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Televisión mexicana, de idiotizadora y corrupta, ahora con la 4#T educativa

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Desde el lunes pasado, cuando se dio a conocer la medida de las autoridades educativas con respecto al inicio del curso 2020-2021, se ha abierto un debate sobre la pertinencia del uso de la televisión como el medio para la continuidad del proceso educativo ante la contingencia sanitaria que impide las clases presenciales.

Ya se ha afirmado, por parte del secretario de educación pública Esteban Moctezuma Barragán, la intención es aprovechar la cobertura televisiva en el país y el aprovechamiento de la radio en las comunidades rurales donde se alcance la señal. Lo que justifica un acuerdo para usar no solamente las señales de la televisión pública del Estado sino la infraestructura y canales de transmisión de televisoras privadas.

El tema no es ocioso y tiene algunos cuestionamientos que son importantes y que se deben ponderarse más allá de que sea el mejor medio, por lo menos ante la situación en que nos encontramos, para darle la continuidad a la educación en México.

Tradicionalmente se ha aceptado, desde una perspectiva educativa, que la televisión tiene un carácter idiotizadora por encima de la finalidad educativa.

¿Por qué?

Por que la necesidad de la televisión, mucho más la privada, es la competitividad y el rating por encima de otros valores que no necesariamente venden lo que se espera que lucrativamente produzca este medio.

Inclusive este esfuerzo de participación de las televisoras, por más que se entienda que son concesiones del estado para utilizar las ondas de transmisión, van a tener una ganancia ya que se destinará por parte del Estado mexicano una cantidad mayor de 450 millones de pesos por concepto de gastos operativos.

Además, estas empresas en apenas 24 horas resultaron beneficiadas en sus valores de acciones en las bolsas de valores donde cotizan. Lo que sin duda les está generando buenos dividendos lucrativos que opacan la intencionalidad de ser estas acciones parte de un compromiso social y de estar verdaderamente unidos y solidarios con la educación. No es que se quiera un mayor sacrificio o que salgan perdiendo. Pero si algo es un criterio fundamental para la televisión privada es el dinero y las utilidades que se generan.

Lo anterior nos conduce irremediablemente, dentro del contexto político y discurso de la Cuarta Transformación, a otro elemento que no podemos obviarlo y vale la pena su análisis: la unión, que en el anuncio del lunes se caracterizó con el precepto de RECONCILIACIÓN, de las televisoras que tan hace pocos años constituían para los actores principales de este régimen de gobierno, en los pilares que consolidaron el gran saqueo y la alta corrupción de la mafia de poder.

¿Tenía que llegar López Obrador para ver al periodista yucateco Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, comerse literalmente sus propias palabras para alabar a el acuerdo con Televisa?

Cuando Villamil presentó su libro “La rebelión de las audiencias: De la televisión a la era del trending topic y el like” de editorial Grijalbo apenas hace tres años en 2017, afirmó:

“Televisa no es una empresa común y corriente como pudo haber sido cualquier otra cadena de televisión comercial. Televisa es una empresa de poder. Que nació con el sistema político mexicano, que cobijó el sistema y acabó carcomiendo al sistema. Es decir, tuvo un poder por encima del PRI y la Presidencia de la República en los años de Felipe Calderón y en el impulso de Enrique Peña Nieto”.

Pero hoy la historia ya cambia.

Los malos han quedado redimidos, porque resulta que ahora son necesarios.

¿Así debemos entonces entender la RECONCILIACIÓN? ¿Qué piensa al respecto todos los acérrimos defensores de la Cuarta Transformación que hoy se tiene que tragar sus palabras y aceptar que el enemigo sea necesario?

Hoy esa televisión privada corrupta e idiotizadora, es la salvación para que desde el seno de la #4T se logre la educación en México en tiempo del Covid-19.

¡Quién lo diría!