformamos, e inclusive, de quienes sin serlo así lo han adoptado en la sangre e identidad, decirnos muchas felicidades; somos México, somos una gran nación; somos los que hoy hemos heredado esta soberanía los que decimos gracias, por lo bueno y lo malo, por la apatía y la participación; por darnos oportunidades de salir adelante, de avanzar cuando el obstáculo se ha presentado; por ser un país que aún con las diferencias ideológicas y culturales somos únicos… porque somos como somos.
Es tanta la grandeza que no cabe definición. Es tanto el colorido que no cabe descripción. Es tanta la riqueza cultural que no hay concepto que haga transpirar todo lo que es México.
¡Felicidades México!… por un año más