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Norma Aleandro: “Yo soy una artesana de la interpretación”

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Madrid, 22 may (EFE).- Norma Aleandro, hija de actores, se subió por primera vez a un escenario a los tres años. La actriz argentina acaba de cumplir los 86 y aún tiene unos cuantos proyectos por terminar. Es divertida, optimista, derrocha energía y chispa y regala a cada paso una historia, un cuento, un pensamiento por explorar.

“Para mí la actuación tiene mucho de artesanía en el sentido de que hay que estudiar, preparar, y todo el tiempo, hay que mejorar. Yo soy una artesana de la interpretación”, afirma en una entrevista telefónica con Efe desde su hogar en Argentina.

Y detalla por qué lo dice. “Es mucho más fácil reconocer una artesanía bien hecha, que lo que se llama arte, que para mucha gente es algo bien distinto. Arte de repente es un cuadro que a mi no me gusta, y se llama arte, y para mi no lo es y para otro sí; en cambio, la artesanía es un trabajo delicado que hay que saber hacer”.

Su vida, sus poemas, su recién confesada habilidad como dibujante y su enorme experiencia actoral tratan de hacerse sitio en el documental “Norma Aleandro, el vuelo de la mariposa”, dirigido por el colombiano residente en Madrid Carlos Duarte Quin, que se estrena a la vez en cines y en Filmin, el 27 de mayo próximo, una cinta donde la inabarcable figura de Aleandro rebosa en el estrecho homenaje.

Poeta, dramaturga, payasa, cuenta-cuentos, bailarina, activista política -“no militante, solo pensante”, explica su hijo en el documental- y actriz autodidacta, además de madre, abuela, esposa, “novia”, dice ella, del psicoanalista Eduardo Le Poole, 50 años juntos, nunca contó “las Normas que caben en mi: lo único que no pierde ninguna es el buen humor”, confiesa a Efe.

El documental intercala sus poemas, declamados por ella misma en off, con pedazos de obras de teatro y películas; reúne testimonios de directores de cine y teatro como Claudio Tolcachir, Hernán Goldfrid, Carlos Núñez Cortéz o Luis Puenzo, con quien rodó “La historia oficial”, que ganó un Óscar en 1986 y la impulsó internacionalmente.

También está su familia, su hijo el actor y director de teatro Oscar Ferrigno Jr. y su nieto, el músico Iván Ferrigno, y amigos como Ricardo Darín o Sebastián Borensztein.

“Los que hablan de mi en la película, hablan bien, claro, son amigos”, vuelve a las risas la estrella, nominada al Óscar en 1987 por “Gaby, una historia verdadera”. Aunque ella jamás quiso serlo: “Armar un mundo paralelo de diva es salirte de la realidad”, dice Aleandro en un momento del documental: “Terminas convirtiéndote en un monstruito”, considera.

“Norma emociona y conmueve haciéndonos sentir el pálpito profundo de la labor que desarrolla. Enseña el camino recorrido y al hacerlo, aprendemos también de su propia vulnerabilidad. La mujer en todo sentido”, la presenta el director.

De madre española y padre de familia italiana, Norma nació en Buenos Aires porque allí llegaron ellos, con su hermana mayor que acababa de nacer, huyendo de la Guerra Civil española; “por suerte se trajeron a mi abuela, porque estaban siempre de ensayo”, comienza el cuento Aleandro.

Con tres años subió por primera vez a un escenario junto a sus padres, que sustituyeron con la niña a la actriz que debía hacer de su hija y que estaba enferma. “Nunca había visto una cosa tan rara”, dice: el ruido de los aplausos, “aquel salón lleno de sillas -eran las butacas”, se ríe.

Teatral y divertida, Aleandro cuenta la escena: “Mi mamá decía: ‘aquí está tu hija’ pero mi padre le contestó: ‘esa no es mi hija’, -yo que era la mimosa de mi papá-, y yo gritaba ‘papá, papá, que soy yo’. Al final, moría mi madre en el escenario y yo creí que me iba a dar un infarto. Cogí pánico al teatro. Mirá cómo empecé. Y después me enamoró, quién iba a decir que luego sería mi vida”.

Norma dice que le habría gustado contar en el documental más detalles de su infancia y adolescencia, de sus días de revolucionaria, o de exiliada. Admite -de nuevo entre risas- que quizá haría falta una serie larga para intentar contarlo todo. “Y que son muchas cosas”, comprende.

De momento, está pendiente de estrenar varias obras de teatro (compromisos aplazados por la pandemia, como “Mi abuela, la loca”, del autor chileno Julián Quintanilla, dirigida por Claudio Tolcachir) y ha editado su primer libro ilustrado con sus dibujos, “Confieso que pinto”, que incluye su poesía y micro guiones para teatro.

Mientras, De Poole, a su lado, no pierde la ocasión de lanzarle otro mimo. “Lo que más me gusta de ella es… ella”.

Alicia G. Arribas.