Hace unos cuantos días se desató la polémica por un comentario de Ricardo Alemán. El periodista compartió en twitter, o más bien re tuiteó, una imagen que decía: “A John Lennon lo mató un fan. A Versace lo mató un fan. A Selena la mató una fan. A ver a qué hora, chairos.” Agregando un, “Les hablan!!!”, [sic]. Todo haciendo referencia a AMLO y a sus seguidores.
La anterior cita dividió opiniones. Un sector de la población lo tomó como una broma de mal gusto, un chiste de humor negro; pero, otro sector, y a este me incluyo, lo interpretó como una clara incitación a la violencia o peor aún, un magnicidio.
Los argumentos que sustentan la última postura son más bien contextuales. En un México donde en los últimos dos sexenios se han acumulado más de 200,000 asesinatos; en un México donde tan solo el año pasado fue categorizado como el más violento en los últimos 20 años; en un México donde los periodistas son asesinados por alzar la voz; en un México donde a pesar de los grandes avances en nuestra incipiente democracia sigue reinando la intolerancia. En este México, un comentario de esa naturaleza es completamente irresponsable.
Es aún más grave viniendo de un periodista reconocido, y que, en teoría, debe conocer el contexto en el cual nos encontramos.
Horas después publicó un vídeo aclarando que él había movido ese tuit junto con el comentario para advertir del riesgo de un posible atentado. Esta interpretación se me hace completamente rebuscada en un intento de lavarse las manos. Si su intención era advertir del problema, pues no usó las palabras adecuadas, y sí denotó un claro repudio a AMLO.
Las redes sociales explotaron contra él logrando que Televisa y Canal ONCE lo despidieran, luego él renunció a Milenio donde tenía su columna. Yo estaba de acuerdo que a Ricardo Alemán lo suspendieran por el polémico tuit, pero sacarlo de los programas donde laboraba se me hace completamente excesivo.
Las redes sociales explotaron contra Ricardo Alemán por su polémico tuit contra AMLO, pero no explotaron contra Denise Dresser cuando publicó una imagen en twitter, en la cual, de broma, se solicitaba un piloto depresivo para manejar el avión presidencial, y tampoco explotaron con la declaración de Paco Ignacio Taibo II cuando dijo en un mitin contra la reforma energética, que quienes generaron la ley tenían como destino el cerro de las campanas, donde serían fusilados.
Los otros dos comentarios ya sea por manejar un humor negro, o por proponer deliberadamente un fusilamiento; de igual forma son irresponsables e incitan la violencia, pero me temo que ahora hemos entrado en un punto donde se te va a reprochar dependiendo de a quién critiques.
Todo esto hace preguntarnos, ¿La libertad de expresión tiene límites? Yo puedo decir que, hasta cierto punto, sí. Pero, este límite no será impuesto por alguien externo a nosotros, sino por nosotros mismos, y ese mal llamado “límite” no es más que la responsabilidad.
Teniendo un arma tan poderosa como la libertad de expresión, es preciso usarla con responsabilidad, sin incitar el odio, riña, rencor; y sí para promover la crítica, contraposición de ideas, y un debate con tolerancia. Pero todavía nos encontramos a la mitad del camino de un punto hacia el otro
