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Putin se atribuye la victoria en la defensa de Kazajistán contra la revuelta

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Por Tamara Vaal

NUR-SULTAN, 10 ene (Reuters) -El presidente ruso, Vladimir Putin, se atribuyó el lunes la victoria en la defensa de Kazajistán de lo que describió como un levantamiento terrorista respaldado por el extranjero, y prometió a los líderes de otros antiguos Estados soviéticos que una alianza liderada por Moscú los protegería también.

La mayor ciudad de Kazajistán, Almaty, volvió el lunes a la normalidad tras casi una semana de disturbios que han supuesto, con diferencia, las jornadas más violentas en los 30 años de historia independiente del que había sido el Estado exsoviético más estable de Asia Central.

Trabajadores de la limpieza retiraban los escombros de las calles, todavía llenas de coches quemados. La mayoría de los comercios volvieron a abrir, el transporte público y el tráfico retornaron, e internet volvió a funcionar durante varias horas en la ciudad, por primera vez desde el pasado miércoles.

La plaza cercana a la alcaldía, incendiada durante la revuelta, estaba firmemente controlada por las fuerzas de seguridad y cerrada al público. La policía registró los coches en los puestos de control.

Putin envió paracaidistas la semana pasada para proteger instalaciones estratégicas después de que los manifestantes antigubernamentales saquearan e incendiaran edificios públicos. Se cree que decenas de personas han muerto en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes en ciudades de todo el país.

El rápido despliegue de Rusia demostró la disposición del Kremlin a utilizar la fuerza para salvaguardar su influencia en las repúblicas de la antigua Unión Soviética, en un momento en que Moscú también está enfrentada con Occidente por los miles de tropas concentradas cerca de Ucrania.

Putin dijo en una cumbre virtual de la alianza militar de Estados exsoviéticos OTSC que el organismo había logrado “impedir el socavamiento de los cimientos del Estado, la completa degradación de la situación interna en Kazajistán y bloquear a terroristas, delincuentes, saqueadores y otros elementos criminales”.

“Por supuesto, entendemos que los acontecimientos en Kazajistán no son el primer, y ni mucho menos el último, intento de interferir en los asuntos internos de nuestros Estados desde el exterior”, dijo. “Las medidas adoptadas por la OTSC han demostrado claramente que no permitiremos que la situación se tambalee en casa”.

El presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, declaró en la cumbre que su país había superado “un intento de golpe de Estado”.

“Bajo la apariencia de protestas espontáneas, se desató una ola de disturbios”, dijo. “Quedó claro que el objetivo principal era socavar el orden constitucional y tomar el poder”.

Tanto Rusia como Kazajistán han descrito los disturbios como una insurrección respaldada por el extranjero, aunque no han dicho a quién culpan de su organización.

Rusia lleva mucho tiempo culpando a Occidente de fomentar las llamadas “revoluciones de colores” —levantamientos que han derribado Gobiernos en países como Georgia, Ucrania, Kirguistán y Armenia— y reivindicando protagonismo en su represión. Apoyó al líder de Bielorrusia en el aplastamiento de las manifestaciones en 2020.

TOMA DE POSESIÓN

El levantamiento en Kazajistán comenzó como protestas contra un aumento del precio del combustible el día de Año Nuevo y se extendió rápidamente la semana pasada a manifestaciones en todo el país contra el Gobierno y el antiguo líder Nursultan Nazarbayev, de 81 años. Nazarbayev, el gobernante más longevo de un antiguo estado soviético, cedió la presidencia a Tokayev hace tres años, pero se cree que ha mantenido las riendas del poder.

“El principal golpe se dirigió contra (la ciudad de) Almaty. La caída de esta ciudad habría allanado el camino para la toma del sur, densamente poblado, y luego de todo el país”, dijo Tokayev. “Tras esto planeaban tomar la capital”.

Kazajistán ha sido gobernado con firmeza y con poca oposición política organizada desde la independencia, pero durante décadas se consideró que era un país mucho menos volátil y represivo que sus vecinos de Asia Central. La violencia conmocionó a los habitantes de Almaty, que compartieron en internet un poema en el que lamentaban que la “ciudad jardín” hubiera sido “violada, tomada, pisoteada e incendiada”.

Tokayev dijo que pronto terminaría una operación antiterrorista a gran escala, junto con una misión de la OTSC que, según dijo, contaba con 2.030 efectivos y 250 piezas de material militar.

El Ministerio de Asuntos Exteriores kazajo dijo en un comunicado que entre los atacantes había “individuos con experiencia en zonas de combate militar en las filas de grupos islamistas radicales”, sin dar más detalles.

El Comité de Seguridad Nacional, sucesor del KGB de la era soviética, dijo que la situación se había estabilizado y que las fuerzas de seguridad habían restaurado el control.

La semana pasada, Tokayev destituyó al jefe del comité, Karim Massimov, y a su principal adjunto, el sobrino de Nazarbayev. Masimov ha sido detenido desde entonces por sospecha de traición. No se sabe nada del propio Nazarbayev, que fue despojado de un puesto de seguridad que había conservado tras abandonar la presidencia.

El lunes fue declarado día de luto por los muertos en los disturbios. Los medios de comunicación rusos y estatales, citando una publicación del Gobierno en las redes sociales, han informado de que 164 personas habían muerto. Las autoridades sanitarias y policiales no han confirmado esta cifra, y la publicación original en las redes sociales ha sido eliminada.

Un anterior primer ministro kazajo, Akezhan Kazhegeldin, declaró el domingo a Reuters que Tokayev debe actuar con rapidez para consolidar su control después de parecer que ha roto con Nazarbayev.