Reconocer que no basta con tener un padrino que desee “cuidarte”, o “promoverte” es el inicio de la conciencia democrática, porque es una tremenda irresponsabilidad dejar en manos de ignorantes tan importante tarea. Ser legislador no es sinónimo de “escuela”.
Todos los partidos políticos están llenos de este gran mal. Y no se ponen a pensar en México, sino en sus intereses personales. Allí ves al hijo de tal personaje, al sobrino del que fue procurador, al ahijado del ex gobernador, pero de entre todos no haces ni uno. Eso sí, tremenda “dieta” que se mandan.
Por eso no estoy de acuerdo con la reelección de legisladores, si ni siquiera hay un filtro, un exámen que nos permita saber si un aspirante tiene el perfil para ser candidato.
Es dramático ver a partidos políticos buscando candidatos, como es el caso del PT o de Convergencia que agarran lo que sea y donde sea.
Para unos, los legisladores solo son levanta dedos, para otros, son simples vasallos, los buenos son los “premiados”, los privilegiados.
Mientras no se modifique la Ley Electoral, en el sentido de que especifique el perfil de los legisladores ya sea diputados o senadores en el ámbito federal o diputados locales, no servirá de nada la propuesta del presidente Felipe Calderón.
La reelección bajo las reglas actuales que regulan a los aspirantes, definitivamente no sirve de nada.
Un buen perfil es que sean personas honorables que tengan trabajo a favor de la ciudadanía, comprobable. Porque está visto que en vez de legisladores solo tenemos aplaudidores. Claro, con dignas excepciones, pero insuficientes para el gran reto de generar las soluciones a los problemas del país, del estado y los municipios.
Ya estamos hartos de legisladores borrachos, dormilones, buenos para nada, soberbios, tremendos “huichos” … imaginemos que se reeligen ¡No ma … no, NO!!.
No a la reelección de legisladores, al menos no hasta que cambie la Ley Electoral vigente y establezca ese perfil que señalé