CANBERRA / SÍDNEY, 16 ago (Reuters) – Sídney, la mayor ciudad de Australia, registró el lunes su día más mortífero de la pandemia de COVID-19, mientras los militares y la policía establecían controles de carretera para limitar la circulación de personas, y Melbourne se enfrentaba a un toque de queda nocturno y a otras dos semanas de confinamiento.
Sídney, que se encuentra en su octava semana confinada, es el epicentro de la tercera ola de COVID-19 en Australia, que amenaza con empujar la economía del país, de 2 billones de dólares australianos (1,5 billones de dólares), a su segunda recesión en otros tantos años.
La primera ministra del estado de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, dijo que en las últimas 24 horas habían muerto siete personas a causa del COVID-19, superando el anterior récord de víctimas diarias del estado, que se produjo a principios de este mes.
Berejiklian dijo que Nueva Gales del Sur había detectado 478 infecciones, el mayor aumento en un día desde que comenzó la pandemia.
“Nuestras cifras de transmisión comunitaria son preocupantemente altas”, dijo Berejiklian a los periodistas en Sídney.
“Cada muerte es una persona que tiene seres queridos, que ha muerto en circunstancias trágicas”, añadió.
Las autoridades también confirmaron la muerte de un chico de 15 años de Sídney, que tenía meningitis neumocócica y COVID-19.
Australia ha confirmado 55 muertes desde el 11 de julio, rompiendo una racha de más de tres meses sin víctimas mortales. En total, Australia ha registrado 966 muertes por COVID-19.
El número de víctimas aumentó mientras se desplegaron 200 militares por todo Sídney para establecer controles de carretera en las zonas más afectadas, en medio de los persistentes informes de personas que se saltaban las normas de confinamiento. El último despliegue se suma a los 500 efectivos enviados el mes pasado.
