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¿Dónde vives Rabí?

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HOMILÍA

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Ciclo B

1Sam 3, 3-10. 19; 1 Cor 6, 13-15. 17-20; Jn 1, 35-42.

“¿Dónde vives Rabí” (Jn 1, 38). 

Ki’ olal lake’ex ka t’ane’ex ich maya, kin tsik te’ex ki’imak óolal yéetel in puksi’ikal. Te u ka’a p’éel domingoa’ ti u kiinilo’ob ordinario u T’aan Yuum Ku’ ku ya’alik to’on ka xíiko’on tu páach Cristo.

Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo con el afecto de siempre y les deseo todo bien en el Señor. La Palabra de Dios en este segundo domingo del Tiempo Ordinario nos invita a escuchar el llamado del Señor, ir en pos de Él y permanecer en su amistad, conviviendo en su casa. ¡Qué mejor manera de iniciar y continuar durante todo este año 2018!

En la primera lectura tomada del Primer Libro de Samuel, el niño Samuel vivía en el templo junto al sacerdote Elí, donde sus padres lo habían dejado. Lo concibieron en forma milagrosa y lo prometieron al Señor para que viviera consagrado a Él. Sus padres suponían que Dios quería a este hijo a su servicio, pero aún faltaba que ratificara su elección llamando a aquel niño. En este pasaje el niño escucha la voz del Señor que lo llama y él le responde; de ahí en adelante estará siempre al servicio de Dios.

Los padres que tienen fe, saben que no se necesita la mayoría de edad para ser llamados por Dios, ya que Él en casi todos los casos hace oír su voz en los niños a temprana edad. Hay situaciones en que algunos jóvenes escuchan la voz de Dios hasta después de haber terminado una carrera, sin embargo, de ninguna manera conviene retardar la respuesta al llamado de Dios. Casi todos los sacerdotes tienen la anécdota de haber jugado a celebrar la Santa Misa en la primera infancia. Yo mismo en lo personal, pasé por esa experiencia. Nadie dude de la vocación de un niño, pero tampoco nadie trate de forzar la vocación de un pequeño ni de burlarse de un llamado infantil.

En el tiempo actual hay fuertes “vientos cruzados” que amenazan con apagar la llama de la vocación de un niño o de un joven. Niños y jóvenes, ¡cuiden de su vocación, pues hay compañías y ambientes que no les convienen para cuidarla! Papás, sacerdotes, consagrados y educadores en general, traten de evitarle a los niños y jóvenes, los ambientes, situaciones y compañías inconvenientes a su vocación. Más aún, recordemos que todos los niños, niñas y todos los jóvenes tienen un llamado de Dios a vivir como hijos suyos, a ir en pos de Jesús; porque todo cristiano está llamado a la santidad, el matrimonio también es una vocación y la soltería consagrada igualmente lo es.

El salmo 39 que hoy proclamamos, se refiere ante todo al Hijo de Dios hecho hombre, el cual una vez que se encarnó, pudo apropiarse de las palabras que recitamos: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Sin embargo, Dios espera que cada uno de nosotros haga propias esas palabras y sobre todo esa actitud de obediencia total a la voluntad divina. Así que tú también, y especialmente los jóvenes, al definir el rumbo de su vida digan: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Les aseguro que no se arrepentirán nunca de obedecer al Señor a cada paso de sus vidas.

El santo evangelio según san Juan, nos presenta la vocación de los primeros dos discípulos de Cristo, los cuales fueron el mismo Juan que escribió este evangelio y que era hermano de Santiago, y Andrés el hermano de Simón Pedro. Ellos dos eran discípulos de Juan el Bautista y estaban en su compañía cuando Jesús pasó frente a ellos. El Bautista les dijo: “Este es el Cordero de Dios”, y ellos de inmediato caminaron siguiendo a Jesús. Al sentir su seguimiento, Jesús se detiene, se vuelve a ellos y les pregunta: “¿Qué buscan?” (Jn 1, 36-38).

Esa misma pregunta Jesús te la dirige hoy a ti y a cada uno de nosotros: “¿Qué buscas para este 2018”?. Especialmente dirige su pregunta a los niños y jóvenes: ¿Qué buscas para tu vida? Los dos discípulos respondieron a Jesús preguntándole: “¿Dónde vives, Rabí?” (Jn 1, 38). Ellos le llamaron “Rabí”, es decir “maestro”, un título de mucho respeto que significaba que estaban dispuestos a escuchar sus enseñanzas, a dejarse transformar y conducir por ellas. Jesús le respondió a los dos discípulos: “Vengan y lo verán”. Aquella fue una experiencia inolvidable, pues se quedaron con él ese día, al punto que Juan recordaba hasta la hora de aquel encuentro: “Eran como las cuatro de la tarde” (Jn 1, 39).

Los enamorados tienen en su memoria día y hora del primer encuentro, así como muchas de las experiencias vividas en común. Los que se han encontrado con el Maestro en algún Cursillo, Jornada o cualquier otro tipo de retiro espiritual, quizá en algún encuentro de oración, seguramente recordarán día, hora, lugar y muchos detalles de ese encuentro amoroso. Hemos de tener en cuenta que al igual que en la relación de los esposos, de los novios o de los amigos, hace falta no perder las oportunidades para mantener y hacer crecer el amor. Crecemos en el amor del Señor escuchando su Palabra, haciendo oración, recibiendo los sacramentos y encontrándolo en los hermanos necesitados a quienes ayudamos cuando reconocemos en ellos el rostro de Cristo. El amor al Señor necesita ser alimentado.

Así es que la vocación, el llamado al seguimiento de Cristo y a la convivencia con él, es para todos. Ésta debe iniciar desde la niñez y continuar durante la juventud, dándole al Señor toda la capacidad de amar que tiene un corazón joven. Vocación al matrimonio, vocación a la soltería consagrada, vocación a la vida consagrada, vocación al sacerdocio, todas son un llamado a conocer a Jesús en la intimidad y aprender a amarlo con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas. Esto es vocación a la santidad, llegando al Padre por medio de su Hijo con los dones del Santo Espíritu.

En el próximo Sínodo en el mes de octubre, obispos de todo el mundo se reunirán en el Vaticano para considerar cómo la Iglesia debe hoy en día acompañar a los jóvenes en su camino de fe y en el discernimiento de su vocación. Por eso los obispos de México quisimos dedicar este año 2018 a nuestros jóvenes, para ponernos en camino al Sínodo. Aquí en nuestra Arquidiócesis de Yucatán tendremos un gran encuentro juvenil el próximo sábado 20 de enero, donde arrancará nuestro proyecto de acompañamiento juvenil denominado: “¡Joven, dale vida a tu vida!”.

Por otra parte, durante algunos domingos estaremos siguiendo en la segunda lectura la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios. Hoy san Pablo nos invita a santificar nuestro cuerpo, viviendo en castidad. Todos los cristianos somos llamados a la castidad y la verdad es que nos conviene vivir de ese modo; los casados viven su castidad guardando total fidelidad a su cónyuge.

Hay muchos mensajes en los medios de comunicación y en las redes sociales en los cuales el pensamiento moderno contradice esta virtud de la castidad, mismos que nos invitan a darle a nuestro cuerpo todo lo que nos pida en materia sexual. San Pablo nos invita a huir de la fornicación y nos dice: “No son ustedes sus propios dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con su cuerpo” (1Cor 6, 20). Siempre será posible la castidad para quien pone los medios necesarios y acude a la gracia de Dios.

Muchachos y muchachas de tercero de secundaria, de todos los años de la preparatoria y en adelante, los esperamos en el “Complejo Deportivo Olímpico Inalámbrica” (calle 45 por 90, col. Inalámbrica, Mérida), el próximo sábado 20 de enero desde las tres de la tarde y hasta las nueve de la noche; donde, con la ayuda del “Ministerio de Música Jésed” de Monterrey y otros coros de Yucatán, podremos orar y cantar presentando al Señor los corazones de los Jóvenes de nuestra Iglesia Particular.

¡Sea alabado Jesucristo! Tengan todos una feliz semana.

En este año de la juventud en México, sigamos pidiendo por los jóvenes de Yucatán con la oración del Papa Francisco por los jóvenes en preparación al Sínodo de los Obispos del 2018:

Señor Jesús, tu Iglesia en camino hacia el Sínodo dirige su mirada a todos los jóvenes del mundo. Te pedimos para que con audacia se hagan cargo de su propia vida, vean las cosas más hermosas y profundas y conserven siempre el corazón libre.

Acompañados por guías sapientes y generosos, ayúdalos a responder a la llamada que Tú diriges a cada uno de ellos, para realizar el propio proyecto de vida y alcanzar la felicidad. Mantén abiertos sus corazones a los grandes sueños y haz que estén atentos al bien de los hermanos.

Como el discípulo amado, estén también ellos al pie de la Cruz para acoger a tu Madre, recibiéndola de ti como un don. Sean testigos de la Resurrección y sepan reconocerte vivo junto a ellos anunciando con alegría que Tú eres el Señor. Amén.

+ Gustavo Rodríguez Vega

Arzobispo de Yucatán