¿Qué tan importante es la comunicación por medio de la mensajería instantánea? ¿Qué lugar ocupa las aplicaciones de mensajería como el WhatsApp en nuestra vida?

En fechas recientes se discutió el tema del WhatsApp por el establecimiento de nuevas políticas de la compañía que suscitaron un importante éxodo de usuarios por la inconformidad, pero también por fallas de la seguridad como las aplicaciones como Whatsdog que permite ver el historial de conexión de otros usuarios.

No hay duda de que el avance de la telecomunicación en la última década ha evolucionado de forma tan vertiginosa e innovadora que ha aumentado las posibilidades de interacción entre los seres humanos. Por un lado, la cobertura de Internet, ya se domiciliar o por vía de datos con los dispositivos móviles, es muy amplia. Lo que permite que la expansión en el uso de las herramientas comunicativas por esta vía sea igualmente proporcionalmente.

Uno de los ejemplos más significados en nuestro país es el uso de la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp. Una aplicación que inició de manera modesta pero que su éxito fue abrumador en cuando a la innovación de la comunicación más directa entre las personas. Por ejemplo, eliminó la frecuencia de uso de los mensajes SMS que por mucho tiempo se popularizaron en la comunicación portátil en lugar de las llamadas, que en aquel entonces resultaba muy cara y era más práctico el envío de los mensajes de texto.

Además, permite realizar llamadas por videoconferencia y sin importa la ubicación de las personas siempre y cuando tengan una conexión de internet, lo que acerca mucho más la interacción entre los individuos.

Pero lo mejor de todo, es que gratis hasta ahora. Lo que, sin duda, propició un éxito en la expansión de su uso en las diferentes áreas de convivencia humana. Volviéndose indispensable e imprescindible en cada dispositivo móvil o smartphones. Extendiendo su uso a la computadora o tables donde se pueden sincronizar con el número telefónico celular.

¿Cuál será el destino del WhatsApp?

Hasta ahora ninguna de estas aplicaciones, como el mismo Internet, no está regulado por alguna entidad de gobierno público. Por lo cual resulta un servicio de carácter privado y acordado entre las entidades que es la compañía y el usuario, donde este último está obligado a la aceptación de las políticas de uso que el proveedor dicta.

Sin embargo, la digitalización ha estado obligando a los sistemas políticos y de gobierno a reconsiderar la importancia en la regulación de la transparencia y el uso de datos personales. Pero esta nueva exigencia no alcanza aún a las empresas de telecomunicación digital como la mensajería instantánea.

La problemática no es sencilla, ya que se requiere de un esfuerzo a nivel global como es el propio Internet. Hay que ser honestos y conscientes que la situación actual de la pandemia genera una evidente obviedad de prioridades no se contempla una regulación sobre esta materia en tiempos cercanos.

Así que la responsabilidad de aceptar condiciones o no, así como el uso de las aplicaciones como WhatsApp, queda a la decisión final de los usuarios.