La verdad neta es que ambos líderes de
partido mintieron y que Gómez Mont quiso mantener la discrecionalidad de su
comportamiento… son verdades objetivas que pueden ser interpretado su sentido a
la luz de la subjetividad propia del análisis: algunos condenaran, otros
alabaran.
Pero también resulta que por primera vez,
por lo menos, es que conocemos un acuerdo entre dos partidos políticos
protagonistas. Muy posible es que la materia del convenio y lo que no quedo
escrito pueda ser cuestionable, pero es una realidad que vemos a dos
contrincantes políticos asumir su liderazgo para pactar acuerdo que van en
función de los intereses propios que representan.
Ahora bien ¿qué queremos los mexicanos de
ellos? ¿No es acaso imperativo ver mucha más negociación en las fuerzas
políticas en un sistema político que se fundamenta en esas organizaciones
políticas?
Se ha polarizado el ambiente político, la
discusión en la Cámara se ha enrarecido por las confesiones, los mea culpa, las
exigencias de dar explicaciones y determinar quién fue el causante de la
mentira o de la indiscreción. En verdad cosas tan burdas e innecesarias de lo
que substancialmente requiere el país sumido en la lucha contra la delincuencia
sin programas sociales que cumplan la función de apoyar el crecimiento y
desarrollo, por solo decir un ejemplo.
Lo que aprendemos y concluimos de toda esta
situación es que verdaderamente ¡qué difícil resulta para los mexicanos ponernos
de acuerdo en lo que en verdad queremos!