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¿Somos corruptos?

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Me encontraba camino a la universidad, la oscuridad de la madrugada desaparecía lentamente cediéndole protagonismo al sol que aparecía en el horizonte, fue en ese momento cuando en la radio dieron una noticia que llamó inmediatamente mi atención, “México es el país más corrupto de América Latina”, lo primero que se me vino a la mente, fueron las imágenes de aquellos ex gobernadores que le robaron a sus estados dejándolos en calzones.

Pero en ese preciso momento hicieron la importante aclaración, no estaban refiriéndose a algún personaje de la política de nuestro país, sino al 51% de la población mexicana que ha sobornado a diversas autoridades en el último año, ya sea un docente, trabajador de la salud, funcionario gubernamental, policías, jueces, etc., todo expuesto por la organización “Transparencia internacional”, en el documento “La corrupción en aumento en América Latina y el Caribe”

En el Barómetro Global de la Corrupción, había cinco preguntas: ¿Ha variado el nivel de corrupción?, ¿Cómo es el desempeño del gobierno frente a la corrupción?, ¿Es corrupta la policía?, ¿Cuántos han pagado soborno?, ¿Las personas comunes pueden marcar diferencia en la lucha contra la corrupción?, México obtuvo calificaciones negativas en los primeros cuatro cuestionamientos.

Lo anterior mencionado se completa con el apartado “¿Qué tan corruptas son las diferentes instituciones y grupos en la sociedad?”, los encuestados respondieron, dando como resultado un empate, del 47% cada uno, entre policías y representantes electos, como segundo lugar tenemos a gobiernos locales con el 45%, el primer ministro o presidente con 43%, jueces y magistrados 40%, empleados públicos 37%, ejecutivos de empresas 36%, y de último se encuentran los líderes religiosos con el 25%.

Tomando como base esto, podemos contextualizarlo a nuestra realidad en el país, y ciertamente fundamentaríamos aún más los porcentajes previos. Pues es común usar la palabra “corrupción” como sinónimo de “policía”, ya que gran parte de los elementos de la seguridad pública piden las tan famosas “mordidas”, y no, no es levantar falsos o basar mi opinión por la subjetividad, como prueba de lo dicho están los numerosos videos que circulan por las redes sociales.

Pero podemos ir más a fondo, y en la “Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental”, nos muestra que el 89.8 de los mexicanos opina que el sector más corrupto es la policía. En el 2015, el Inegi por medio de las “Estadísticas a propósito del Día Internacional contra la Corrupción” dio a conocer que más del 77% de los encuestados consideró que la policía es quien más abusa de su poder para obtener un beneficio personal. Y el patrón se repite en el 2013, con la “Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública” donde el 77.8% consideró que la policía de tránsito es la más corrupta.

La historia con los representantes electos no es muy distinta, hace tan sólo un año en el diario nacional “El financiero” daban la nota donde se explicaba que Guillermo Padrés Elías, exgobernador de Sonora, podría pasar de 38 a 94 años de prisión por los delitos de lavado de dinero, defraudación fiscal, y delincuencia organizada. E incluso podemos recordar a los “nuevos priistas”, como Javier Duarte, que presuntamente desvío 233 millones de pesos por medio de empresas fantasma, según la PGR. Aunque la Auditoría Superior de la Federación dice que en realidad fueron 60 mil millones de pesos.

Roberto Borge “el gobernador que vendió Quintana Roo”, que dejó a su estado en una quiebra financiera, despojando terrenos y vendiendo el patrimonio inmobiliario. Y podemos terminar con Cesar Duarte acusado por desvío de recursos, y quien es buscado por la Interpol.

Peña Nieto tampoco se salva debido a dos grandes escándalos, el primero, cuando Aristeguinoticias reveló que él pudo haber plagiado un tercio de su tesis; el segundo, la “Casa Blanca”, cuando su esposa Angélica Rivera compró una casa de 7 millones de dólares.

Y… ¿Qué pasa con nosotros?, es lamentable que hayamos levantado la voz y señalado la corrupción de los gobernantes, cuando, a menor escala, también la practicábamos, entonces nuestras criticas podrían ser invalidadas debido a la carencia de ética y moral. Podríamos cruzarnos de brazos, resignarnos para finalmente aceptar que Peña tuvo razón cuando dijo que, en corrupción, no había nadie que pueda atreverse a arrojar la primera piedra.

Pero, no todo está perdido, si bien el 51% de la población mexicana ha sobornado, existe un 49% que no lo ha hecho, ¿Es una minoría? Sí, pero es precisamente esa minoría que mantiene aún con vida la esperanza que México cambiará algún día, podrá parecer un pensamiento bastante banal e idealista, pero no es así, y no será así mientras todavía haya personas dispuestas a respetar las señales de tránsito, en lugar de sobornar al oficial después de, intencionalmente, haber cometido una infracción.

Mientras haya personas con gran voluntad y perseverancia que realicen trámites ante instancias gubernamentales, a pesar que éstas estén secuestradas por el burocratismo. Personas que aún tengan la firme convicción que la capacidad se impondrá sobre el influyentismo. Es entonces que la oscuridad de la madrugada le cederá protagonismo al sol que aparece lentamente en horizonte.

Tú como mexicano, ¿A dónde quieres pertenecer? ¿A la oscuridad, o, a la luz?