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Reino Unido intenta dejar atrás 25 años de mano de obra importada

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LONDRES, 5 oct (Reuters) – El modelo de importación de mano de obra barata de Reino Unido, con 25 años de antigüedad, se ha visto alterado por el Brexit y la pandemia de COVID-19, sembrando las semillas de un invierno de descontento al estilo de los años 70, con escasez de trabajadores, aumento de las demandas salariales y subidas de precios.

La salida del país de la Unión Europea, seguida del caos de la mayor crisis sanitaria en un siglo, ha sumido a la quinta economía del mundo en un repentino intento de acabar con su dependencia de la mano de obra barata importada.

El experimento del Brexit del primer ministro Boris Johnson – caso único entre las principales economías del mundo- ha tensado aún más unas cadenas de suministro que ya sufrían a nivel mundial para todo tipo de productos, desde la carne de cerdo y las aves de corral hasta los medicamentos y la leche.

Los salarios, y por tanto los precios, tendrán que aumentar.

El impacto a largo plazo sobre el crecimiento, la suerte política de Johnson y la relación intermitente del Reino Unido con la Unión Europea no están claros.

“Es realmente un gran punto de inflexión para el Reino Unido y una oportunidad para que vayamos en una dirección diferente”, dijo Johnson, de 57 años, cuando se le preguntó por la escasez de mano de obra.

“Lo que no voy a hacer es volver al viejo modelo fracasado de salarios bajos y baja cualificación, apoyado por una inmigración incontrolada”.

Johnson dijo que los británicos votaron por el cambio en el referéndum del Brexit de 2016 y de nuevo en 2019, cuando una victoria electoral aplastante lo convirtió en el primer ministro conservador de Reino Unido más poderoso desde Margaret Thatcher.

Los salarios estancados, dijo, tendrán que aumentar, lo cual para algunos fue la motivación económica detrás de su voto a favor del Brexit. Johnson ha dicho sin rodeos a los líderes empresariales en reuniones a puerta cerrada que paguen más a los trabajadores.

“Recuperar el control” de la inmigración fue un mensaje clave del referéndum sobre el Brexit, que ganó por un estrecho margen la campaña del “Leave” (“Salir”) liderada por Johnson. Posteriormente, el político conservador prometió proteger al país de la “máquina destructora de empleos” de la Unión Europea.

“AJUSTE” DEL BREXIT

Johnson presenta su apuesta por el Brexit como un “ajuste”, aunque sus oponentes dicen que está disfrazando la escasez de mano de obra como una oportunidad de oro para que los trabajadores aumenten sus salarios.

Pero restringir la inmigración supone un cambio generacional en la política económica del Reino Unido, justo después de que la pandemia desembocara en una contracción del 10% en 2020, la peor en más de 300 años.

Cuando la UE se expandió hacia el este tras la caída del Muro de Berlín en 1989, Reino Unido y otras grandes economías europeas acogieron a millones de inmigrantes procedentes de países como Polonia, que se incorporó al bloque en 2004.

Nadie sabe realmente cuántas personas llegaron: a mediados de 2021, el Gobierno británico dijo que había recibido más de 6 millones de solicitudes de asentamiento de ciudadanos de la UE, más del doble de lo que estimaba que había en el país en 2016.

Tras el Brexit, el Gobierno dejó de dar prioridad a los ciudadanos de la UE sobre los de otros lugares.

El Brexit provocó que muchos trabajadores de Europa del Este -entre ellos, unos 25.000 camioneros- abandonaran el país, al tiempo que se paralizaban unos 40.000 exámenes para obtener el carné de conducir de camiones debido a la pandemia.

En Reino Unido faltan ahora unos 100.000 camioneros, lo que ha provocado colas en gasolineras y preocupaciones por la llegada de alimentos a los supermercados, mientras que la falta de carniceros y mozos de almacén también es motivo de preocupación.

“Los salarios tendrán que subir, así que los precios de todo lo que entregamos, de todo lo que se compra en los estantes, también tendrán que subir”, dijo Craig Holness, un camionero británico con 27 años de experiencia.

Los salarios ya se han disparado: un puesto de conductor de vehículos pesados de clase 1 se anunciaba por 75.000 libras (102.500 dólares) al año, el más alto del que el reclutador había tenido noticia.

¿INVIERNO DEL DESCONTENTO?

El Banco de Inglaterra declaró el mes pasado que la inflación del IPC iba a aumentar hasta el 4% a finales de este año, “debido en gran medida a la evolución de los precios de la energía y de los bienes”, y que los argumentos para subir los tipos de interés desde sus mínimos históricos parecían haberse reforzado.

El banco central apuntó a la evidencia de que “las dificultades de contratación se habían generalizado y agudizado”, lo que sus miembros atribuyeron “a una combinación de factores, entre ellos la recuperación de la demanda más rápidamente de lo previsto y la reducción de la disponibilidad de trabajadores de la UE”.

Los ministros de Johnson han descartado en repetidas ocasiones la idea de que Reino Unido se dirija a un “invierno del descontento” como el que ayudó a Thatcher a llegar al poder en 1979, con una espiral de demandas salariales, inflación y escasez de energía, o incluso que el Brexit sea un factor.

“Nuestro país lleva mucho tiempo con una tasa de crecimiento salarial comparativamente baja -básicamente salarios estancados y productividad totalmente estancada- y eso se debe a que, crónicamente, no hemos invertido en las personas, no hemos invertido en equipos y se han visto salarios planos”, dijo Johnson el domingo.

Pero no explicó cómo se solucionaría el estancamiento salarial y la escasa productividad con una mezcla de menor inmigración y mayores salarios que alimentan la inflación que se come los salarios reales.

Tampoco quedó claro cómo afectaría la subida de precios a una economía impulsada por el consumo y cada vez más dependiente de las cadenas de suministro, cuyos tentáculos se extienden por toda Europa y más allá.

Para algunos observadores, el Reino Unido ha cerrado el círculo: entró en el club europeo en la década de los 70 como el enfermo de Europa y su salida, según esperan claramente muchos políticos europeos, le llevará de nuevo a un callejón sin salida que servirá de aviso para los demás miembros del bloque.

El legado de Johnson dependerá de si consigue demostrar que están equivocados