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Si no se convierten, perecerán de manera semejante

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HOMILÍA

III DOMINGO DE CUARESMA

Ciclo C

Ex 3, 1-8. 13-15; 1 Cor 10, 1-6. 10-12; Lc 13, 1-9.

 

 

“Si no se convierten, perecerán de manera semejante” (Lc 13, 3).

 

                In láak’e’ex ka t’aane’ex ich maya kin tsikike’ex yéetel ki’imak óolal. Ka’ajuake Papa Francisco tu k’ubaj Rusia yéetel Ucrania ti’ u Inmaculado Corazón de María. Ko’one’ex Payalchi’ex ti Inmaculado Corazon de María u ti’al ka yanak Jéets’ ool ti Ucrania. Bejla’e’ u T’aanil Yuumtsile’ ku káatikto’on ka k’atik u a’asal síipil yéetel penitencia ti’ le kuxtal

 

                Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo con el afecto de siempre, y les deseo todo bien en el Señor, en este tercer domingo del tiempo de Cuaresma.
                Desde hace diez años, este día 20 de marzo ha sido declarado por la ONU “Día Internacional de la Felicidad”, con el objetivo de reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos. La verdadera causa, la infalible razón para ser felices es conocer el amor.

                Sin embargo, el amor humano, así como nos puede ofrecer muchos momentos de felicidad, también nos puede causar grandes decepciones y sufrimientos. En cambio, sabernos amados por Dios, vivir amándolo a Él y a nuestro prójimo es el mejor motivo para una verdadera felicidad, que no necesita ni de la salud, ni del dinero ni de nada en particular. Creer en Dios, esperar lo que Él nos ofrece y vivir nuestra vocación de amar, nos hace felices y nos lleva a la felicidad eterna.

                Veamos con la mirada de Dios, para alcanzar la felicidad plena. La primera lectura de hoy nos presenta el llamado que Dios le hace a Moisés para enviarlo a sacar a su pueblo de Israel de la esclavitud en la que vive en Egipto. Él, sin importarle que era protegido por la hija del faraón, se interesa por sus hermanos hebreos e interviene salvando a un hebreo de ser maltratado por un egipcio al que mata, teniendo luego que huir para que no lo alcanzara la justicia del Faraón. No era el momento ni la forma que Dios quería para salvar a Israel.

                Luego, cuando Moisés estaba ya muy tranquilo en la tierra de Madián y hasta se había casado, es cuando Dios se le manifiesta enviándolo a una misión muy difícil de cumplir, en la que necesita ante todo abandonarse en las manos del Señor confiando en Él.

                A todos nos puede pasar que, teniendo la mejor intención de hacer algo bueno, parece que todo nos sale mal y que ya no hay nada qué hacer. Como muchos dicen ahora: “los tiempos de Dios son perfectos”; el hombre de fe ha de estar abierto al tiempo de Dios, estando dispuesto al tiempo y modo que el Señor le sugiere.

                Dios le habla a Moisés desde la zarza que ardía sin consumirse: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores y conozco bien sus sufrimientos” (Ex 3, 7). Esto sucede hoy en día, el Señor nos ve, nos oye y nos conoce; hoy mira el sufrimiento de todos nuestros hermanos en Ucrania; el sufrimiento de todos los migrantes, obligados por el peligro y la miseria a abandonar su patria, el sufrimiento de los refugiados, desplazados y víctimas de trata; el sufrimiento de todos los familiares de todos los muertos y desaparecidos día con día en tantos lugares de la geografía mexicana; el sufrimiento de cada enfermo y todos los sufrimientos humanos.

                Y tú, ¿miras hacia donde Dios mira?, ¿o te volteas para ignorar el sufrimiento de tus hermanos? Como cristianos estamos llamados a compartir la mirada compasiva de Dios nuestro Padre, a orar por todos los que sufren y hacer todo lo que esté a nuestro alcance por servir al Cristo que sufre y padece en cada uno de ellos. A través de ti y de todas las personas de buena voluntad, Dios quiere continuar mirando al que sufre y levantarlo de sus penas.

                El Señor le revela a Moisés cuál es su nombre, un nombre que revela la esencia de Dios. Le dice: “Mi nombre es Yo-soy”, lo que en hebreo corresponde a “Yaveh” (Ex 3, 14). Él es el que es, desde siempre y para siempre, todos los seres hemos recibido nuestro ser de su Ser. Es el único ser necesario y omnipotente. Todos los demás: los seres humanos, los animales, los minerales y los vegetales, todo lo que existe en el universo, existe gracias a Él. Como se dice desde antiguo: “En Él vivimos, nos movemos y somos” (Hch 17, 28). Decía Santa Teresa de Ávila: “Sólo Dios basta”, y hoy nosotros podemos decir que sólo Dios basta para ser felices.

                El evangelio de hoy, según san Lucas, nos ayuda a entender que nadie se muere porque sea malo o bueno, sino porque la muerte es una realidad ineludible del ser humano. Sea por guerra, sea por violencia, sea por accidente o por enfermedad todos tenemos que morir tarde o temprano. Jesús nos invita en este pasaje a arrepentirnos cada día, porque no sabemos si será el último.

                Jesús pone el ejemplo de la higuera que no ha dado higos, así como del amo del viñedo donde se encontraba la higuera que ordenó cortarla para que no ocupe la tierra inútilmente. Pero el viñador solicitó dejarla otro año diciéndole: “Voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré” (Lc 13, 8-9).

                Esa higuera eres tú. ¿Estás dando frutos agradables al Señor?, ¿muchos o pocos frutos? Si la respuesta fuera negativa, todavía hay tiempo “de remover tu tierra y echarle abono”. Cada día que amanece, agradece al Señor la oportunidad que te da “de aflojar tu tierra y echarle abono”.

                Cada día es una oportunidad de ser felices “removiendo tu tierra y abonándola”. No apartemos los ojos de los que sufren, mirémoslos con la mirada comprometida que Dios tiene para con todos ellos, y eso nos hará dar los mejores frutos para el Señor; así seremos felices, aún sin tener todo lo que el mundo valora y suele desear.

                Pasado mañana, martes 22 de marzo, se celebrará el Día Internacional del Agua. Esta celebración podemos verla desde la fe como la gratitud a Dios por contar con este vital líquido. De igual manera, también podemos ver nuestra responsabilidad en el uso del agua. En Monterrey, por ejemplo, el servicio de agua está siendo racionado, porque las presas que surten a la ciudad están sumamente disminuidas.

                En nuestra tierra de Yucatán los expertos han ratificado la alerta que en septiembre del 2019 lanzamos desde la Iglesia, advirtiendo que el 90% del agua en nuestro suelo tiene algún grado de contaminación. Seamos responsables en el uso de este regalo del Señor para nuestra subsistencia.

                Además, continuemos orando por la paz en Ucrania, en México y en el mundo entero. El próximo viernes 25 de marzo, en la solemnidad de la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo, el Papa Francisco va a consagrar a Rusia y a Ucrania al Inmaculado Corazón de María. Lo hará a las 5:00 de la tarde, hora de Roma; 10:00 de la mañana, hora de México. Unámonos a esta consagración.

                Que tengan todos una muy feliz semana. ¡Sea alabado Jesucristo!

 

 

+ Gustavo Rodríguez Vega

Arzobispo de Yucatán