La argumentación planteada en un medio sobra, ya que los motivos son más que evidentes. El PRI, no está acostumbrado a discutir, como se intenta establecer, sino a obedecer. Esa es la regla de oro en el partido cuando se tiene jefe político. El problema, que parece ser un grave problema es que no se está respetando la jerarquía de la jefe político en el Estado. La disciplina está ausente, ¿y la lealtad?, parece que también.
Y es que, en el PRI, Ivonne Ortega es la jefe político en la entidad. Pero no parece contar con toda la lealtad que las circunstancias demandan.
Durante el sexenio de Patricio Patrón Laviada, los priístas sufrieron mucho lejos del poder. Y sin ser muy agudos, están cometiendo el mismo error. El PAN no está muerto ni mucho menos. Sobre todo porque luego de la victoria de mayo pasado, el blanquiazul no terminó moribundo como se pensaba.
Si los panistas se unen en el 2012, la pírrica ventaja del PRI podría ser superada si como autoridad emanada del PRI no llena las expectativas de la población de Mérida. El aviso ya lo dio Ana Rosa Payán Cervera que ha demostrado que no pretende seguir siendo simple adorno decorativo. Su intención de regresar al PAN le medio lavó la cara, pues la derrota no se la achacaron a ella sino a otros como a Luis Correa.
En fin, el fuego amigo en el PRI no debería darse en estos momentos donde se requiere unidad en torno a la gobernadora; pero este partido está minado por intereses de grupo que está pensando ya en cómo arrebatarle el poder de decisión rumbo a la “grande”.
Los grupos internos del PRI están en guerra, pero no es tiempo de guerra, es tiempo de unidad. Y seguro no tarda la gobernadora en poner un poco de orden hacia adentro de su partido y su gabinete.
