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Reflexionando en letra alta: ¿Cuál es tu pretexto?

Muchas personas llegan a mi consultorio o academia, quejándose de alguna situación particular de sus vidas, atribuyendo generalmente lo que consideran sus “fracasos”, desencantos amorosos, falta de dinero, estudios inconclusos, estado de salud, a circunstancias ajenas a ellos mismos. Y los entiendo, sin juzgarlos. Pero, pensando así, además de que no es objetivo ni realista, no saldrán de ello. Dios nos invita a mirarnos con honestidad, sin máscaras y a declararnos total y absolutamente responsables de las decisiones que hemos tomado, y ser conscientes de que en dónde estamos hoy, es el reflejo de las decisiones que hemos tomada en el pasado, buenas o malas, nadie nos obligó.

¿Conoces a alguien cuyo padre haya sido diagnosticado con “trastorno bipolar”, y lleve 35 ingresos en el hospital psiquiátrico por ello? ¿Cuya madre sea de la tercera edad y tenga varias enfermedades? y ninguno de ambos padres tenga recursos económicos suficientes, así como ¿solo tengan un hijo o hija única para ver por ellos? ¿Alguien que además de lo anterior, sea un hijo o hija, que trabaje desde los 12 años de edad, con el talento natural que Dios le dio, y se haya pagado sus estudios, su primera computadora, todo, así como ayudado en su casa, a sus papás, amándolos pese a todo? Aunado a ello, que este hijo o hija, no tenga un ingreso fijo, sino variable y viva literalmente por la gracia de Dios, pagando cuestiones de la casa, salud, despensa, gustos… ¿Alguien, que en vez de decidirse por el camino del vicio, la venganza ante el bullying que le hicieron sus compañeros por motivo de su papá, o por la delincuencia, en vez de ello, se haya puesto a estudiar, se alejara de todo vicio, jugara ajedrez o hiciera algún deporte, y haya rendido su corazón a Jesús, a Dios, hace tan solo pocos años, siguiendo el camino del Señor? Yo sí conozco a alguien así, soy yo. Es mi historia de vida.

Muchos pensarán quizá: “Esta Deya, siempre está bendecida, y sí que lo comparte en sus redes y whatsapp”. Y gloria a Dios por ello, tienen razón. Hubo innumerables ocasiones en que fue todo lo contrario, pero por la gracia del Señor, hoy es diferente. Otros pensarán: “Claro, con sus 138 de coeficiente intelectual, así cualquiera sale adelante”. Pero es falso. No es la inteligencia, sino el carácter lo que hace la diferencia. ¿Cuántas personas consideradas “sobredotadas o genios”, usan ello para ser maestros o maestras de la delincuencia organizada, justificándose a sí mismos por su “terrible pasado”?

Lamentablemente, son muchas. Pero hay otro camino. Elegir caminar con Dios, siempre será la mejor decisión de vida. Hoy, entiendo que todo tuvo un propósito… ¿Cómo ayudar con el dolor ajeno si nunca pasé por uno propio, fuerte, que me generara empatía real con el que sufre? Sería una psicóloga de “libros”, una abogada de “letras”, y mi misión va más allá… Terminé una licenciatura a los 20 años, con honores, y un primer lugar nacional, tengo maestría, doctorado, y una segunda carrera en curso. Tengo un esposo que ama a Dios, me ama a mí, y ama a mis papás. También tengo una empresa y una asociación civil, todo por la gracia de Dios. Amo escribir y tengo más de 100,000 lectores en mis redes sociales. Y aunque soy muy imperfecta y me cuesta ser “diplomática”, mis amigos me aman como soy, y les gusta que les hable con la verdad, directa, aunque en amor. Dios restauró mi vida y mi familia, y lo hará con la tuya, si tan sólo, le puedes creer…

Y a propósito del Amor…

1 Corintios 13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
La preeminencia del amor
13  Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
10 más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Datos de la autora:
Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana
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Sitio web: www.deyav.com