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Todos, pero todos, somos responsables del caso de Mara

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El tema de Mara ha superado las fronteras del Estado de Puebla junto con la exigencia de más seguridad para las mujeres, un sector social vulnerable por razón de la cultura machista que predomina en el país.

No hay ninguna justificación válida para acabar con la vida de una persona. Mucho más dentro del contexto de la prestación de un servicio que se promueve seguro y confiable. La sociedad hace bien en demandar justicia y exigir castigo ejemplar en este caso como en cualquier otro que por pertinencia se atente contra la integridad física de la mujer.

Sin embargo, es necesario que podamos hacer una reflexión igualmente amplia de lo sucedido. Un auténtico deslinde de responsabilidades que nos permite que estas situaciones no vuelvan a pasar.

Empezamos con el cuestionamiento a las nuevas políticas de gobierno. Es cierto que aspiramos a un proceso de procuración e impartición de justicia respetuoso de los derechos humanos. Sin embargo, parece que somos muy flexibles y hasta tolerantes con la delincuencia. Hoy sabemos que el presunto responsable tenía al pendiente un proceso por el delito de robo de combustible, pero como no es delito grave, el asunto lo está llevando fuera de prisión con medidas cautelares que al parecer no fueron impedimento para cometer este horrendo crimen.

Hay igualmente responsabilidad en las empresas que, aunque hacen una propuesta válida de abrir una opción laboral a las personas que requieren de ganar un ingreso adicional, no se implementan dispositivos de control idóneos en un servicio sensible al contacto humano y con alta probabilidad delictiva. Al final los operadores lo hacen desde una plataforma que tiene una marca, la cual hoy es cuestionada por su falta de confiabilidad por la sociedad.

También valdría la pena analizar lo que estamos haciendo en el seno de las familias. Sin querer revictimizar a la familia que hoy sufre de la pérdida de un ser querido, es necesario tomar conciencia de que existen muchos riesgos en la calle como para no tomar medidas preventivas. No solo por la cuestión de la inseguridad, robo o secuestro. Es tanta gente la que hoy se mueve en cualquier hora de la noche que no estamos exentos de sufrir un accidente. Es necesario establecer mecanismos de control dentro de las familias cuando un ser querido no se encuentra en resguardo de la casa.

Mara como cualquier joven tiene el derecho de la diversión, pero hay que tener cuidado. Por lo menos, con reglas o alternativas para evitar caer fácilmente en el señuelo de los pervertidos o psicópatas en potencia. Lamentablemente vivimos en una sociedad muy enferma por la neurosis y las tensiones sociales que siempre es probable que sin deberla ni temerla nos podemos colocar en una situación vulnerable, estar en el lugar equivocado con resultado negativo.

El asunto de Mara no es debe ser ajeno a ninguno de nosotros. Todos tenemos una responsabilidad ante lo sucedido. El punto, más allá de la movilización social para exigir justicia y más seguridad, es si vamos a ser capaces de aprender de este hecho para tomar las mejores decisiones.

Mientras sigamos sosteniendo la idea de subvalorar la mujer, la sociedad continuará siendo responsable de los casos de Mara y de miles de mujeres violentadas en su integridad física y en su vida. Esta violencia nos daña a todos y lastima a la sociedad.

Decisiones desde las instancias de gobierno con políticas más eficaces en la erradicación de la cultura violenta contra la mujer. Con empresas que realmente asuman un compromiso en los controles para evitar en la mayor medida estos incidentes. Así como también las familias y el comportamiento personal para cuidarse y prevenir una situación vulnerable.

Ni una mujer muerta más.